jueves, 21 de enero de 2010

DiVeRtiMeNtO LiTeRaRiO


Me voy a Barcelona en unas horas: vuelvo el lunes.

Les dejo un pequeño divertimento literario para quienes quieran entretenerse mientras tanto.

En la última clase del máster el profesor Eloy Tizón nos repartió 93 comienzos memorables de novelas y nos pidió que eligiésemos uno de ellos y que continuáramos la historia a nuestro gusto pero tratando de adoptar el mismo tono que esa primera frase...

Casi al mismo tiempo X desde Tyler me pedía exactamente que hiciese lo mismo a partir de la siguiente frase:

"Cómo olvidar esos sábados de primavera cuando, al atardecer, el olor de esos primeros calores se cuela por los abiertos balcones y ventanas..."

Todo el mundo tiene en algún momento u otro las ventanas abiertas a la nostalgia.

Así que a quien le apetezca asomarse durante este fin de semana por esas ventanas puede participar en este ejercicio literario, en este divertimento.

La única norma es la de empezar el texto con el comienzo de X.

En cuanto a la extensión, es libre, pero si el texto es muy largo Blogger no les dejará publicarlo en un sólo comentario. No hay problema: cortar y pegar desde un documento de word y asunto resuelto.



Yo como me voy de viaje me he apresurado a dejar lista la tarea.

Y en homenaje a X va esta vuelta allí, al lejano west:

Cómo olvidar esos sábados de primavera cuando, al atardecer, el olor de esos primeros calores se cuela por los abiertos balcones y ventanas, como anticipos o implacables centinelas del inminente fuego del verano texano. Pese a Madrid y al frío, que han convertido aquellos meses pistoleros y agringados en un país remoto, imaginario o soñado, todavía vuelven a mí ciertas imágenes y sensaciones de aquel far west, tan peculiar, tan suyo, tan simple y tan difícil de entender.


Era el calor precisamente –prematuro aún en primavera- el que me reconciliaba con el misterio de la naturaleza indómita y exuberante, y dilataba y abría como poros los balcones y ventanas de uno mismo: a la gran llanura, al espacio sin fin, a la selva en miniatura en Faulkner Park, a los bichos y alimañas, al aroma paradójico de la rosa tyleriana en un país que ha abolido los olores, a las tardes gigantes bajo un sol que se oculta y se desangra más al oeste todavía.


Estuviste allí. Cómo olvidarlo. Cruzaste a pie Broadway Avenue. Compraste Golden Graham en el Brookshire. Tu GMC Envoy te dio una y mil vueltas por el Loop 323. Comiste ribs en el Texas Roadhouse, hamburguesas en el Frydays y catfish en Red Lobster. Bebiste margaritas en On the Borders con la gozosa fruición de lo inmoral. Sacaste dólares en el drive trought del Bank of America para ponerlos en circulación y trasladarlos por ejemplo a la caja del Starbuck, de los Carmike Cinema o de cualquiera de las tiendas del French Quartier. En definitiva no sólo estuviste allí. También viviste, para colmo, muy a la americana (salvo cuando cruzaste a pie Broadway Avenue).


Me ha parecido un buen síntoma que a la hora de enumerar todos aquellos establecimientos e imperios en los que compré y consumí, consumí, consumí, la memoria me fallara y haya tenido que buscar sus nombres en internet.


Hay gansitos y recuerdos que no se olvidan tan fácilmente. Estas navidades me topé con una foto de todos ellos, con Mr. Fajardo. Repasé mentalmente todos sus nombres y apellidos: ¡Me acordaba de todos!


Cómo olvidar esos sábados, el primer calor de la naturaleza… y todo lo demás.




4 comentarios:

X dijo...

Como olvidar esos sabados de primavera cuando, al atardecer, el olor de los primeros calores se cuela por los abiertos balcones y ventanas y el sol cae, anaranjado por detras de los muros del Cuartel de la Montana (hoy Templo de Debod). Como olvidar aquellas tardes cuando la incipiente luz de las farolas era prendida, una a una, por la mano experta del farolero, primero la Plaza de Espana ("Alla en la Habana,
Cayo, cayo,
una varita
que golpeo.."), luego la calle Bailen, el Paseo del Pintor Rosales...
Como olvidar aquellas melodias, ya en la ocuridad de la noche, que se escapaban de las panderetas, guitarras y bandurrias de los tunos que todas las primaveras rondaban los balcones, entreabiertos al calor,de las chicas en la Calle Limon, San Bernardino, San Leonardo, Conde Duque... y esos besos atrapados en la oscuridad de los portales...
los cines de la Gran Via, el ruido de las bolas de marfil que rompia el extrano silencio que siempre habia en los Billares Callao en una atmosfera de humo y luces bajas que apenas iluminaban las mesas de billar...
(continuara si quereis)
SalU2

Yaiza dijo...

yo quiero

Anónimo dijo...

yo también.
Castora

Andriu dijo...

Vaya, acabo de llegar casi de BCN pensando que iba a tener entre 10 o 20 relatos nostálgicos y ¿qué encuentro? ¡Sólo X ha hecho la tarea!

¿Habré perdido ya mi autoridad y credibilidad como profesor después de tanto blog y tanta chorrada? ¿me he vuelto inservible para esta profesión, incapaz de estimular a nadie ya ni de inspirarle nada ni de sacar como hiciera Sóctrates lo mejor de ustedes mismos? ¿tendré que dejarlo, que dejar este trabajo, esta profesión y cualquier otra? ¡Me han obligado ustedes! ¡Me han incapacitado para cualquier actividad que implique un madrugón y un esfuerzo! ¡Pardiez! ¿Qué hacer a partir de ahora? ¿A qué dedicar tanto tiempo libre?

(...) Vale, ya está bien, lo confieso: pequé de ingenuo y olvidé que el único este año con tiempo para estas chorradas soy yo.

Un abrazo.

pd: yo también quiero, X, of course. Es curioso que tú rememores Madrid desde Tyler y yo viceversa.