sábado, 31 de octubre de 2009

GoZoSa ObLiGaCiÓn


El objetivo es hacerse experto en golosinas, dulces y chuches.

Hay que probarlo todo: chocolates, caramelos, tartas, trufas, helados.

Hay que aprender a distinguirlas y a clasificarlas.

Hay que comer muchas: practicar.

Cada martes y cada jueves de 19:30 a 22:30 nos reunimos, debatimos y sacamos conclusiones en torno a la caja de bombones que hemos tenido que zamparnos durante la última semana.

Allí nos juntamos sibaritas, golosos y diabéticos de primer orden:

Enamorados de lo dulce.

Paseo por las calles de Madrid con el ánimo azucaradamente feliz.

Y cada noche antes de dormirme me atiborro a nectar de ambrosía.

Y esto, en suma, es más o menos lo que puedo contar acerca del máster de escritura que he comenzado.


Aquí me siento más libre


Lo reconozco: me encanta exhibirme aquí, en el blog de Andriu, sin que nadie me conozca y sin tener que rendirle cuentas a nadie.

Hoy volví a madrugar. Creo que esta va a ser la única forma de utilizar la computadora de Valeria: aprovechar estas horas en las que ella está en el séptimo sueño. Además, me encanta el silencio del patio de vecinos a esta hora y el trozo de noche que se ve desde nuestra ventana, recortado en miniatura, pues vivimos en un primer piso.

Pero sobre todo está eso de no rendir cuentas. Alfredo se lo calla todo, no me critica, no me hace ningún reproche. Pero yo intuyo que disimula bien lo que piensa: que soy un monstruo, un perturbado, un paranoico. No juzga mis escarceos sexuales ni pone caras extrañas cuando le hablo de los papelitos en el bolsillo.

Y qué decir de Valeria. Ella juzga y critica y reprocha, con la mirada, con los silencios, con el llanto y a veces también con la palabra, algunas veces. A ella no puedo seguir contándole todas mis monstruosidades, ya no. Dejé de hacerlo y creo que así sufrimos menos lo dos.

O bueno, no sé, algunas veces cr




viernes, 30 de octubre de 2009

Vuelvo a las minúsculas y a los títulos laaaaaaargos


Madrugué mucho hoy para poder escribir este texto. Valeria duerme. Me levanté sigiloso de la cama, para no despertarla a ella ni a Galoha, para agarrar su computadora y poder aclarar un poco todo esto. Ayer no más pude visitar el blog pero bien rápido porque Valeria rondaba cerca. No le dije todavía que estaba escribiendo acá y desobedeciendo a Alfredo y pensaría que algo extraño estaría yo tramando si me viese de pronto pegado a su computadora, con la que nunca me relaciono. Es noche cerrada todavía.

Leí todos los comentarios y me sentí bien hundido. Pero a lo mejor fue por mi culpa. Estoy acostumbrado con Alfredo a soltar boludeces todo el tiempo y a que él no diga nada. Sólo a veces hace una pregunta, se fija en algo que dije, me manda a repetir algo, pero casi nunca me corrige ni me critica ni me reprueba mi actitud. Por eso me sentí hundido. Quizás debí primero contar algo más normal sobre mí, decir quién soy, todo eso, y no contar lo de mi problema con el sexo. Perdoname, Andriu y todos los demás por ser tan pelotudo.

Ya dije que no me llamo Silvio Lombardi pero por favor no me pregunten por mi verdadero nombre. Andriu, podés llamarme Mr. Lombardi si querés, no me pareció ofensivo. Vivo con Valeria y su hija Galoha, una nena linda como una flor que tiene tres añitos y medio. Su padre es un brasileño que apenas se habla con Valeria, salvo los fines de semana alternos, que le toca a él. El chabón le pasa 150 euros mensuales y es un tremendo pelotudo.

A Valeria la conocí en un parque, es una larga historia. Vivimos juntos, dormimos juntos, cogemos juntos y supongo que nos queremos, no lo sé muy bien. O bueno sí, yo la quiero, y ella me quiere, pero de modos diferentes. No sé si me explico. Creo que no, pero da igual.

Desde el principio le conté que era adicto al sexo y que conmigo no iba a conseguir fidelidad ni paz. En esto soy sincero siempre, desde el principio. Por eso acaso siempre estuve solo. Pero ella me dijo: "Vente con nosotras, no me importa". Siempre me llevé bien con Galoha, desde el principio. Es un cielo y su mamá la quiere con locura. Creo que me dijo "vente con nosotras" porque adivinó que iba a ser yo mucho mejor padre que el Zanahoria (así llamo yo al brasileño). Y en eso Valeria no se equivocó. Cuido a la nena, la ducho, la peino, le digo: "poné aquí la ropa sucia, Galoha, poné allí los zapatitos, sentate a la mesa", le pongo la cena y le leo cuentos de Teo, que ya me sé de memoria. Quiero a esta nena como si fuera mía y no del Zanahoria.

Pero en lo otro sí se equivocó Valeria. Creo que pensó que yo podría cambiar, que podría reformarme, ser normal. Y creo que yo también lo pensé aluna vez, estando con ella. Pero el día menos pensado volvía a crecerme por dentro el monstruo. Pero no quiero aburrirles ya con lo del sexo y perdonen si les molestó que contara acá mi última cogida con la mina del metro.

Y en cuanto a lo de crear otro blog propio de Lombardi no voy a hacerlo. No sé si seguiré con vida dentro de poco y si le pedí a Andriu escribir en la suya es porque de confirmarse mis temores no quisiera que mi historia quedara olvidada e ignota en una web que nadie visita. Andriu, sabés que podés bloquearme cuando quieras, o al menos eso me dijiste vos. No contesté a tus correos porque casi nunca me lo abro. Mejor hablame así como hacés ahora, desde el blog.

Me voy otra vez junto a Valeria, empieza a ser tarde, o más bien temprano. Si se despertara y me viera escribiendo a estas horas se pensaría que estoy todavía más loco de lo que estoy.

jueves, 29 de octubre de 2009

ReLaToS eRóTiCoS


Me gusta mucho la foto que Moisés Fleitas ha elegido para ilustrar el relato con el que contribuyo a esta nueva edición de la Bienal Off.

(Está incompleta, a la derecha un sacerdote con Biblia en mano amonesta al pertinaz pajillero de las gafas de sol)

Mañana jueves 29 en Costa Teguise se presenta la compilación de relatos eróticos.

Aquí están las señas.

Me han enviado el libreto en pdf y me encanta la presentación: mañana empiezo a leer el resto de relatos.

Por cierto, allí estará nuestra querida Maronini, que contribuye también con un relato de tono costumbrista sobre las diferentes formas de sentir la pasión amatoria.

(Y que me va a coger unos ejemplares para mí ¿no es cierto?)

Si quieren verla sin la careta del nickname, o si quieren disfrutar de una velada literaria subidita de tono, no se lo pierdan.


martes, 27 de octubre de 2009

PaRa OcTuBrE

dObLe iDeNtiDaD


Yo no me llamo Silvio Lombardi ni la mujer con la que vivo se llama Valeria ni mi psicólogo terapeuta se llama Alfredo.

Son sólo seudónimos que me inventé para contar todas estas cosas en el blog de Andriu.

Para protegerme.

Así que hasta en los nombres es diferente lo que cuento aquí de lo que cuento en el cuaderno de tapas negras que cada lunes y cada miércoles revisa aquél a quien di en llamar Alfredo.

Pero todo lo demás es verdad.

Ayer por la tarde, no obstante, tuve que mentirle a Alfredo. Le entregué el cuaderno negro en blanco y le dije que no había escrito nada durante el fin de semana, que me la había pasando pintando y buscando laburo y vendiendo pulseras en la plaza de Chueca. No le conté, pues, que lo había desobedecido y que había seguido escribiendo en este blog del que no tiene la dirección, a escondidas, desde la computadora de Valeria.

Creo que se tragó todo el cuento aunque con Alfredo nunca se sabe, casi nunca habla ni dice nada, sólo yo le cuento mis historias y él pregunta algo de vez en cuando.

No como ustedes.

No estoy acostumbrado a tantas preguntas.

Les diré por qué hago terapia con Alfredo:

1) Porque soy argentino.

2) Porque soy adicto al sexo.

3) Porque intuyo que me quieren matar.


lunes, 26 de octubre de 2009

PeSaDiLLaS DoCeNtEs


Ahora que la gente me pregunta a qué me dedico,

Ahora que me interrogan: ¿tú qué eres? ¿qué haces?

Ahora que no sé muy bien cuál es la respuesta,

Ahora que respondo: paseante, escritor, persona, profesor;

Y a medida que avanza la noche: equilibrista, instructor de yoga y demás lindezas.

Ahora me da por volver a tener sueños de profesor.

O casi.

Y es que los profesores también tienen sueños:

Y pesadillas.



Hay toda una serie de pesadillas docentes grabadas a fuego en el imaginario colectivo del gremio:

Por ejemplo, soñar que llegas al instituto y está desierto y no tener ni idea de qué ha podido ocurrir.

O llegar y entrar en clase y darse uno cuenta de que ha olvidado vestirse y anda semidesnudo o en pijama.

O enfrentarse de golpe y porrazo al primer día del curso sin tener ni idea qué decir, sin haber mirado el programa ni saber siquiera el nombre de la asignatura que uno debe impartir.

Todos estos son sueños de profesor.

Pero este curso yo no soy un profesor, sino un semiprofesor o un cuasiprofesor:

En suma, un profesor que disfruta de un año de licencia por estudios.

Y anoche, por cierto, he sabido lo que sueñan los profesores que disfrutan de un año de licencia por estudios.

Quizás es porque mañana comienzo el curso de Escritura en el que me he matriculado.

Quizás es porque mañana empiezo a cumplir un horario (extenuante, por cierto: de martes a jueves con descanso los miércoles, dos horas cada día).

A partir de mañana tendré profesores y quizás también tareas, "deberes", cuadernillos Rubio que caligrafiar...



Lo cierto es que he soñado lo siguiente:

Me presentaba en mi instituto, en Lanzarote, en el que tengo la plaza pero que todavía no he ocupado. Estaba hablando acaloradamente con la directora, que me amonestaba por mis reiteradas faltas durante el mes de septiembre. Entonces me enseñaba un sobre con dinero y me decía que se trataba de mi sueldo pero acto seguido sacaba de él un fajo de billetes de 100 euros y me decía que creía que era lo más justo detraerlos de mi sueldo puesto que había faltado reiteradamente, incluidos los fines de semana. Yo le decía que sólo había tenido dos catarros cortos, poca cosa. Y ella replicaba que no, que había faltado 12 días seguidos por no sé que historia de la mano: "¿De la mano? -le dije- ¡Yo nunca he tenido un problema en la mano!". Pero ella me enseñaba el parte de faltas con 12 grandes cruces seguidas en el mes de septiembre y unos documentos médicos con fotos y radiografías de las uñas y tendones de las manos. Al pie de las fotos rezaba: "lecho ungueal de los dedos". Yo no comprendía nada, me indignaba y protestaba mientras trataba de contener el desbordamiento de un llanto que se revolvía en mi interior. Le decía que yo era de esos profesores cumplidores que nunca faltan y que lo de este mes de septiembre me resultaba inexplicable pero que de cualquier forma no se volvería a repetir.

Aquí se interrumpe la escena:

Porque de pronto me encuentro fuera del instituto, apoyado sobre la ventanilla del coche de la directora y ella me está contando problemas suyos de índole personal y el tono es amistoso, cómplice, confidencial.

Me levanté sobresaltado y divertido, tras descubrir los caprichos y juegos con los que se entretenía mi inconsciente por las noches.

Me acordé de Silvio y me dije:

-Esto que venga Alfredo y me lo explique.


FoTo ReLaTaDa 4


De pequeño me daban miedo las arañas y aún hoy me producen cierta aversión las telas que tejen por doquier.

Tejen y retejen y contratejen incesantemente:

Tic, tic, tic, tic...

Tejen sin cesar con sus uñas como agujas:

Tac, tac, tac, tac...

¿Puedes oirlas?

Las telarañas que tejen embaucan, atrapan: son trampas.

Y tú y yo -¿no te has dado cuenta?- también tejemos nuestra telaraña.

Escúchala:

Tic, tac, tic, tac...

Suena igual que un reloj.

Y es que el amor es también un poco trampa:

-¿No te has dado cuenta?

domingo, 25 de octubre de 2009

úLTiMa CoGiDa


Voy a intentar seguir las directrices estéticas propias del blog de Andriu.

Voy a separar las frases con puntos y aparte, voy a centrar la foto y a imitar su estilo.

Por puro divertimento no más.

Y a contar lo que me ocurrió hace un par de semanas:

Estaba esperando el Metro, parada Tirso de Molina.

Al lado mío había una mina leyendo un libro.

Entonces se le cayó al suelo un papel del libro, un marcador supongo.

Ella no se movió así que me agaché y se lo recogí.

Ella me miró y me sonrió pero no me dijo nada.

Llegó el vagón y nos sentamos de nuevo juntos: en realidad no quedaban más que esos dos asientos libres.

Empecé a mirarla a través de los cristales de enfrente. Cuando llegábamos a una estación la iluminación exterior borraba su reflejo. Al arrancar el metro, en la oscuridad de los túneles, aparecía de nuevo reflejada en el cristal también su silueta y su cara, que me miraban.

De repente sentí una presión en el muslo.

Era su rodilla apretando ligeramente mi pierna.

Dudé si era normal ese contacto.

Miré a mi alrededor y vi que ningún otro viajero rozaba sus rodillas con la persona de al lado.

Volví a mirar al cristal de enfrente y entonces creí percibir en su reflejo una sonrisa de gato.

Entonces apreté yo también mi pierna derecha contra su izquierda.

Mi erección era mayúscula.

Entonces se detuvo el tren en Tribunal y ella se puso en pie para bajarse.

Yo hice lo mismo y comencé a seguirla.

Sus nalgas se desbordaban para atrás como en oferta.

Se metió en un bar y se pidió una copa de algo.

Yo me senté dos mesas más allá y me pedí una birra que bebí a tragos largos.

Me levanté y me acerqué a su mesa pero cuando estaba a tan solo unos metros de ella seguí de largo hasta el baño, rozándo con mi costado su hombro al pasar por su lado.

En el baño me lavé las manos y al incorporarme la vi reflejada en el espejito del lavabo, entrando al baño.

Entonces me volteé y me corrí a un lado para qe ella pasase.

Pero ella se corrió también del mismo lado y nos quedamos de frente el uno al otro.

Entonces la agarré por la cintura y empezamos a manosearnos y a besarnos.

Nos fuimos al baño de mujeres y allí nos volvimos locos.

Le bajé hasta los tobillos un tanga rojo como la foto de hoy.

Tenía una cola soberbia, con dos grandes nalgas firmes y lustrosas.

Cogimos en silencio, mordiéndonos el ruido.

Luego salió del baño y yo esperé unos minutos allí sentado en la tapa antes de seguirla, para evitar sospechas.

Pero cuando estaba fuera ella había desaparecido, tras haber pagado mi birra.

......

No sé por qué conté todo esto.

Quizás porque nunca lo escribí en el cuaderno negro.


sábado, 24 de octubre de 2009

PaRa cHeLuCaNa...


...que creo se refería a esto...


...cuando hablaba del Zoom de Istvan Banyai.


Regreso repentino

Andriu, hay que ver todo lo que se están metiendo tus comentadores por mi culpa. Ojalá no me cojás rencor a mí por todo esto. Por si acaso, para que vos nos os enfadés conmigo, haré un punto y aparte...

Por cierto, vos no dijiste nada acerca de centrar las fotos, así que me he tomado la libertad de publicar esta de nuevo a la izquierda. (¿sos de izquierda? Nunca hablás de política en el blog, creo).

Respecto a tu mail, perdoname, tardé mucho en responderte. Ya viste que no me molestó nada todo lo que me decís. Me parece normal que querás conservar cierta unidad formal en tu blog. Como pintor y muralista que soy lo entiendo perfectamente. Pero ya que todo lo que me escribiste no son más que sugerencias haré uso de mi libertad cuando lo crea oportuno. Trabajemos en equipo, pues, como decís.

Pero antes de nada me gustaría explicar por qué en tan poco tiempo he decidido no volver a escribir y ahora recién rectifico:

Acudo desde hace dos años al psicólogo, dos veces por semana. En la sesión del miércoles le conté a Alfredo que había empezado a escribir en un blog y le conté toda la historia del teléfono móvil en el Templo de Debod. Alfredo siempre me dice que escriba, que escriba, que escriba, que escriba todo lo que me pasa y todo lo que ocurre en mi cabeza. Me ha dado un cuaderno de tapas negras y duras: "Llévalo a todas partes, Silvio, conviértelo en tu amigo y confidente" -me dijo.

A mí me aburre un poco escribir tanto, prefiero pintar. A veces no se me ocurre ya que contar. Lo que hago durante el día me resulta aburrido y monótono. De repente sin darme cuenta me he puesto a dibujar, a llenar de dibujos el cuaderno... o de rayones. Luego Alfredo revisa en silencio mi cuaderno, repasa lo que he hecho en los últimos días, lo que "he avanzado", y me mira con ese gesto de profesor decepcionado y a mí se me cae el mundo encima.

Pero después de escribir mi primer texto aquí me sentí eufórico, pletórico, radiante. No sé si me entendés. Era casi como pintar un gran mural, de esos que se alzan sobre los tejados y que todo el mundo puede ver y contemplar y admirar.

Pero a Alfredo no le gustó la idea. Me pidió la dirección del blog y me dijo que él tenía que supervisar lo que yo escribiera y que no era conveniente que hubiera tanta gente opinando e influyendo en lo que yo contara o dejara de contara. Se refería a todos los comentadores, a ustedes. Alguien habló de "presión mediática", pues eso.

Le dije a Alfredo: "Estate quieto, no voy a escribir más, ya está, sólo fue un texto y muy cortito". Lo hablé con Valeria y ella me dijo lo mismo, que obedeciera a mi psicólogo. Así que por eso escribí ese texto de despedida.

Pero he seguido visitando el blog, "desde la sombra", cuando Valeria se hallaba en el laburo, como ahora. He estado leyendo los comentarios que pedían "Vuelve Silvio", "Arriba Silvio, abajo Andriu, dictador". He sentido otra vez ese fuego en el estómago. Y sobre todo: no he escrito nada de esto en el cuaderno de tapas negras.

Porque donde me dan ganas de escribir es aquí y no en el cuaderno negro. No sé si debería por lo menos contárselo a Valeria. No todavía. Voy a esperar un poco antes de decírselo...




viernes, 23 de octubre de 2009

CaRtA aBiErTa


Este blog tiene reglas.

Pero ha tenido que llegar Silvio para darme cuenta de ello.

No son muchas ni tampoco son demasiado estrictas ni tajantes.

De hecho, al ser reglas implícitas, me permito quebrantarlas si se presenta la ocasión sin tener conciencia explícita de estar haciéndolo.

Le escribo esta carta abierta a Silvio, pues su último post me ha sorprendido y me pregunto ahora si su decisión de dejar de escribir como contribuyente en NaDa PeRmAnECe ha podido deberse a un mail que le he enviado ayer.

He de reconocerlo: siempre se me dio mejor trabajar solo que en equipo, aunque es éste un rasgo de mi personalidad en el que me voy enmendando.

Pero queda aún camino por recorrer:

En mi correo a Silvio le hablaba de lo estupendo que me parecía la idea de tenerlo como contribuyente.

Pero a continuación le explicaba que, quizás por la fuerza de la costumbre y el efecto acumulativo del tiempo (que no sólo consume y desgasta y erosiona, sino que también afianza, sedimenta y consolida) poco a poco el blog, este blog (pues de pronto casi había dejado de ser mi blog) se había pertrechado de una serie de normas o reglas básicas, o acaso sería más apropiado hablar de señas de identidad.

Le hablé a Silvio (te hablé, Silvio) de los títulos de mis posts, siempre formados por DoS PaLaBrAs, así como de la alternancia característica de mayúsculas y minúsculas.

Te hablé de la conveniencia de hacer puntos apartes para hacer más ágil y digerible la lectura.

Te hablé de la conveniencia de colgar alguna foto que ilustrase las palabras.

Te hablé de la importancia de etiquetar las entradas, para poner algo de orden en todo esto...

En fin, supongo que lo principal de mi mail queda resumido en esto.

Tú no contestaste, a no ser por ese lacónico y breve post de despedida.

(Sin foto, por cierto, sin etiquetas, sin alternacia de mayúsculas y minúsculas...)

Y la máquina de inventar hipótesis se puso a funcionar a todo gas.

Pero no había mucho margen para la especulación:

Supongo que mis recomendaciones te parecieron paternalistas o autoritarias.

Y que preferiste retirarte, declinar mi gesto de agradecimiento por haber dado con mi móvil...

Así que si es ése el motivo de tu despedida, te pido que reconsideres tu postura.

Como dije, me estoy enmendando poco a poco. Cada vez entiendo mejor eso de que cuando se trabaja en equipo el perfeccionismo y las manías propias han de hacer concesiones a las de los demás.

Así que sigue publicando si así lo deseas y hazlo con libertad.

(Yo me morderé la lengua mientras tanto)

(Es broma)




jueves, 22 de octubre de 2009

Mi despedida

Pido perdón por las expectativas que pude crear. Pero no voy a escribir más en este blog. Un cordial saludo a todos los comentadores y a vos especialmente, Andrés. Podés borrarme como colaborador si querés.

miércoles, 21 de octubre de 2009

VeNdO SuEñOs.3

VeNdO SuEñOs.2


Todo empezó con una carrera por Madrid.

Zas, zas, zas -rozaba la tela de mis bermudas a cada zancada.

No había salido a correr, sino que tenía que llegar al Templo de Debod antes de que anocheciera.

Flap, flap, flap
-sonaban mis tenis al golpear el pavimento de las aceras.

Había visto las últimas tardes unas puestas de sol increíbles desde allí pero no había llevado la cámara.

Llevaba dos semanas sacando fotografías de todo tipo, algunas de ellas un poco tontas, así que me dije que ya era hora de inmortalizar un atardecer desde el Templo de Debod.

Seguí corriendo hacia el oeste.



Frente a un paso de pearones me paré.

La calle Princesa era un río imposible de cruzar en ese momento: un tráfico denso de coches la atravesaba sin tregua.

Había una chica a mi lado y enseñándole la foto le pregunté:

-¿Adivinas lo que es?

Tuvo que pensarlo un rato pero acertó:

-Parece un semáforo en verde.

No suelo hacerle estas preguntas a desconocidos pero esa tarde andaba un poco eufórico.


-¿Y en ésta que ves?

-Un semáforo en rojo, ésta es muy fácil -me dijo, algo divertida.

La noche anterior había visto el video del argentino vendedor de sueños que me recomendaba Carse en un comentario.

El argentino, en el video, recorría las calles de Buenos Aires y se dirigía a los tristes y apáticos rostros que poblaban los transportes públicos de esa gran ciudad y les ofrecía alegría, optimismo, humor y el cumplimiento de un sueño.

Creo que inconscientemente andaba yo esa tarde contagiado de la dicha de aquel cortometraje y veía detrás de cada mirada y cada rostro un sueño, un anhelo, una felicidad oculta que habría de manifestarse con tan solo rascar un poco.

Cambió el semáforo de color y crucé el paso de cebras corriendo hacia el atardecer en fuga.



Y llegué a tiempo, más o menos.



Piedra, cielo, agua, luz, tiempo...

En una esquina varias personas sacaban la misma foto, como en un museo.



Alguién dijo:

-Joder, aquí cualquiera saca buenas fotos.

Y era verdad.



Me relajé a medida que iba sacando instantáneas, casi nocturnas.

El disco solar se había esfumado pero todavía el cielo mostraba unos colores cálidos que cambiaban por segundos.



Pero entonces me palpé el bolsillo del suéter y noté una ausencia.

Revisé los bolsillos laterales de las bermudas: tampoco.

-Nooooooo -pensé, intentando mantener la calma.

-No puedo haberlo perdido mientras corría -me dije, contra toda evidencia.

Pero era justamente eso lo que había ocurrido:

¡Había perdido el móvil!

Empecé a auscultar el suelo, a volver a cada uno de los sitios del parque en los que me había parado a sacar fotos.

Rehice el camino mientras pensaba en la ingente libreta de direcciones que acababa de perder para siempre.

Pensé en todas aquellas personas de las que sólo tenía eso: un número de teléfono.

Seguí buscando mientras me hacía a la idea de que aquello era una despedida de todas esas personas.

La vida estaba llena de despedidas, ésta era una más simplemente.



Volví a casa desandando el camino que me había llevado a casa.

Rumiaba mi rabia y me lamentaba de lo grande que se me antojaba entonces esta ciudad llena de gentes y de rincones insospechados en los que podría haber caído mi móvil.

Y me acordé de aquel otro móvil que encontramos una noche de marcha en Fariones...

Recuerdo que estábamos ya un poco borrachos y marcamos los números que aparecían como llamadas recientes:

-Wanchis, fanchis, wonch...

Aquello debía de ser inglés pero yo no había estado en Texas todavía y al otro lado de la línea habían bebido todavía más que yo.

Conseguimos no obstante hablar con una amiga de la dueña del móvil a la que se entendía un poco mejor.

La dueña del teléfono estaba muy perjudicada.

Le di mi número y mis señas y le dije que viniera a recogerlo cuando quisiera.

Mientras el Cizañas y yo leímos todos los sms del móvil y nos inventamos a partir de aquellos mensajes una novela:

-¡La chica era una auténtica psicópata!

Pero esto es ya otra historia: a los dos días la guiri y su amigo se acercaron a La Caleta para recuperar el móvil. No pude aceptar la botella de vino que me trajeron como agradecimiento, pues aparte de violar su intimidad nos habíamos dedicado a sacar fotos chorras con su móvil y no las habíamos borrado. He de reconocerlo: me encantan este tipo de gamberradas surrealistas.

El caso es que ahora estaba yo del otro lado, aquí en Madrid.

Quise que alguien encontrara mi móvil, que alguien leyera todos mis sms e inventara a partir de ellos una novela y que esa misma persona me devolviera el teléfono con la memoria llena de fotos surrealistas.

Pero todo esto era improbable: mi móvil llevaba unos meses fallándome, apagándose sin previo aviso, al menor golpe, difícilmente habría aguantado encendido tras la caída desde el bolsillo de mi suéter.

Había no obstante que intentarlo:

Me dirigí a unas chicas que estaban apoyadas en la boca de metro de Ventura Rodríguez y les conté la historia:

-Sólo les pido llamar a mi móvil para ver si da tono.

Con cierta desconfiaza accedió una de ellas a hacerme el favor: marcó ella el número que yo le dicté, sin atreverse a dejarme a mí su teléfono.

-Da señal -me dijo.

(Uff, bien, menos mal, vamos, vamos, suena, sigue sonando)

-Alguien lo ha cogido -
y me dejó acercarme al auricular, mas sin soltar ella su móvil.

(Milagro, milagro, Dios existe y es grande y bueno)

-Alo ¿vos sos Andrés, el dueño del móvil?

-Sí, soy yo, uff, menos mal que alguien lo ha encontrado ¿por dónde está usted?

-Yo estoy en el Templo de Debod, acabo de hablar con su madre...

(Doble seis, doble seis...)

-Muchisimas gracias, no me lo puedo creer, menos mal que hay gente como usted... Ahora mismo estoy allí, en cuatro minutos, llego enseguida -le dije, eufórico y acelerado- Le tengo que contar el corto que vi anoche sobre un argentino que... porque usted es argentino ¿no?... Bueno, ahora mismito llego allí y le cuento en persona -y acordamos vernos en la esquina del Templo desde el que todo el mundo saca las fotos.

Le agradecí la ayuda a las chicas, que se quedaron atónitas, y salí corriendo nuevamente.

Allí en el lugar acordado estaba Silvio, con una chica.

-Andrés ¿verdad?

-... Síii... -contesté jadeando, sin aire en los pulmones casi- ...llegué lo antes que pude.

Me explicó que habían estado mirando la libreta de direcciones hasta encontrar "Casa". Les había salido una señora que les había dicho que ella no había perdido ningún móvil. Mi madre tenía el suyo delante mientras contestaba por el fijo y no sabía que la llamaban desde Madrid. Tampoco cayó en que mi hermano y yo también tenemos el número de "Casa" en la agenda telefónica.

Silvio y la chica llamaron entonces -al azar intuyo- a mi prima Fátima, que al ver en la pantalla mi nombre pudo comprender de golpe lo que había ocurrido.

Fátima llamó a mi madre pero para entonces yo ya había localizado a Silvio:

-Oigan, se los agradezco infinitamente ¿qué puedo hacer por ustedes? Lo que quieran, en serio, les invito a una copa, a un café, tomen -dije, sacando un billete del bolsillo, aunque medio avergonzado.

Ellos supieron mantenerse en su sitio:

-¿Cómo era esa historia del argentino? -me preguntaron.

Les conté con más detalle el contenido del corto. Entonces me acordé de aquella canción de Sabina, en que como agradecimiento a los rateros con los que pasa la noche les dedica una canción. Y les dije:

-Aunque sea, aceptarán que les dedique unas palabras de gratitud. Busquen en Google "Nada permanece". Les saldrá mi blog, voy a dedicarles un post y me encantaría que lo leyesen.

Se sonrieron los dos con cierta complicidad. Yo me sentí un poco tonto, o loco. Pero estaba feliz. Y escribiría ese post, lo leyeran ellos o no.

Pero antes de poder escribirlo, el viernes muy de mañana, justo antes de coger el AVE a Barcelona, encendí el ordenador, abrí mi correo y leí el siguiente mail:

"Hola Andrés. Soy Silvio, ayer te devolví el móvil, supongo que no lo has olvidado, se te veía muy contento y nos contaste eso del tipo que vende sueños en el colectivo. Por cierto, no lo he encontrado el corto en Youtube, como me dijiste. Encontré tu dirección de mail en el blog tuyo. Te escribo por lo siguiente: he cambiado de opinión. He estado echando un vistazo a tu blog y he decidido que sí, que acepto ese contrafavor que tan amablemente nos ofreciste a Valeria y a mí. Sería para mí estupendo que me dejases escribir en tu blog por un tiempo, no sé, un par de meses. Ya te contaré, me han recomendado que escriba y creo que aquí el destino me manda una señal. Espero que no consideres que abuso por esta petición, pero ya que dijiste que harías por nosotros lo que quisiéramos entiendo que aceptarás gustoso. Si no quieres sabré entenderlo, espero tu respuesta"

Me fui a Barcelona sin responder el mail del argentino, de Silvio. Necesitaba meditar su propuesta.

Pero al final, sopesando pros y contras, decidí aceptar.

Anoche lo invité, como administrador del blog, a participar en calidad de autor, explicándole lo que tenía que hacer: abrirse una cuenta en gmail, crearse un perfil, etc.

No sospeché que a la mañana siguiente se habría estrenado ya con dos posts o, bueno, uno y medio.

¡Bienvenido Silvio, espero que te hayas sentido a gusto!



En cuanto a la prueba de agudeza visual, ya ven el resultado:

Cuando la luz roja de un semáforo se mezcla, en un collage, con la luz verde se obtiene una miríada impresionante e inimaginable de objetos:

Una bolsa de la compra, una manta, un pájaro, un fragmento fotográfico de la pluma del ave Simurgh, una cortina de cuentas y hasta unas cholas de levantar...



martes, 20 de octubre de 2009

Mi primer texto en el blog de Andrés, o Andriu

Bueno, antes de nada presentarme. Mi nombre es Silvio. Veo que Andrés (Andriu) todavía no ha publicado su texto. Leí casi todo el blog este fin de semana. Las fotos están relindas. Y me gustó mucho lo de tu estancia en Texas con los gringos. Debés continuar con la reseña de "El planeta americano". Perdoná, ya estoy dando órdenes otra vez, sólo decía que me interesó mucho, hacé lo que querás. En cuanto a mí, pues qué decir, vivo en Madrid desde hace dos años y medio, pero me crié en Italia, en Siena y nací en Santa Fe (Argentina). Acá estoy ahora mismo sin laburo, aunque lo mío son los murales, pintar y restaurar murales. Se me da mejor pintar que escribir, pero lo que me han recomendado es que escriba y Andrés me ha dado la oportunidad de hacerlo aquí en su blog. Todavía no me atrevo a llamarlo "nuestro" blog. Por cierto: ¿te llamas Andrés o Andriu? Bueno, ya está, ya volveré a escribir algo más adelante. Creo que por hoy he cumplido. Adremás, tengo que irme ya. Adiós, no sé cuanta gente leerá esto. He visto que algunos textos tienen muchos comentadores. Adiós y gracias, muchas gracias, a ti también Andrés, o Andriu.


Probando

Andrés, soy Silvio, aquí estoy: ¿funciona?

viernes, 16 de octubre de 2009

VeNdO SuEñOs.1


Esta tarde me ocurrió algo que me confirmó que sigo en racha y que no deja de salirme el doble seis.

Es una pequeña historia divertida, pero es ya tarde y estoy cansado, así que tendré que contarla a la vuelta de...

¡Barcelona!

(Por cierto: quedo absolutamente deslegitimado para hacer la más mínima crítica a quienes están enganchados a contar en el Facebook lo que hacen, lo que ven y lo que piensan en cada momento; en ese deporte por culpa de este blog ya he ganado yo todas las medallas)



Y como no quiero que nadie se aburra...

Y como quiero pasármelo pipa cuando regrese leyendo los comentarios...

Te someto a una nueva prueba de agudeza visual y te pregunto:

¿Qué ves aquí?


miércoles, 14 de octubre de 2009

ArTe SeReNo


"Hace quince días me dijiste en el Pont-Royal, yendo a comer, unas palabras que me gustaron mucho: que te dabas cuenta de que no hay nada peor que poner en arte sentimientos personales. Sigue este axioma paso a paso, línea a línea, que sea siempre inquebrantable en tu convicción, disecando cada fibra humana y buscando cada sinónimo de palabra, y ya verás, ya verás cómo se ensanchará tu horizonte, cómo sonará tu instrumento y qué serenidad te llenará. Tu corazón, alejado en el horizonte, lo iluminará en el fondo en lugar de deslumbrarte en el primer plano; diseminada tú en todos, tus personajes vivirán, y en vez de una eterna personalización declamatoria, que ni siquiera se puede continuar claramente por falta de detalles precisos que nunca se tienen, por disfraces que la cambian, se verán en tus obras multitudes humanas"

(Gustave Flaubert: Carta a Louise Colet)


martes, 13 de octubre de 2009

FoTo ReLaTaDa 3


Me mordió hace tanto tiempo aquel pato que estoy por pensar que es un recuerdo falso también.

Fue en el jardín botánico del Puerto de la Cruz y yo tendría 3, 4, 5 años quizás.

Creo que te lo conté una vez.

Me acercqué al estanque, metí los dedos por entre los colmillos de la reja metálica y el pato se abalanzó sobre mí, como una cobra, para morderme con su pico duro y frío.

Lloré desconsoladamente y puede que haya algo de falso en la historia porque recuerdo que el pato comenzó a gritarme que no volviera a acercarme al estanque, en un idioma que sonaba como cua, cua, cua...

También recuerdo con nitidez cuando empecé a hablar:

-¡Ha hablado! ¡Ha dicho "mamá"! -exclamaron mis padres.

Recuerdo la casa y el cuarto y hasta la posición de la cuna.

Pero en esa casa vivíamos cuando yo tenía ya 6 años y el que nació entonces y habló por primera vez fue mi hermano, supongo.

Recuerdos falsos, yo que siempre presumí de tener buena memoria.

Algunas noches cierro los ojos y nos vuelvo a ver juntos, besándonos.

Fue hace tan poco tiempo que estoy por pensar que es un recuerdo falso también.


lunes, 12 de octubre de 2009

NuEvA eTaPa


Llegué al fin al madrileño pisito de la calle Limón.



Justo al enfilar la calle, a escasos metros de la casa, se rompió el asa de la maleta.

Lo interpreté como un signo favorable, como la señal de que el viaje no era de ida y vuelta ni efímero ni transitorio.

Después de un largo verano en diferentes casas (Dallas, Mexico, Lanzarote, Tenerife) parecía que podría hacer finalmente ciertas concesiones al sedentarismo.



Deshice la maleta: había ropa y libros, básicamente; no un muerto, como había pensado durante todo el camino.



Al día siguiente me fui al Ikea de Alcorcón, casi idéntico al de Dallas.

Y me saqué una foto al acordarme de aquella foto dedicada (a Yaiza).

Y del comentario de Chelucana:

"NaDa PeRmAnEcE

Excepto GlobalIKEA

que NaDa CaMbIa

La misma IKEALanzarote que IKEAlcorcón que IKEADallas que..."

Y al revisitar la foto de di cuenta de que -como quiso Heráclito- nunca compramos ni siquiera en el mismo IKEA.

En efecto: ¡cuántas cosas habían sucedido desde entonces!

Sentí vértigo de pensarlo.

Miré la foto: esos vaqueros y esa camisa me la había puesto este mismo sábado, antes de ayer, pero los zapatos los había tirado en un contenedor de los apartamentos de Gaby en Dallas. También las gafas habían sucumbido al desgaste del tiempo.

Y nuevos objetos, relaciones y personas habían aparecido en mi vida desde entonces.

Sin ir más lejos, Chelucana misma, a la que pude conocer más allá de lo virtual finalmente.

Pero dejémonos de filosofía barata:

¡Seamos prácticos!



¡Montemos la cama recién adquirida, para empezar!



Tras organizar mi cuarto Santi y yo comenzamos a meterle mano al resto.

Santi y yo: dos nenes, dos buenos amigos, metidos ahora a compañeros de piso en el mítico territorio de Limón.



Mientras Geno pasaba el puente fuera de Madrid los dos hombres de la casa nos encargamos de ponerla a punto:

-¡Pa que luego digan que hay machismo, oiga usté!



Limón 19 se fue transformando poco a poco, entre barrido y fregado, hasta que quedó casi todo listo.

Afuera esperaba Madrid:



Con sus gentes: su apasionante multitud de hormiguero.



Con sus calles enormes: salpicadas de imprevistas imágenes y espectáculos minúsculos.



Con su cielo: amplio, nítido y exultante.



Me senté ayer a contemplarlo, desde la terraza de Limón.

Me quedé a ver morir el día y a ver cómo se juntaban y confundían uno y otro: el comienzo del año, de esta nueva etapa, con el final de esta tarde cálida de otoño.

Me produjo cierta desazón melancólica la perspectiva de cambiar los 300 segundos de las amanecidas caleteras por las rojezas crepusculares de los atardeceres madrileños.

Como si esta misma etapa en la que entraba yo a partir de ahora tuviese, también, un algo de crepuscular.

Es de nuevo, supongo, Schopenhauer:

"No es pequeña la contribución que aporta al tormento de nuestra existencia la presión permanente ejercida en nosotros por el tiempo, que no nos deja el más leve respiro y, blandiendo el látigo, acecha como un domador a nuestras espaldas".

Pero todo ocaso es asimismo el anuncio de un nuevo amanecer:

Supongo.




SeReNo PrEsEnTe


"Los animales encuentran mucha más satisfacción que nosotros en la mera existencia; esta última satisface a la planta absolutamente; y al hombre según su grado de estupidez. En consecuencia, la vida del animal contiene menos dolor, pero también menos placer, que la humana. Ello se debe ante todo al hecho de que, por una parte, el animal está libre del cuidado y la preocupación, con su inevitable tormento; mas, por otra, también a que le falta el recurso de la verdadera esperanza, lo cual le impide, por ende, beneficiarse, merced al pensamiento, de la anticipación de un gozoso futuro y de su deliciosa secuela de fantasmagorías, alimentada por la facultad imaginativa, que son fuente de la mayor y mejor parte de nuestros placeres y alegrías; en este sentido, pues, el animal carece de esperanza. Si esos dos sentimientos le faltan, es porque su conciencia está restringida a lo intuitivamente percibido y, por tanto, al presente".



"El animal es la encarnación del presente; de ahí que sólo experimente el temor y la esperanza por referencia a objetos ya dados en la percepción intuitiva del presente y, por tanto, en fugasísimos momentos; mientras que la conciencia del hombre tiene un horizonte intelectual que abarca la totalidad de la vida e incluso la sobrepasa. Consecuencia de ello es que, en comparación con el hombre, los animales parecen ser realmente sabios en un respecto: en su sereno e imperturbado goce del presente. La ostensible paz de que disfruta su ánimo frecuentemente humilla al nuestro, atormentado de continuo por sus propios pensamientos y cuidados".



"Mas ni siquiera los placeres debidos a la esperanza y la anticipación, que acabamos de analizar, nos han sido otorgados gratuitamente. Pues cuando un hombre, valiéndose de la imaginación y la esperanza de una satisfacción venidera, disfruta de algo por anticipado, pierde luego cierto caudal de placer real en el momento en que lo consigue, y la cosa misma le satisface ya bastante menos. El animal, por el contrario, está libre de ese placer anticipado como también del descontento que luego lo acompaña, y disfruta por tanto de la realidad presente en su integridad y sin menoscabo. Y también sucede que los males presionan sobre el animal descargando sobre él solamente su peso propio y real, mientras que en nosotros el temor y la previsión (...) multiplican a menudo ese peso por diez".

(Arthur Schopenhauer: Sobre el dolor del mundo, el suicidio y la voluntad de vivir)


domingo, 11 de octubre de 2009

FoTo ReLaTaDa 2


Un día mi suerte se decantó hacía el doble seis.

No dejó de salirme aquella noche, y todas las siguientes.

Gané mucho dinero y no perdí ni una pelea.

Mi bolsa aumentaba día a día mientras mi cama se llenaba de besos, noche a noche.

Pero la suerte es caprichosa y hasta unos dados trucados fallan a veces y rehuyen el seis.

O quizás no, quizás es que todo está medido y previsto de antemano:

-Rachas de seis, rachas de uno -así es la vida, te oí decir un día- todo se acaba equilibrando.

Así que soy consciente de que en cualquier momento puede mi suerte y mi mundo escorarse hacia el uno.

Pero no lo pienso, no demasiado.

Mientras tanto sigo tirando y jugando y besando y saboreando esta existencia en doble seis.


sábado, 10 de octubre de 2009

viernes, 9 de octubre de 2009

MaR EtErNo


-¡Oh, yo adoro el mar! -dijo León.

-Y además, ¿no le parece -replicó Madame Bovary- que el espíritu boga más libremente por esa superficie sin límites, cuya contemplación eleva el alma y sugiere ideas de infinito, de ideal?

(Gustave Flaubert: Madame Bovary)


jueves, 8 de octubre de 2009

FoTo ReLaTaDa 1


La vida es como la flor del cactus.

Cuando menos te lo esperas, florece.

Hacen falta varios años, lustros a veces, para que de la espina brote el pétalo y de la púa la belleza.

Porque es efímera, la belleza: y por eso me obnubila.

De esas flores que tardan años o lustros en aparecer, algunas apenas duran un día o dos, acaso sólo una tarde.

Tú también eres un poco flor:

"Flor de cactus" -empezaré a llamarte.

Y yo a tu lado me siento a veces un poco espina.