De Londres me apasionan sus museos.
Además de inabarcables, son muy amenos e interactivos. A los escolares que lo recorren, libreta en mano, se les ve encantados, anotando datos que leen en los paneles informativos o que escuchan en un video. Los profesores los dejan danzar libremente por las distintas salas y galerías, pese a ser algunos de estos escolares muy menudos. Viéndoles me pregunté (con bastante escepticismo) si nuestros peques, en una situación parecida, darían muestra de semejante autonomía.
Esta chica está copiando un retrato de Tomás Moro (creo), en la National Gallery Portrait. La profesora les había dejado a sus alumnos elegir el retrato que más les inspirase y ellos se habían puesto manos a la obra, entusiasmados. Mientras ellos dibujaban, la profesora iba observando el trabajo y corrigiendo o aprobando el trazo de cada uno.
Yo quise ser uno de esos alumnos.
En Londres los escolares visitan el British Museum, la National Gallery o el Natural History Museum. En Tenerife nos llevaban, en cambio, a la fábrica Danone y, con suerte, a la de Coca-Cola.
Pero afortunadamente de pequeño hice un viaje a Londres con mis padres y pude visitar este museo con apariencia de catedral: el Natural History Museum.
Y fue allí donde por primera vez supe que era daltónico.
Al volver hace unas semanas a este museo, le hablé a Olivia de aquella sección, dedicada al cuerpo humano, en la que hacía muchísimos años había sido incapaz de detectar unos números camuflados en un dibujo. Mi madre entonces me había dicho: "Hijo, puede que seas daltónico".
Eso cuadraba bastante con algunas anécdotas. Las discusiones en torno al color de un objeto siempre han sido una constanteen mi vida. Cuando se trataba de verdes, grises o marrones, yo notaba que me faltaba convicción en el modo de distinguirlos, identificarlos y nombrarlos.
Pero mi vida transcurría con total normalidad y aquello no alteraba en absoluto el día a día: no confundía el verde con el rojo en los semáforos, y distinguía claramente los colores puros y no mezclados, como el verde que tapiza el fondo de escritorio de mi blog.
En realidad, nunca llegué a estar seguro de ser daltónico. Aquel experimento había tenido lugar hacía muchísimos años, y no en la consulta de un oftalmólogo, sino en un museo. No había pues evidencia científica de mi daltonismo.
¡Hasta que, perplejo, volví a hacer hace unas semanas el test en el Natural History!
Yo iba pasando las diapositivas, mientras tapaba con la funda de la cámara la leyenda explicativa. Olivia entonces me preguntaba: "¿Qué ves?". Y yo decía: "Veo un 9". Y ella insistía: "¿No ves nada más?". Y yo: "Bueno, veo una ligera sombra junto al 9. Me parece un 5 o un 6, no estoy seguro".
Y entonces leíamos la leyenda:
"96: Probablemente tienes visión completa del color; 9 y un amago de 6: Probablemente tienes un problema en la percepción del color verde; 6 y un amago de 9: Probablemente tienes un problema en la percepción del color rojo".
¡Yo era daltónico!
No sabía si celebrarlo o entristecerme por ello, pero al menos ya no era una vaga sospecha, sino una evidencia.
Al llegar a casa investigué algo más en torno al mal del daltonismo, y consulté en internet varias
cartas de Ishihara (como la de arriba), para confirmar mi diagnóstico.
Y efectivamente, pude comprobar que padezco un tipo de daltonismo por el que no distingo ciertas gamas de verde.
Al parecer, el ojo humano dispone de conos y de bastones. Los primeros son los responsables de la visión del color; los segundos, de la luz. Hay tres tipos de conos: uno sensible al azul, otro al verde y el tercero al rojo. Combinándolos somos capaces de percibir unos 20 millones de colores distintos. En la pigmentación de mis conos encargados del verde hay un defecto, que hace que confunda unos con otros.
El daltonismo es un defecto genético, y es más frecuente en los hombres que en las mujeres. Según la
Wikipedia afecta al 8% de los hombres y al 0,5 de las mujeres. Ello se debe a que sólo se transmite por el cromosoma X y a que el alelo por el que lo hace es recesivo (un alelo es dominante cuando "se impone" al alelo contrario y se manifiesta en los rasgos físicos del individuo; si es recesivo, entonces no se manifiesta sino que se inhibe, a no ser que el otro alelo sea también del mismo tipo). Las mujeres tienen dos cromosomas X. Para que una mujer sea daltónica, los dos alelos ligados al rasgo de la visión del color han de ser propios del daltonismo. Esto es bastante poco frecuente. En el caso del hombre, basta con que su único cromosoma X tenga el defecto del daltonismo para que el individuo sea daltónico. Paradójicamente, las mujeres son las únicas que pueden transmitir el daltonismo a su descendencia (debido a que el gen del daltonismo "viaja" en el cromosoma que ella transmite, el X).
Si me he enrollado como una maraca, aquí tienes la explicación de la Wikipedia, más clara y concisa:
"El defecto genético es hereditario y se transmite por un alelo recesivo ligado al cromosoma X. Si un varón hereda un cromosoma X con esta deficiencia será daltónico, en cambio en el caso de las mujeres sólo serán daltónicas si sus dos cromosomas X tienen la deficiencia, en caso contrario serán sólo portadoras, pudiendo transmitirlo a su descendencia. Esto produce un notable predominio de varones entre la población afectada: el daltonismo afecta a aproximadamente el 8% de los hombres y solo al 0,5% de las mujeres".
La Wikipedia habla explícitamente de "defecto". Sin embargo, también dice:
"Aunque la confusión de colores entre un daltónico y otro puede ser totalmente diferente, incluso en miembros pertenecientes a la misma familia, es muy frecuente que confundan el verde y el rojo; sin embargo, pueden ver más matices del violeta que las personas con visión normal y son capaces de distinguir objetos camuflados. También hay casos en los que la incidencia de la luz puede hacer que varíe el color que ve el daltónico".
¿Qué querrá decir con eso de que somos capaces de distinguir los objetos camuflados?
¿Quiere decir eso que estamos mejor preparados genéticamente para encontrar a Wally?
En fin, haciendo virtud de la necesidad, proclamo:
¿Quién quiere poder distinguir 20 millones de colores si luego se pasa toda la tarde buscado a Wally y no lo encuentra?