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jueves, 27 de enero de 2011

SeR pRoFeSoR



Ayer tuvimos Consejo Escolar, así que volví a salir de noche del instituto.

Seguía lloviendo.

Me metí en el coche y puse uno de esos álbumes antiguos de Sabina que aunque envejecen nunca caducan. El limpiaparabrisas marcaba la cadencia de la música, de la lluvia, de mi cansancio y de mi estado de ánimo.

De camino a casa son 22 kilómetros y me gusta aprovechar ese tiempo para escuchar las noticias. Pero ayer era uno de esos días en los que uno no está para escuchar las noticias (los políticos, las pensiones, los mercados, ya saben) sino para ordenar las ideas que se acumulan en la cabeza con mayor rapidez de lo que hace falta para procesarlas o digerirlas.

Dar clase en un instituto (ser profesor) significa que al final del día las ideas se te acumulan en la cabeza con mayor rapidez de lo que hace falta para procesarlas o digerirlas.

Los posts surgen de un estado de ánimo.

Surgen de la lluvia golpeando la luna de un coche.

De la música del parabrisas o de la cadencia que marca una guitarra y las reminiscencias de un estribillo.

Eso es lo que quería hacer: llegar a casa y vomitar este post.

Pensé entonces en los comentarios a los que no había tenido tiempo de responder. Pensé en los enlaces que no había podido aún visitar. Me miré la mano izquierda. Con bolígrafo verde decía en el dorso de la mano: "Policía: botellón" y "Examen Jhony". Pensé entonces en que tenía que dejar preparados para hoy diversos exámenes (del trimestre, de recuperación, de alumnos enfermos) y calculé asimismo cuánto tiempo me iba a llevar preparar las clases de hoy.

Ser profesor significa que al final del día uno siempre tiene que calcular cuánto tiempo le va a llevar preparar las clases del día siguiente.

Al final del día siempre me pregunto: ¿cuánto tiempo hoy para ver algo en la tele? ¿cuánto tiempo para leer? ¿cuánto tiempo para hablar por teléfono?

En definitiva: seguía lloviendo y yo llegué a la conclusión de que no tendría tiempo de escribir ningún post.

 Así que el post que estoy ahora mismo escribiendo es el mismo que tenía ganas de escribir ayer.

Y eso nunca es bueno... pues ahora tengo la extraña sensación de estar haciendo los deberes.

Ayer se me ocurrió pensar que puesto que la mayor parte de las horas del día (de mi vida) transcurren en el instituto o las ocupo en una actividad relacionada con él, lo más normal sería dedicar alguna entrada a mis alumnos, a mis clases, a la asignatura que imparto, al instituto.

No es así.

(Casi ninguno de mis posts tratan de todo eso)

Muy al contrario: entro en el blog como quien entra en la ducha, como quien se va de viaje, como quien se sepulta en la cama bajo edredones, como quien se traviste, como quien se hace el loco, como quien sufre un episodio de amnesia, como quien se emborracha, como quien pone los cuernos, como quien se echa a dormir... como quien pega un frenazo, detiene su coche en medio de la ruta y sale a coger aire y a empaparse con la lluvia, que cae torrencial y oxigenada desde el cielo.

O algo así.

Ayer se me ocurrió la idea de narrar en un post toda mi jornada escolar, desde las 8 de la mañana con 2º A de bachillerato, comentando a Aristóteles, hasta las 19:30 en el Consejo Escolar, hablando de los alumnos que en el recreo se esconden del profesor de guardia, en un rincón del patio, para fumar.

Ayer era ése el post que quería escribir: un post interminable, como el Ulises de Joyce, sobre lo que ocurre en mi instituto en un solo día.  

Hoy me he puesto a escribir, finalmente, no ese post sobre el instituto, pero sí algo parecido.

Hoy me he puesto a escribir también desde el instituto.

(los martes y los jueves tengo clases de mañana y de tarde, así que almediodía no vuelvo a casa)

Hoy he colgado un video con imágenes de mi instituto.

Hoy he escrito un post de profesor...

Y sin embargo, palpo esta silla en la que estoy sentado ahora mismo, frente al ordenador de la Sala de Profesores; palpo la tela recia y está húmeda.

Hoy vuelvo a ser profesor aquí en el blog, de nuevo, o todavía.

Y sin embargo mis vaqueros están mojados, mis zapatos encharcados y mi chaqueta chorrea agua por las costuras.

Todo mi cuerpo huele a lluvia.


 

miércoles, 27 de octubre de 2010

IsLa uToPíA 2


Dejemos que sea el propio José Antonio Marina quien nos introduzca en la historia:

"Hace muchos años, un avión en el que viajaban los alumnos de un instituto cayó al mar en un lugar remoto del Pacífico. Sólo se salvaron unos cuarenta chicos y chicas- los mayores, de trece y catorce años-, que consiguieron llegar a una playa. La historia cuenta los problemas que tuvieron que resolver para sobrevivir, muy parecidos a los que la humanidad ha tenido que solucionar a lo largo de la Historia.

Los personajes princiales son cinco: Iván era alto, amable, muy popular en la clase. No era el mejor estudiante, pero se llevava muy bien con todo el mundo. Elías era muy fuerte y le gustaba alardear de mayor y gastar bromas pesadas a los demás. Iba siempre acompañado de tres o cuatro amigos, y no tenía muchas simpatías entre el resto. María era la primera de la clase, seria y un poco retraída. Su familia tenía muy poco dinero y ella tenía que trabajar para ayudar a su madre. Nunca llevaba a sus amigos a casa porque le daba un poco de corte. Lina era la más guapa y le gustaba coquetear con todos. Tenía tres o cuatro amigas que la seguían a todas partes, y a las que tiranizaba. Estos cuatro eran los más populares. El quinto era Omar, un emigrante mexicano. Sus padres eran campesinos de Chiapas, una región muy pobre. A la muerte de su padre, se vieron obligados a emigrar. Omar iba muy retrasado en sus estudios, porque en su tierra había tenido que cuidar de los animales, pero era muy hábil para las cosas prácticas. Elías y sus amigos la tenían tomada con él."

martes, 26 de octubre de 2010

IsLa uToPíA 1


Éste es Iván


Ésta es Lina


Ésta es María


Éste es Elias


Y éste es Omar


lunes, 26 de octubre de 2009

PeSaDiLLaS DoCeNtEs


Ahora que la gente me pregunta a qué me dedico,

Ahora que me interrogan: ¿tú qué eres? ¿qué haces?

Ahora que no sé muy bien cuál es la respuesta,

Ahora que respondo: paseante, escritor, persona, profesor;

Y a medida que avanza la noche: equilibrista, instructor de yoga y demás lindezas.

Ahora me da por volver a tener sueños de profesor.

O casi.

Y es que los profesores también tienen sueños:

Y pesadillas.



Hay toda una serie de pesadillas docentes grabadas a fuego en el imaginario colectivo del gremio:

Por ejemplo, soñar que llegas al instituto y está desierto y no tener ni idea de qué ha podido ocurrir.

O llegar y entrar en clase y darse uno cuenta de que ha olvidado vestirse y anda semidesnudo o en pijama.

O enfrentarse de golpe y porrazo al primer día del curso sin tener ni idea qué decir, sin haber mirado el programa ni saber siquiera el nombre de la asignatura que uno debe impartir.

Todos estos son sueños de profesor.

Pero este curso yo no soy un profesor, sino un semiprofesor o un cuasiprofesor:

En suma, un profesor que disfruta de un año de licencia por estudios.

Y anoche, por cierto, he sabido lo que sueñan los profesores que disfrutan de un año de licencia por estudios.

Quizás es porque mañana comienzo el curso de Escritura en el que me he matriculado.

Quizás es porque mañana empiezo a cumplir un horario (extenuante, por cierto: de martes a jueves con descanso los miércoles, dos horas cada día).

A partir de mañana tendré profesores y quizás también tareas, "deberes", cuadernillos Rubio que caligrafiar...



Lo cierto es que he soñado lo siguiente:

Me presentaba en mi instituto, en Lanzarote, en el que tengo la plaza pero que todavía no he ocupado. Estaba hablando acaloradamente con la directora, que me amonestaba por mis reiteradas faltas durante el mes de septiembre. Entonces me enseñaba un sobre con dinero y me decía que se trataba de mi sueldo pero acto seguido sacaba de él un fajo de billetes de 100 euros y me decía que creía que era lo más justo detraerlos de mi sueldo puesto que había faltado reiteradamente, incluidos los fines de semana. Yo le decía que sólo había tenido dos catarros cortos, poca cosa. Y ella replicaba que no, que había faltado 12 días seguidos por no sé que historia de la mano: "¿De la mano? -le dije- ¡Yo nunca he tenido un problema en la mano!". Pero ella me enseñaba el parte de faltas con 12 grandes cruces seguidas en el mes de septiembre y unos documentos médicos con fotos y radiografías de las uñas y tendones de las manos. Al pie de las fotos rezaba: "lecho ungueal de los dedos". Yo no comprendía nada, me indignaba y protestaba mientras trataba de contener el desbordamiento de un llanto que se revolvía en mi interior. Le decía que yo era de esos profesores cumplidores que nunca faltan y que lo de este mes de septiembre me resultaba inexplicable pero que de cualquier forma no se volvería a repetir.

Aquí se interrumpe la escena:

Porque de pronto me encuentro fuera del instituto, apoyado sobre la ventanilla del coche de la directora y ella me está contando problemas suyos de índole personal y el tono es amistoso, cómplice, confidencial.

Me levanté sobresaltado y divertido, tras descubrir los caprichos y juegos con los que se entretenía mi inconsciente por las noches.

Me acordé de Silvio y me dije:

-Esto que venga Alfredo y me lo explique.


lunes, 31 de agosto de 2009

LiBrEtA aBiErTa


Ya lo contó Montse en su último post:

Que los momentos de dicha han de anotarse con celo en una libretita.

Para dejar constancia de ellos, para rememorarlos y enriquecerlos retrospectivamente.

Para que permanezcan, un poco más.

Y quizás también para que alguien algún día se asome a ellos desde otros ojos perplejos, como cuenta Bucay.

Han de anotarse, pues, y ha de quedar consignado cuánto duraron.



El último fue más bien una concatenación de momentos y duró cuatro días: del jueves al domingo pasado.

Imagínate un claustro perfecto de profesores, o para que no quede duda: un claustro ideal de profesores y profesoras.

Imagínate un Claustro Ideal Oficial, un C.I.O.

O sea, un Claustro en el que poder debatir ideas, compartir experiencias, aunar ilusiones, contrastar puntos de vista, y además, en el que poder aprender y disfrutar con ello.

¿Vas pillando ya lo de "ideal"?

Pues no creas: existió.

Existió de modo virtual, en la red, durante aproximadamente todo un curso escolar, celebrándose cada sesión en un blog diferente. Montse, de nuevo, en su penúltimo post, lo resume, al tiempo que hace una relación de los blogs en los que se llevaron a cabo aquellos debates.

Y existió también de modo real o -para hablar con corrección- de modo presencial.

Quizás ya no el Claustro incompleto, pero sí algunos pocos de sus miembros, que decidimos reunirnos en Madrid durante cuatro días.

En la foto estamos Ricardo, Montse, yo, Chelucana y Ana.

La foto la saca Isabel, que no quiso salir temiendo le cortara el fotógrafo la figura de tobillos para abajo.

Los seis pudimos permitirnos estar allí de jueves a domingo.



Pero el sábado tuvimos algunas incorporaciones de lujo, como la de Víctor y la de Juan.

Dicen que a medida que uno envejece pierde el interés por conocer nueva gente y se contenta con un grupo reducido y fiel de amigos, en los que sabe puede confiar y de los que no espera sobresaltos ni deslealtades.

Yo debo de seguir siendo muy joven, pues disfruto todavía conociendo nueva gente.



Aunque en realidad mentiría si dijese que esta amistad se ha forjado en cuatro días solamente.

Y es que sólo hemos puesto cara y voz a una amistad personal que se ha ido desarrollando poco a poco a través de los blogs y con ocasión de los CIO´s.

Sentados en una terraza de la plaza 2 de mayo nos entregamos a un juego: explicar qué nos había sorprendido más de cada cual, qué sorpresas o qué confirmaciones había supuesto para cada uno de nosotros el proceso de desvirtualización del otro que estaba teniendo lugar.

A mí me sorprendió la sensación de que no había abismo ni ruptura entre la identidad virtual de Chelucana, Montse y Ricardo (que eran los que conocía previamente) y su imagen fuera de la blogosfera.

Apenas algunos detalles, algunas variaciones mínimas.



Aprovechamos los días para reirnos y hacer un poco el payaso alguna vez, tal que aquí.



O aquí.



Por las mañanas yo solía quedarme dormido, pero me consta que el resto de la comitiva madrugaba y le sacaba provecho a los días.



Callejeamos.



Fuimos al teatro.



Y fundamentalmente recorrimos diversos cafés, bares, restaurantes y terrazas, paseando por Madrid nuestra conversación.

Hablamos de los claustros virtuales y de los presenciales, de la educación en las distintas Comunidades Autónomas (incluida la de Tyler, Texas), de películas y de libros, de nuevas tecnologías, de lugares para visitar, de política, de religión, de comida, de nuestras propias biografías, de todo un poco, de lo de acá, de lo de allá y de lo de maracuyá, entre café, coca-cola, caña, té verde, Nestea, agua o colacao.



El domingo Montse, Ana y yo cerramos el mini-claustro ideal presencial, almorzando en un restaurante de la calle Huertas.

Y nos despedimos.



De camino a Barajas fueron poco a poco asentándose en mi cabeza todas las sensaciones, conversaciones y pensamientos de los últimos días, como lo hacen los granos de arena en un balde con agua al revolverlo y dejarlo en reposo.

Ahí quedan, con su proyección al futuro y con su lugar en estos cuatro días que aún reverberan cual presente.

Llegué a Tenerife y los anoté en seguida en esa libreta de dicha que recomendó Bucay o Montse, o ambos.

Muy pronto regreso a Madrid.

Es por eso que la dejo así, la libreta: abierta.



jueves, 16 de julio de 2009

eDuCaCiÓn BiLinGüE





Todos mis alumnos, todos los gansitos, son -eran, son- mexicanos o de origen mexicano: algunos, como Oswaldo Vargas, nacieron en Mexico y llegaron a Texas hace relativamente poco tiempo. Otros, como Christopher Mendoza, nacieron en Tyler, Texas, aunque en sus casas la lengua que utilizan sus padres es fundamentalmente el español. Es por ello que no todos tienen el mismo nivel de inglés: Christopher Mendoza, Jessenia, Kelly o Isaura, por ejemplo, son prácticamente bilingües y su conocimiento y dominio de la lengua inglesa es, para sus siete añitos, bastante alto. Cindy, Mónica, Alejandro o Moisés, en cambio, tienen todavía muchas dificultades con el idioma oficial del país en el que viven, tanto a la hora de entenderlo como a la hora de hablarlo. Más aún, si de lo que se trata es de enseñarles a que lo lean y escriban.

Todos los alumnos de mi clase -de lo que fue mi clase- pertenecían a un grupo de enseñanza bilingüe y yo tenía -pese a lo que muestra el video- la condición de profesor bilingüe. Mis alumnos estaban conmigo desde las 8:00 hasta las 15:00 horas. De 11:42 a 12:12 tenían el almuerzo, que en spanglish se dice el lonche. De 13:15 a 14:00 tenían Specials (Música, Arte o Educación Física). Así que cada día pasábamos juntos mis gansitos y yo cinco horas y cuarenta y cinco minutos juntos, como mínimo. Durante ese tiempo algunas asignaturas las impartía en español (Matemáticas, Lectura y Escritura, Sociales) y en inglés les daba Science y ESL (English as a Second Language).

En mi escuela casi la mitad del alumnado era de origen hispano y casi la otra mitad afroamericano. Sólo un 7% de los alumnos eran blancos o, dicho en mexicano, hueros. En total, aparte de la mía, recuerdo diez clases bilingües más en mi escuela; aproximadamente un tercio del total. Esta estadística es extrapolable a gran parte de las escuelas públicas de Tyler en particular y de Texas en general, aunque fundamentalmente a aquellas escuelas ubicadas en las zonas más marginales de las ciudades.

En definitiva: el inmenso número de alumnos mexicanos, de origen mexicano, o de otros países hispanoamericanos que residen en Texas ha hecho necesaria la implementación de programas bilingües en los diferentes distritos escolares del Estado.

La educación bilingüe en Texas persigue principalmente estos tres objetivos: a) evitar un fracaso escolar derivado del desconocimiento del inglés por parte del alumnado, para lo cual gran parte de las materias son impartidas en español; b) desarrollar y potenciar en dichos alumnos el aprendizaje del inglés de modo paulatino, incrementando progresivamente el porcentaje de materias impartidas en inglés; y c) afianzar en los alumnos de origen hispano el conocimiento y dominio de su lengua a través de la educación formal, con el fin de que la aprecien, valoren y utilicen con corrección en su forma escrita.

En definitiva, de lo que se trata es de conseguir que los alumnos terminen siendo ciudadanos perfectamente bilingües, con todo lo que ello implica para su futuro desarrollo personal y profesional.

La amplitud y recursos de los programas bilingües en Texas revelan un rasgo de su sistema educativo que es necesario resaltar: su generosidad y su inclusividad respecto a la población inmigrante y diversa. Resulta curioso que como consecuencia de estos programas de atención específica los alumnos hispanos o de origen hispano puedan dusfrutar, al menos formalmente, de mayores oportunidades educativas que el resto de alumnos. En efecto, estos últimos, al menos en la etapa de Primaria, no reciben la enseñanza de ninguna lengua extranjera.

¿Qué ocurre en España? O al menos, en Canarias.

En España desde hace ya tiempo se imparte el inglés (y una segunda lengua extranjera) en la etapa de Primaria y también posteriormente. Eso sí, con resultados más o menos dudosos. Los españoles -no nos engañemos- no hemos estado nunca a la cabeza en lo que a poliglotía se refiere. Ya sea una insuficiencia de los métodos o condiciones en las que se imparten las lenguas extranjeras, o el hecho de doblarlo todo en cine y televisión, o una timidez, torpeza o casticismo congénito, lo cierto es que parece -comparándonos con Europa, mas no con Estados Unidos- que los ciudadanos de otros países son mejores que nosotros cuando de lo que se trata es de hacerse entender en una lengua que no es la propia.

Desde hace cuatro años, no obstante, se han ido implantando en algunos centros escolares de Canarias, en las etapas de Primaria y Secundaria, las denominadas secciones bilingües, lo cual me parece un paso importante en el necesario empeño por conseguir estudiantes bilingües, o lo más parecido a ello.

El proyeto consiste en la impartición de parte del curriculum de algunas asignaturas en inglés y no sólo en español. Con esto, la exposición semanal de los alumnos al inglés no se reduciría a las cuatro horas semanales con que cuentan los profesores de inglés en la ESO para desarrollar su materia, sino que se vería incrementada en relación directamente proporcional al número de departamentos didácticos que hubieran decidido sumarse al proyecto.

Soy profesor de Filosofía, no de Inglés o cualquier otra lengua extranjera. Pero siempre he entendido y apoyado a los profesores de lenguas extranjeras cuando se lamentan del excesivo número de alumnos y del escaso número de horas semanales; mal que afecta a cualquier otra área o materia, pero que en el caso de las lenguas extranjeras me parece aún más acusado y determinante.

El proyecto de las secciones bilingües, con su incremento en el número de horas semanales de exposición al inglés viene a suplir, creo, este déficit de la enseñanza del inglés en los centros públicos canarios.

Sin embargo, a lo largo de sus cuatro años de existencia, la implementación de los proyectos de secciones bilingües ha generado diversas críticas, recelos y susceptibilidades. Ahí van algunas de ellas:

1. No todos los alumnos participan en el proyecto bilingüe. Por lo general, sólo un grupo por nivel. Y estos alumnos son seleccionados por criterios académicos, que suele ser su nota media o su nota en la materia de Inglés, si no un examen. Esto da lugar a la formación de grupos muy heterogéneos entre sí y muy homógeneos en su composición: grupos "buenos" y grupos "malos" o para ser más precisos y más correctos políticamente, un grupo con un rendimiento y nivel académico óptimo y otros grupos de bastante menor nivel y rendimiento académico. Ello ha generado mucho rechazo y resistencias al proyecto bilingüe por parte de muchos profesores, ya fuera porque veían en ello una medida elitista de segregación del alumnado, ya fuera porque al no participar en el proyecto les tocara impartir grupos "peores", ya fuera por ambas cosas. Una medida para evitar tales recelos ha sido la de separar al alumnado del proyecto bilingüe en dos grupos, uniéndose únicamente en aquellas materias implicadas en el proyecto. Ello complica la elaboración de los horarios del centro y no siempre es la panacea (es más, puede incluso ser contraproducente, pues unos y otros alumnos en el mismo grupo reaccionan a veces como el agua y el aceite), pero es factible.

2. Cuando en un departamento sólo un miembro de éste participa en el proyecto bilingüe llega un momento en el que se ve obligado a "escoger" todos los niveles y su libertad de elección en este sentido se ve condicionada a las necesidades del programa. Por ejemplo: en un IES con proyecto bilingüe en los cuatro cursos de la ESO un profesor del Matemáticas se vería obligado a escoger un 1º, un 2º, un 3º y un 4º de la ESO. Con eso y las dos horas de descuento por participar en el proyecto completaría su horario, sin la posibilidad de escoger un bachillerato ni de tener dos cursos de un mismo nivel. Este problema se solventa cuando otro profesor del departamento se suma al proyecto y entre ambos se reparten los grupos bilingües. Pero no siempre se está por la labor ni siempre el profesorado tiene la preparación suficiente.

3. Este curso, por primera vez, la Consejería de Educación ha premiado en concurso de traslado a los profesores participantes en el proyecto bilingüe, concediéndoles más puntos, con el fin de formar Claustros -o departamentos- con suficientes profesores implicados en el proyecto, a fin de hacer éste viable (y evitar circunstancias como la del punto anterior). Ello ha generado mucho resquemor dentro del profesorado, pues personas sin apenas años de experiencia que estaban adscritos al proyecto han saltado por encima de otros profesores con mayor veteranía.

4. La propia Consejería empieza a ver -me temo- el coste de estos programas. Según un Inspector de Educación y amigo, para este curso venidero 2009-10 se han dado 2500 horas a los centros públicos canarios para el desarrollo de las secciones bilingües. Alguien de la Dirección General de Personal soltó un comentario como este: "Para el año que viene, o secciones bilingües o ayudas a los centros de atención preferente: no se puede tenerlo todo". Estamos en crisis, la deuda pública del gobierno de Canarias es inmensa y por todas partes hay que recortar gastos, apretarse el cinturón. No seamos muy optimistas en este sentido.

5. Una cosa es el proyecto de las secciones bilingües en papel, tal y como dicta la ley. Y otra cosa muy diferente es su concreción en los centros educativos. Por ejemplo, una profesora de un IES de Santa Cruz de Tenerife me contaba el otro día que en su centro hay un profesor de Ética que imparte la clase junto a otro profesor, ya que, pese a estar el primero en el proyecto bilingüe, no tiene apenas dominio del inglés. "Tal aplicación concreta del programa es una deformación o corrupción de la ley que lo describe y delimita" -le dije yo, en lenguaje más pedestre- "Al fin y al cabo, un requisito para participar como profesor en el proyecto es tener el nivel competencial de 3º de la Escuela Oficial de Idiomas". Así era la cosa hace cuatro años, cuando salieron las primeras bases e instrucciones del proyecto bilingüe, que hube de leerme varias veces. Según esta profesora, o bien la cosa ya no es así o bien simplemente nadie certifica o garantiza dicho nivel. A mí me daba vergüenza enseñarles inglés a mis gansitos o impartirles las Ciencias Naturales en inglés, como en este video, dada mi imperfecta pronunciación, mi fuerte acento y mi escasa riqueza léxica. Pero el hecho de haber sido seleccionado tras entrevista hecha en inglés y de haber sido observado en clase varias veces al año sin recibir comentarios negativos en ese sentido me daba cierta tranquilidad. Obviamente, en Canarias también debería ejercerse algún tipo de control de calidad en relación al nivel competencial en lengua inglesa del profesorado participante en el proyecto bilingüe. Poco puede enseñar quien poco sabe.

Estos cinco inconvenientes, críticas o resistencias a la implantación y ampliación del proyecto bilingüe no son, en mi opinión, obstáculos insalvables, ni deberían entenderse como argumentos a favor de la extinción de esta interesante iniciativa formativa. Más bien, se trata de pequeños escollos que hace falta salvar y saber lidiar, a fin de garantizar la continuidad de este ambicioso proyecto y de propiciar su perfeccionamiento.


martes, 28 de abril de 2009

gAnSaDiTa LiTeRaRiA


Hoy Jorge ha vuelto a pedirme un folio en la hora del snack para poder dibujar, en vez de jugar y comer galletas.

Ha dibujado a Pegaso.



Desde hace unas semanas he empezado a hablarles de mitología.

Ya hemos conocido a Cancerbero, al Centauro Chiron, a Medusa, Perseo, Pegaso y la Quimera.

Todo empezó aquel día en el que fuimos a la biblioteca de la escuela a ver los nuevos libros que habían adquirido.

Había una mesa toda dedicada a literatura religiosa para niños.

Allí pude encontrar joyas pedagógicas tan alucinantes como esta del Brick Testament.

Los gansitos disfrutan con el material bíblico, pues conecta con sus experiencias previas: "aprendizaje significativo" lo llaman.

Sin embargo, había allí, en aquella mesa -cual polizón- una suerte de intruso, de rara avis: un libro de mitología grecolatina.

-Maestro, maestro, maestro, mire: ¡un hombre con patas de chivo!

-Maestro, maestro, maestro, venga, maestro: ¡una mujer encuerada!

Me pareció increíble: a pesar de Harry Potter, mis alumnos estaban pez en todo ese mundo maravilloso de los seres mitológicos y fantásticos.

Me propuse tratar de llenar esa laguna.



Me resultó gracioso volver a hablarles a mis alumnos de los mitos y de la antigua Grecia, como en los viejos tiempos.

¡Y qué placer quedarnos en el mito y no llegar al logos!

Para estos niños los mitos son como el resto de los cuentos e historias que leemos en clase:

Son verdad.

Estos mitos de los griegos son tan reales como el propio Chucky, Santa Clos o la Llorona.

Todavía no se han perfilado para ellos las fronteras entre la ficción y lo real.

Por eso, quizás, aman tanto las historias de los cuentos.

Por eso les gusta tanto leer, aunque apenas sepan.

Son pequeños Don Quijotes para los que no hay oposición alguna entre gigantes y molinos, pues ambos existen y con ambos conviven.



Ellos, por cierto, conocen mucho mejor que yo los libros que tenemos en clase.

No soy un maestro 10 y por tanto no me he puesto a clasificar -como debiera- los libros de nuestra pequeña biblioteca de aula.

El otro día Isaura dio con esta joya, algunas de cuyas páginas están censuradas a lápiz por algún maestro predecesor.

Es comprensible: su contenido altamente pornográfico y obsceno puede herir la sensibilidad de mis niños.

-¡¡¡Maestro!!! -volvió a reprender Isaura- ¡este libro tiene que sacarlo de aquí!

Esta niña tan feliz, tan graciosa y risueña tiene sin embargo alma de Torquemada.



Sin yo saberlo, los libros de nuestra biblioteca de clase habían tenido que pasar cierto filtro, similar al que tiene la conexión a internet de la escuela.

¿Sería por eso que no había ningún libro de mitología, mas que los que he ido trayendo yo a clase en los últimos días?

Cada día, en sigilosa clandestinidad, como quien traficara con literatura comunista, dedicamos un rato a hablar de seres insólitos y anécdotas picantes o tenebrosas.

Junto a ello, los mitos "de los habitantes de esa tierra lejanísima, más aún que las Islas Canarias, donde vive Mayco, de esa tierra llamada Grecia" nos aportan nuevo vocabulario, dilemas, ejemplos de amor, de heroismo, de lealtad y de flaqueza, por dejarlo aquí.

Si el año que viene el maestro o maestra vuelve a tachar senos y belleza en los libros, no me importa.

El bien ya está hecho:

Los gansitos habrán oído hablar ya de "los dioses" y ya no sólo de diosito.

Los gansitos habrán visto imágenes de centauros contra hombres, ambos a torso descubierto.

Los gansitos habrán visto un power point con imagénes de Medusa sin que nadie grite al ver sus senos al aire: "¡Está encuerada!"



Mientras tanto, la rutina -escolar- sigue.

El curso se divide en 6 periodos de 6 semanas cada uno y ya estamos en la segunda de las últimas 6 semanas.

Se siguen cayendo dientes de leche, mientras afuera comienza el calor.

El milagro del aprendizaje, con sus diferentes ritmos, se va repartiendo aquí y allá entre los gansitos, mientras las carreteras se llenan de blue bonnet, la flor típica de Texas.

Al final de las últimas seis semanas habrá que hacer un balance final, pese a que llevamos examinando a los alumnos todo el año, con precisión milimétrica.

En principio, el nivel de lectura con el que llegaban los alumnos a 1st Grade era el nivel "C".

En principio, al final del año deberían estar leyendo en un nivel "H".

En principio, cada semana cada alumno debería ser examinado para comprobar el nivel de lectura y actuar en consecuencia.

Son todos ellos -supongo- demasiados "en principio".



También hemos de medir el nivel de escritura, que va esta vez desde el 1 hasta el 6.

Mis alumnos, durante 15 minutos al día, son escritores de verdad.

Cada uno de ellos tiene su folder de escritor, en donde guarda las historias que tiene a medias.

Esos 15 minutos son sagrados o al menos el silencio que durante ese rato exijo.

Para poderse inspirar han de concitarse ciertas condiciones.

Y hablando de ello, la semana pasada, al hilo de Pegaso, me vi obligado a hablar de las nueve Musas.



Toda esta parafernalia alrededor del proceso creativo de los alumnos, toda esta ceremonia y método que la rodea, no es cosa mía, pese a que así me hubiera gustado a mí. Pero no; se trata de un sistema que desarrolla esta colección de libros, que -en principio- debemos seguir al pie de la letra. En ellos se explica cómo orientar al alumno, qué decirle para que explote todo su potencial creativo y cómo convertirlo en un amante de la escritura.

¡Cómo me hubiera gustado a mí haber sido educado bajo las directrices que dictan estos libros!



Los aprendices de escritores, así, van poco a poco comprendiendo el mundo que les rodea, a fuerza de tratar de expresarlo y nombrarlo.



Periódicamente sus historias se van publicando en una pared habilitada para ello.

Y así van conociendo también -al leerlas- los mundos que habitan los otros, sus compañeros y escritores.

En todos esos mundos, sobra decirlo, hay papás, mamás, juguetes, perros, aviones, arco iris, flores, maestros y todo tipo de animales.

Pero de un tiempo a esta parte han empezado a aparecer Pegasos y otras criaturas mitológicas...



martes, 10 de febrero de 2009

SiCk DaYs


El sistema de sustituciones en Texas funciona así:

Cuando te pones malo, tú mismo eres el encargado de pedirte un sustituto. Accedes a esta página web y ahí especificas el motivo, el número de días (¡u horas!) que estarás ausente de la escuela e incluso las instrucciones (por escrito o en mensaje de voz) para el sustituto.

Puedes pedir un sustituto a las 5 de la mañana para ese mismo día si, de pronto, te pasa lo que a la Torroja.

Igualito que en España.



El sistema te ofrece la posibilidad de elegir el sustituto que tú quieras.

Yo anoche volví a elegir a Mrs. Godina, que tan bien lo ha hecho en otras ocasiones en las que he tenido que faltar por cursos o trainings.

Pero ahora lo hacía utilizando uno de mis valiosísimos sick days, días de enfermedad.

Un profesor en Texas tiene 5 días personales y 5 días de enfermedad.

Los profes españoles visitantes traducimos pícaremente ambos sumandos y los convertimos en 10 días para viajar.

Pero no: he tenido que gastar uno hoy y otro mañana, pues he ido al médico, me ha hecho una radiografía y una prueba de la gripe y me ha dicho que es neumonía lo que tengo.

Neumonía... no recuerdo haber estado bailando desnudo bajo la lluvia durante horas.

A eso es a lo que me suena la palabra "neumonía".

A eso, y bueno, al típico consejo de madre (o de mi amiga Yaiza):

-¡Abrígate, mi niño, que te vas a coger una neumonía!



He empezado a tomar antibióticos, de dos tipos.

Espero que surtan efecto y poder volver el miércoles a clase: me desespera ver cómo se esfuman mis trip days.

He de reconocer que el sistema de los 5 días produce algo de angustia:

¿Y si no me curo? ¿y si sigo enfermo? ¿y si me pasa algo más grave y necesito "una baja", eso que en España casi cualquier facultativo te consigue a golpe de lágrima?

Pues entonces, no quedara más remedio que gastar los 5 días personales también.

¿Pero y si no es suficiente? ¿y si caigo enfermo más de 10 días al año?

En ese caso, podré seguir faltando, pero dejarán de pagarme cada día que lo haga.

En esto el sistema americano es poco compasivo.

Pero la maquinaria escolar funciona perfectamente, sin las irregularidades a las que en España estamos acostumbrados.

Recuerdo las artimañas, obstáculos e impedimentos burocráticos a los que tenía que hacer frente Marisol, la directora de mi instituto en Lanzarote, cada vez que quería que nos llegara un sustituto a tiempo. La cosa podía durar toda una mañana, dejando mensajes en una aplicación informática llamada "frontal de directores" o haciendo llamadas de teléfono aquí y allá.

¡Y ahora yo mismo me puedo pedir, en menos de 1 minuto, mi propio sustituto!

Los sick days y los días personales se van acumulando de año en año si uno no los usa.

Esto hace al sistema bastante más humano.

Me parece bien este control y esta dosificación de los días que uno falta a trabajar.

Cuando fui jefe de estudios me repateaba no poder hacer nada ante esos profesores que siempre se ponían enfermos el mismo día de la semana, aquél en el que tenían una mayor carga lectiva, o aquellos colindantes a un puente.

El sistema americano permite que te pongas malo cuando a ti te dé la gana, pues con su eficaz sistema de sustituciones no sale nadie perjudicado.

No es, en cambio, un sistema indulgente con los profesores enfermizos. A los que ya han gastado sus días, les dice: "Lévantate, perezoso, que este día sí te lo vamos a descontar". A los que no han gastado ninguno, les premia dejándoles acumularlos para el siguiente curso.

Si uno sabe organizarse, tiene suerte y toma vitaminas con carácter preventivo, me parece un buen sistema.


viernes, 6 de febrero de 2009

ReCuErDo DeSeNfOcAdO


Volveré a Tyler, dentro de unos años:

Aproximadamente quince.

O quizás mejor, doce.

Estábamos mi madre y yo almorzando en el bar mexicano "La cosina", pequeño tugurio en el que se come estupendamente pese a que no sea la ortografía una de sus especialidades.

Estabámos hablando de ellos y le dije:

-¡Cómo me gustaría saber cómo serán de mayores, dentro de 15 o 20 años!

-Lo estaba pensando ayer mismo -me confesó ella-. Antes de irte de Tyler tienes que llevarte todos sus datos, domicilio, números de teléfonos, todo lo que tengas... y volver un día a ver si los encuentras.

Qué buena idea.

Volveré a Tyler, me quedaré en un hotel de carretera (¿y qué es Tyler sino una carretera?) y husmearé como un sabueso, hasta encontrarlos.

Husmearé para saciar esta morbosa curiosidad de averiguar qué habrá hecho con ellos el tiempo...



Kelly ha sido el último en llegar; mi madre ni siquiera lo conoció.

Ya somos veinte, sin contarme a mí.



Nahum habla bajíiiiiiiiiiiiiiiiisimo.

Cuando quiero que su voz sea mínimamente audible, le digo:

-Chíllame, Nahum, chíllame.

Es de los que pasa desapercibido, de los invisibles.

¿Seguirá siendo así dentro de 15 años?

¿Está ya latente nuestra futura personalidad en los niños de 6 años que algún día fuimos o, por contra, la adolescencia lo desbarata todo y es germen de un nuevo yo, de lo que serán los rasgos principales de nuestro carácter e idiosincracia?



Octavio no cupo de gozo al ver el puente terminado.

Es probablemente quien más vaya a echar de menos a mi madre, su maestra particular.

Llegó hace dos meses y los padres no lo habían matriculado en kinder. No sabía nada: ni los colores, ni contar del 1 al 5, ni reconocer las letras (ni distinguir una letra de un número), ni hacer un dibujo. El resto de gansitos ya leían, con mayor o menor fluidez (a excepción de Chris), ya escribían, ya sumaban, restaban, contaban hasta 100 y habían adquirido muchas otras destrezas y habilidades.

Gracias a mi madre, Octavio pudo tener -durante unos días- la atención necesaria para progresar adecuadamente.

Sin ella ahora mismo yo no puedo dársela.

Eso sí, construí su puente, haciéndole creer que lo habíamos hecho entre los dos.

Fue inevitable:

Mientras que el resto apenas había traído de casa una caja de zapatos, un rollo de papel higiénico y unos "popotes" (pajitas, en mexicano), Octavio había venido con dos bolsas llenas de material para construir un puente. Cuando lo vi pasmado frente a tanto material de constucción, mientras los demás se afanaban vertiginosamente en la construcción de su puente, le dije:

-Vente, Octavio, el tuyo lo vamos a construir los dos juntos.



Moisés es lento como los mexicanos de los chistes.

No es cuestión de capacidad: lee y escribe aceptablemente y en matemáticas está dentro de la media.

Pero cuando esperas de él una respuesta a una pregunta que le has formulado se demora como un perezoso. No sé lo que pasa en esos momentos por su cabecita. Pero sea lo que sea parece que ocurre a cámara lenta.

Armándose uno de paciencia, al final, habla.



Christopher Mendoza es de los más inteligentes y de los más "cultos".

Hace unos meses me hubiera parecido inapropiado el adjetivo "culto" para unos niños de seis y siete años.

Ahora me parece de lo más afortunado.

Christopher sabe qué es un girasol, quién es el presidente de USA, cuándo se acerca un día feriado y cómo expresarse en inglés.

Cuando el resto de niños no sabe eso que él si sabe me doy cuenta de que además de inteligente es culto.



Magdalena es la timidez personificada.

Y también la excitabilidad hecha niña.

Con una buena noticia (vámonos al playground, mi mamá les dejó unos regalos) se emociona como una yegua desbocada, la cara se le ilumina y el pulso -adivino- se le acelera como si hubiera desayunado con red-bull.




Israel es diminuto.

Mi madre y yo, entre nosotros, lo llamamos "el enano pimentón".

Apenas lee nada ni escribe.

Habla casi como los indios de las películas, sin conjugar correctamente el lenguaje.

Le cuesta, le cuesta mucho.

Y sin embargo, a su ritmo, algo aprende.

Ya se sabe los días de la semana. Recuerdo que estuve los dos primeros meses repitiéndolos con él todos los días. Cuando me los había recitado bien, le decía:

-Mira, Isreal, por la ventana: ¡un burro volando!

Acto seguido le volvía a preguntar y se había olvidado de todo.

Eso sí, le pone muchas ganas y quiere aprender, hacer las cosas bien.

¡Qué diferentes son todas estas cabecitas!

Isreal es uno de los que más me intriga saber qué será de él en estos años por venir.



Alex es también bajito, aunque listo como una tea.

Me hace mucha gracia ver con qué pintas llega a la escuela, arrastrando ropas cinco tallas mayor que la suya.

Hoy fue viernes (casual day) y a los profes nos dejan venir en vaqueros y a los alumnos prescindir del uniforme. Alex trajo una camisa hawaiana de chulo de discoteca, descomunal.

-¡Wow, Alex! Y esa camisa tan chula que traes ¿de dónde la has sacado? -le pregunté.

-Es de mi hermano -me dijo emocionado.

Son muchos en casa y me consta que los hermanos en muchas ocasiones son los que ejercen de papás.



Aaliyah vive perdida en su mundo, eternamente en la inopia.

Es todo sonrisas, sin embargo.

Se lo debe pasar muy bien allá arriba, dondequiera que esté mientras yo estoy explicando.

¿Cómo será Aaliyah cuando cruce esa frontera en la que termina la niñez?



Salvador es bueeeeeeeeeno.

¿Cómo se puede ser tan ingenuo, tan cándido, tan manso, tan niño?



Su hermano Jorge no se queda atrás.

Los niños de seis años son un laboratorio perfecto para aprender cosas acerca de la inteligencia.

Jorge es el artista de la clase. Nadie hay que dibuje como él y todos le reconocen unánimemente dicha autoridad. Todo lo que sea manipular y crear le apasiona y se le da estupéndamente.

Hoy les dejé a última hora un rato para jugar (pues nos han quitado el playground debido a la construcción de la nueva escuela) y Jorge me dijo que había tenido una idea y que si le dejaba "glue"y purpurina plateada.

Al rato, ya había dibujado un fabuloso dinosaurio azul con la cornamenta plateada.

También es de los mejores en matemáticas.

No obstante, está repitiendo; es un año mayor que Salvador. Y es que en lectura es muy flojito.

Su hermano Salvador, en cambio, lee estupendamente, cada día mejor, pero le cuesta bastante en matemáticas.

Mismos padres, misma educación en casa.

Distintas inteligencias.



Cindy me encanta.

Es la mejor que lee con diferencia.

Devora los libros y los exprime.

Cuando hacemos "Guided Reading" (si un día tengo tiempo y ganas ya hablaré acerca de las diferentes metodologías que utilizamos en clase) me lee absolutamente todo el libro, incluida la letra pequeña relativa a la editorial, el lugar y fecha de impresión o los datos de la portada:

-No, Cindy, eso no me lo tienes que leer.

Pero a ella le da igual:

-Pero sí, maestro -protesta- yo sí quiero leerlo.

Por las mañanas les doy la mano a todos y los buenos días.

Cindy no responde, entra como si la cosa no fuera con ella.

Un día le dije:

-Cindy, cuando te dan los buenos días hay que responder: "Buenos días".

-Ahh, vale maestro, no sabía.

No he querido insistir. Me gusta el modo en que me ignora y no me devuelve los buenos días, como si anduviera abstraída o todavía metida en su último sueño.



Chris...

¿Que será de Chris en 15 años?

No lee, no escribe ni su nombre, apenas se le entiende su lenguaje escasamente articulado.

Su inteligencia es de un niño de ¿de 2 años? ¿de 3?

O simplemente diferente.

Desde hace unos días la mamá le está dando la medicación.

Y al menos está más tranquilo y hasta más centrado.

No obstante, en mi clase siento que lo he perdido.

Me hacen falta dos o tres madres para atenderlo adecuadamente, licenciadas en psicología, psicopedagogía y educación especial.



Mónica es un encanto.

Empezó el curso y a las dos semanas se rompió el fémur. Estuvo dos meses sin venir. Luego la traía su papá en brazos, entraba a la clase y la depositaba dulcemente en su asiento, ayudándola con las muletas.

Pronto recuperó el tiempo perdido, destacando en lectura, escritura y matemáticas.

También en habilidades sociales: no sé cómo puede aguantar a Yessenia como compañera de mesa.

Sólo por esto se merece un monumento.



Timoteo es juguetón, pícaro, despistado, pillo, gamberrete.

Y al mismo tiempo adorable.



Samantha llegó hace tan poco como Kelly.

Tuve que ir al "Family Dollar" a comprar dos libretitas para ellos, idénticas a las que mi madre les había regalado antes de irse.

Es morenísima y tímida.

Va a tener mucho que recuperar, pero creo que tiene ganas y capacidad para aprender.

Hoy le pregunté por la quemadura que tiene en la mano:

-Me la hice planchando -me dijo.



Jacob es todo lo contrario que Nahum: nunca pasa ni creo pasará desapercibido.

Es impulsivo, apasionado con todo lo que hace y dice, siempre con la carcajada en la boca.

Es un desvergonzado: llegó con un mes de retraso y desde el primer día, a la hora del snack, se dedicó a coger en peso a Isreal, a levantarlo del suelo mientras le decía:

-¿Por qué eres tan chiquitito? ¡Mira que fuerte soy!

Es el único de mis alumnos -que yo sepa- que necesita llevar gafas, pero no las trae.

De hecho, ya se trate de tareas o documentos para ser firmados por sus padres, son pocas las cosas que trae de casa.

A veces viene bañado y peinado, con el pelo perfumado con el jugo de limón que las mamás mexicanas utilizan a modo de laca o fijador.

Otras, no, como casi la mitad de ellos.

Mi madre se ha percatado mucho mejor que yo de lo sucios y desaliñados que llegan algunos gansitos a la escuela.



Yessenia es tremenda.

Ella y Jacob son las personalidades más fuertes de la clase.

Siempre quieren intervenir, mandar, organizar, decidir, ayudar al maestro, ser líderes en la fila y en todo lo demás.

Yessenia es la única alumna de la que he tenido que hablar con sus padres por su mal comportamiento.

Es lista como el demonio y además servicial, resabida, cumplidora... siempre y cuando no se le lleve la contraria.

Yessenia no soporta la idea de ser igual que los demás ni por tanto tener que hacer lo mismo que ellos.

Su vocación es mandar, ser la segunda de a bordo, mi ayudante predilecta.

Al principio de curso sólo conocí su lado angelical:

-Maestro, yo sieeeenpre te voy a ayudar. Siempre, maestro, en todo lo que tú quieras. Porque yo en mi casa ayudo muy bien a mis papás y a ti que eres mi maestro te voy ayudar también, porque yo soy muy buena ¿verdad que sí, maestro?

Yo asentía mientras me moría de risa por dentro.

Pero pronto me di cuenta de cómo disfrutaba ejerciendo tiránicamente su poder sobre los otros.

Yessenia los mantenía a todos calladitos y en silencio, concentrados en su trabajo, pero a costa de un trato vejatorio e injusto.

Una vez cogió el palo con el que señalamos los números para contar y le pegó a Chris en la cabeza.

Yessenia era como ese matoncete eficaz pero algo brutote al que se le va la mano al tratar de ejecutar algún encarguito del capo mayor.

Yessenia es muy buena... de buenas.

Y muy mala cuando está de malas.

Rebelde y retorcida.

Un día le llevé la contraria y no le dejé levantarse y trabajar de pie, apoyando su cuaderno en el atril donde leemos los Big books, pues de hacerlo todos los demás hubieran querido hacer lo mismo.

Ese día estuvo de morros conmigo.

A la hora de "Guided Reading" empezó a leerme como una niña chica, como si no supiese leer:

-Es que ya no sé leer, maestro. Mi mamá no me enseñó.

Al hacer el "Texas Lee", un examen estatal de lectura, ocurrió lo mismo y sus resultados fueron catastróficos.

Yessenia tiene más cuento que Calleja.

Ella ha estado en África; la llevaron allí sus papás cuando ella era muy chiquitita, en barco; allí fue donde vio delfines; no en el mar, sino en los lagos.

Todo eso, con tal de hacerse escuchar y de arañar unos minutos de protagonismo.



Edward también aguanta a Yessenia estoicamente, con mucha diplomacia y mano izquierda.

Si ella se excede, siempre está Timoteo, su protector, cerca para defenderlo.

Curiosa simbiosis la de Timoteo y Edward.

Edward deja que Timoteo se asome a su cuaderno y copie lo que hay que hacer, cuando no le ayuda directamente.

A cambio, Timoteo le ofrece simbólicas y periódicas pruebas de amistad:

Cuando se gana el privilegio de ser el primero de la fila, sonríe y tras encontrar con la mirada a Edward lo señala y me dice:

-Mejor que sea él, que también quiere.



Isaura es adorable, simpatiquísima, probablemente la más graciosa de todos.

Mi madre la definió como "una niña feliz".

También es la más santurrona.

-No, ayer no pudo ser domingo -le dije a un alumno, corrigiéndole- pues ayer vinimos al colegio y los domingos no se viene al colegio.

Isaura intervino veloz y, subrayando bien sus palabras, remató:

-Los domingos no vamos al colegio, vamos a la Iglesia. El domingo
-continuó, alzando su dedo índice y agitándolo admonitoriamente- es día de doctrina ¿queda claro? ¡D-e d-o-c-t-r-i-n-a!



De todos me asombra sus ojos enormes y llenos de vida.

Su sonrisa y su risa incondicional.

Su pureza y su ingenuidad.

Sé que no tienen vidas fáciles muchos de ellos.

Sus papás no tienen siempre todo el tiempo para ellos que sería deseable, siendo la mayoría inmigrantes en un país en el que se trabaja demasiado.

Por las mañanas, cuando llegan enlegañados, con la cara sucia o con la misma mancha de mostaza en el polo de la semana pasada, me pregunto dónde están sus mamás (queridas lectoras suspicaces: en la cultura mexicana aún resulta inconcebible que los papás se ocupen de estos menesteres).

A algunos les pegan.

O están expuestos a situaciones familiares indeseables: alcoholismo, droga, malos tratos, pobreza, cárcel.

A uno de ellos lo violó un adulto, con un palo.

La naturaleza está, todavía, de su parte.

Les protege la infancia y su ceguera hacia el mal que la circunda.

Les protege esa dosis de felicidad natural con la que nacemos todos.

Me pregunto qué será de ellos cuando crezcan y se rompa la membrana de ese mundo de dicha del que fueron miembros.

Me pregunto qué, a quién me encontraré cuando regrese a Tyler, después de tanto tiempo, con un recuerdo desenfocado de mi estancia aquí junto a mis queridos gansitos.