miércoles, 31 de diciembre de 2008

martes, 30 de diciembre de 2008

PaRóN iNtErrUmPiDo


Me retracto: ¿por qué parar?
Salimos por el día, caminamos, comemos, caminamos, hacemos colas y fotos...
...y todavía queda tiempo por las tardes para ver la tele, leer, responder mails pendientes.
Así que: ¿por qué parar?
Nada como llegar a casa y escribir un post o colgar unas fotos.
Queda el parón vacacional oficialmente interrumpido.

domingo, 28 de diciembre de 2008

GéLiDa CiUdAd


Llegamos y hacía un frío polar en New York Planet.


Había caído una buena nevada la noche anterior y el JFK Airport había tenido que cancelar 650 vuelos en un sólo día.


El agua, helada: en sentido literal.



Había que salir muy abrigado a la calle e incluso así el frío se te metía por dentro y no había forma de sacudírselo de encima.


Eso sí, la ciudad era otra, bien diferente a la que había visitado a principios de agosto, máxime en esa franja urbana de naturaleza que es Central Park.



Así pues, no quedaba de ahora en adelante más remedio -si uno no era un teleñeco- que salir con guantes, gorro y tapacuellos a enfrentar con ánimo la gélida ciudad.




viernes, 26 de diciembre de 2008

TiEmPo iNoLviDabLe


Ya desde pequeñito era grande...
Fue siempre grande y alto,
destacándose su silueta sobre el resto,
como el Empire State.


Compartí con él infancias,
adolescencias a ratos,
y ahora esta etapa
que no sé si llamar todavía
juventud.
Canasta tras canasta,
atrás quedaron, muy atrás,
cumpleaños con piñata,
Agaetes,
clases con Maicol y con Marina,
perrrerías en la Aneja
o en el coche de Mariano...
y muchas risas.

Hijo de Aurora y de Luis
y de la calle Arrorró,
no termina de alejarse,
canasta tras canasta,
de dejar Cercado Mesa,
de abandonar su terruño.

Siempre lleva, aunque esté serio,
una sonrisa escondida,
cuando no una risotada
o carcajada de cíclope.
No sabe estarse enfadado.
¡Este es, canasta tras canasta, mi gran amigo!
Le gustan las mujeres, le gusta el vino.
Le caben en un año
siete mil cervezas.



Hace sólo unos meses
casose con su Vicky
y nos hizo viejos.
Jugó entonces
y ganó
su mejor partido.
¡Canasta tras canasta este es mi amigo!


¡Droski, Isidro, Isidroski,
Garimbo, Pundonor,
medio baloncestista,
medio aparejador!
Hoy amigo invisible,
gigante noble y bueno.
Ayer fiel camarada
de insignes tropelías.
Espero que el futuro,
canasta tras canasta,
prorrogue al infinito
el tiempo inolvidable
de esta nuestra amistad.

sábado, 20 de diciembre de 2008

PaRóN VaCaCiOnAL


Vuelvo a Nueva York.

Vuelvo a hacer un parón en el blog.

Vuelvo a ausentarme.

Ayer salí del cole dando abrazos a todo el mundo: a la directora, a la jefa de estudios, a las chicas de secretaría y hasta a la enfermera.

No cabía en mí tanto gozo.

También les di abrazos a mis gansitos, y regalos y una fiesta que me dejó exhausto.

Nos van a sentar muy bien estas dos semanas sin vernos.

Ahora toca meter el pasaporte y algo más en la maleta y tirar para Dallas, hacer noche allí, y mañana a media tarde volver a esa otra América, en la que me esperan mis padres, mi hermano y Estefanía.

Qué ganas tengo de disfrutar de Nueva York con los míos.

Hará frío, pero comeremos muchas hamburguesas, muchos perritos y un steak gigante en Peter Luger.

Hará frío, pero me voy sin la ansiedad de visitarlo todo en esta ciudad que, por encima, ya conozco. En cambio tengo tanto de qué hablar con mi familia en cualquier soco urbano, guarecidos de la intemperie.

Vamos a saciarnos después de este régimen austero de una charla telefónica a la semana.

Me despido, probablemente hasta el 2009.

Aprovecho este hasta luego para desearles a todos unas felices fiestas y un final del año viejo y comienzo del nuevo trufado de ilusiones, deseos, sueños, proyectos y expectativas dichosas de futuro.



PaRa sAnTi...


...inventor de palabras y expresiones, nene, actor, amigo y purista del amigo invisible.


domingo, 14 de diciembre de 2008

La PrEgUnTa


Cuando se me presenta un dilema, una disyuntiva o una duda...

...camino.

Ya lo hacía en Lanzarote, en la Caleta.

Había dos caminos, dos rutas:

Rumbo al Risco, ruta este.

Y rumbo a San Juan, ruta oeste.

Los paseos por Famara, rumbo al risco, eran paseos para hablar: con Santi, con mis padres, con los vascos; dependía del momento o la ocasión.

El camino a San Juan, en cambio, me gustaba hacerlo solo.

Era la ruta propicia para la introspección y los viajes interiores.

Camino a San Juan escribí "Samedi soir sur la terre".

Camino a San Juan escuché por radio, con emoción, un partido de fútbol por primera -y probablemente última- vez en mi vida.

Camino a San Juan ejercí innumerables veces de psicólogo de mí mísmo:

Analizando cuestiones del instituto que me preocupaban.

Ordenando en mi mente razones y sentimientos y combinándolos, como en una probeta, en su justa medida.

Trenzando recuerdos y expectativas de futuro con el presente, por siempre inasible y fugaz.

Sintiendo, a través de la presencia del risco en la retaguardia y del oleaje en un costado, el mundo; y construyendo así una filosofía de andar por casa.

Midiendo porcentajes de felicidad.


Aquí en Tyler está el "Faulkner Park" o "Battery Park", que es como lo llamo yo, pues recorriéndolo me cargo las pilas.

Allí es donde voy a caminar cuando me cuesta pensar con claridad.



Tiene grandes árboles que han sido recientemente desnudados por el otoño.



Está enmoquetado de hojas y ramitas y mis pies lo recorren -cranch, cranch- mientras mi mente vuela -zumba, zumba- y vuela.

Ya no hay arena de playa ni roca volcánica, sino hoja de bosque, lo cual me trae recuerdos y un leve pinchacito en el corazón.

Pero por eso mismo lo mejor es seguir caminando:

Análizando ese pinchacito, esos recuerdos, esta hojarasca presente, ese pasado volcánico...

Lo mejor es seguir -zumba, zumba- pensando y -cranch, cranch- caminando.



Más que un parque es un trozo de bosque que ha sido trasplantado y colocado a diez minutos en coche de mi casa.

En los senderos de "Battery Park" se rodaron las historias de Pulgarcito y de Caperucita Roja.

Allí acudí la semana pasada, con la mente turbia y sedienta de respuestas, como el que acude a un oráculo.

Durante el viaje a San Francisco se había instalado en mí la pregunta:

"¿Un año más?"

Desde California había cambiado la perspectiva de Tyler.

De nuevo la metáfora del embudo:

Salvando distancias y esencias, San Francisco era a Tyler lo que Madrid a Famara.

Esto es, un lugar en el que se multiplicaban y aceleraban las vivencias, las cosas que ver y que hacer, la vida cultural y el ritmo vital.

Llegar a Madrid siempre me pareció como recorrer el embudo en sentido inverso, hasta la boca, la parte ancha, en que cabían más experiencias, más vida.

Volver a Famara, a Tyler, era otra vez adaptarse al exiguo canal para regresar, como el genio a su lámpara, a ese rincón no exento de encantos pero sobremanera conocido:

"¿Un año más?"

San Francisco inclinó, en su momento, esa balanza que hasta entonces había permanecido intacta.

San Francisco era la ciudad en la que yo hubiera querido estar de profesor visitante.

San Francisco me hizo ver otro año en Tyler como una pérdida de tiempo, como más de lo mismo.

Sin embargo...

¿Qué era exactamente "lo mismo"?

¿Conocía ya lo que era la esencia texana, o tyleriana?



¿No me habría estado fijando sólo en los estereotipos?

En las cruces, en las pistolas, en los sombreros de cowboy...

¿No habría estado tratando de confirmar -a través del blog y de las conversaciones con el resto de españoles- las ideas preconcebidas acerca de estos americanos del sur?

¿Había tenido una verdadera actitud crítica y libre de prejuicios, una predisposición a abrirme a una idiosincracia diferente, quizás más compleja y estimulante de lo que siempre había pensado?



Había acudido al oráculo de Battery con casi una respuesta, con una decisión casi tomada, a la que sólo le faltaba un empujoncito de lucidez, un paseo.

Pero a medida que caminaba -cranch, cranch- tenía las cosas menos claras.

Caminaba y tiraba al pozo de mis dudas el balde vacío, con la esperanza de sacar una respuesta de agua cristalina, pero sólo llegaban, turbias y en desorden, nuevas preguntas y contraargumentos.



En la escuela me iba bien, en general.

Aunque agotadores, a menudo me divertía con los gansitos.

En cualquier caso, tenía bastante claro que no quería dedicarme a esto el resto de mi vida.

Pero eso no excluía prolongar la experiencia un año más.

Es verdad que el monto de trabajo era excesivo y que había que saber organizarse muy bien para arañar unas horas de tiempo libre, para uno mismo, cada día.

Pero intuía ya que era cierto lo que decían casi todos los veteranos:

Que el primer año era un agobio y a uno le daban palos -y trainings- por todas partes; pero que luego, el segundo año, todo era mucho más sencillo y era posible ver la luz y hacer una vida más o menos normal, laboralmente hablando.

¿Quería que se acabara ya esta experiencia educativa tan diferente: trabajar en Primaria y bajo el sistema educativo americano?

Era algo que no tenía del todo claro.

Había cosas que me gustaban mucho.

Pero también es verdad que nunca había deseado con tantas ganas la llegada de un fin de semana o de unas vacaciones...



Había que seguir caminando, zumba que te zumba.

Pensé en las estadísticas:

Un 40% de los profesores españoles visitantes en Texas se queda un segundo año.

De ese 40%, un 6% se queda más de dos años.

Pero las estadísticas eran datos genéricos y abstractos que nada me decían a mí.

La estadística nunca tuvo porqué ser una buena consejera.

Pensé en los relatos de otros profesores, que habían estado durante las últimas semanas dándole vueltas a la misma pregunta: casi todos volvían a España por navidad y querrían saber qué anunciarles a sus familias.

Había apologetas y detractores.

Pero sus vivencias y conclusiones no eran extrapolables: cada cual escribía desde un sitio diferente del estado de Texas, desde un yo y unas circunstancias diferentes.

No me servían.

Seguí caminando.



Luego estaba la religión, el nuevo descubrimiento, que lo cambiaba todo.

Acudimos -Raquel y yo- con resaca e irreverencia de turista.

Acudimos a la grande, no a la de la foto.

Y nos quedamos impactados:

¡Esto era Tyler!

Allí habrían unas 1000 personas, en el oficio de las 11:15.

A las 8:00 y a las 9:30 había habido dos oficios más.

Aquello era parte de la esencia de Tyler.

O más precisamente:

La entrada a su núcleo, la vía de acceso a la cultura tylerita de acogida.

Si aún no habíamos tenido ocasión de socializar con los americanos y romper el círculo social de españoles en el que nos movíamos, eso era porque habíamos tardado demasiado en acudir a la iglesia.

Allí nos topamos con varios profes del cole, que se regocijaron de vernos, que nos presentaron a otros americanos, con la satisfacción y el orgullo de quien presenta a un hermano o a una esposa.

Durante esta semana alguno de ellos nos estuvo cortejando, para que repitiéramos.

En la misa de hoy nos sentamos en el fondo del "gallinero", para poder tomar fotos y videos.

Al terminar, la pareja de jubilados que teníamos delante se presentó y se las arregló para que intercambiáramos correos electrónicos y para que acudiéramos los domingos por la tarde a su casa a recibir clases de inglés y de lectura de la Biblia.

Una semana antes, a la salida de la primera misa en Green Acres, Raquel y yo habíamos decidido un plan de acción para acceder a esta cuerda crucial del alma americana en el cinturón bíblico.

Y para conseguirlo la estrategia era sencilla:

Tan sólo hacía falta dejarse querer por el baptismo.

La religión prometía ser un filón antropológico, sociológico, filosófico y social que no había que desaprovechar.

No tenía mucho sentido venir a Tyler desde España y andar todo el día lamentándose por la hora de cierre de los bares y por las extravagancias de la ley seca, habiendo tanto que aprender del mundo religioso en la Tierra, del que constituía Tyler un observatorio inigualable.

La pregunta era ahora:

¿Sería suficiente un año para saciar las expectativas cognitivas y de frikismo que esta ciudad prometía?



Los caminos del Señor, sí, son inescrutabes.



Tyler era Tyler y no había que esperar de Tyler sino lo que Tyler era capaz de ofrecer.

Pero luego estaba Dallas, a dos horas en coche, u hora y veinte a riesgo de ser multado.

En Dallas siempre había amigos y cosas nuevas y divertidas que hacer.

Sí, también hubiera preferido Dallas a Tyler.

Pero había que saber valorar aquello que Tyler, frente a Dallas, podía ofrecer:

Naturaleza cerca, tranquilidad y una posibilidad de acceso a parte de la América profunda por medio de la religión.

Podría ser, sí, más aburrida.

Pero se me antojaba ahora como un marco incomparable para hacer trabajo de campo.

Además:

¿Cuándo y/o dónde coño me he aburrido yo en mi vida?



Tanto caminar me hizo dejar de lado razones y contrarazones, que tan sólo me hacían andar en círculos y llegar siempre al mismo sitio.

Decidí aferrarme a la intuición.

Edurne, otra española veterana, nos había dicho:

"A partir de navidad, ya verán que el tiempo pasa volando y el año va como cuesta abajo; llega enero y en seguida es ya junio sin que te des cuenta"

Pensé en irme en junio y en que junio llegaría como dijo Edurne, sin darme cuenta.

Y no me gustó esa sensación.

Al contrario, sentí la angustia del tiempo derramándose vertiginoso como en un reloj de arena y sentí lo que se siente cuando uno no quiere que termine un buen libro que está leyendo.

No sé si será Tyler o no un buen libro, pero por ahora mi sensación es ésa: que no quiero que se acabe ya, tan pronto.


Y es que la intuición me dice que no (me) ha pasado nada.

Que acabo de llegar.

Que sigo de turista o de becario.

Que nada me ha marcado.

Que ha sido casi todo demasiado fácil o demasiado plano, sin crisis ni éxtasis, sin odios ni amores.

Siento que no me llevo nada de aquí que no puedan borrar del recuerdo cuatro meses viviendo, de vuelta, en España.

Siento que los tiros, las visitas a misa, los sombreros de cowboy, son sólo una ironía pasajera de una tarde carnavalesca.

Siento que hay algo más en esta tierra que me estoy perdiendo y no me quiero ir sin conocerlo.

No me quiero ir ya, sin que el espíritu texano me conmueva y me cambie un poco por dentro.



Quizás después de tanto cranch-cranch y de tanto zumba-zumba la respuesta que andaba buscando es que no hay respuesta, o no aún.

Llegué al parque de las pilas con la intención de perfilar y acabar rematando la faena: esa pregunta insidiosa que me andaba rondando de un tiempo a esta parte.

Pero el tiempo cambia las cosas, las opiniones, los proyectos y las estrategias.

No hay necesidad ninguna de responder ya a esa pregunta.

El camino sigue y quedan todavía seis meses para que se bifurque en dos.

Hasta entonces, seguiré cranch-cranch, disfrutando, zumba-zumba, cavilando y demorándome con gusto en cada una de las páginas.



aMéRiCa CaÑeRa 2

aMéRiCa CaÑeRa 1.d

viernes, 12 de diciembre de 2008

aMéRiCa CaÑeRa 1.c


Josemi es un colega y uno de los profes en Texas de esta nueva camada.

Cuando he ido a Dallas me he quedado en su casa.

Y seguramente seguiré haciéndolo, como este mismo fin de semana, sin ir más lejos.

Faltaré a misa de domingo, es verdad, pese a haber un programa de navidad bastante sugerente.

Pero es que mañana hacen una cena de despedida los de Dallas y la cosa puede estar bien.

Así que volveré a quedarme en casa de Josemi.

Y ello, pese a este correo que envió al foro hace unos días, y que corto, pego y publico íntegramente:

Josemi said:


SÁBADO 29 DE NOVIEMBRE

Cuando ya creí haberlo visto todo… me encontraba placenteramente aletargado en una de mis habituales siestas de los sábados, cuando me desperté súbitamente alterado debido a unos atronadores golpes de metal, que yo supuse en mi puerta.
Me dirigí al recibidor de mi morada, pasando por la chimenea y el cuarto de los sirvientes, encendí la lámpara Victoriana y abrí la puerta confiado en encontrar una mujer semi-desnuda con el coche averiado en mi jardín (como suele ocurrir en las películas americanas) y ¿Qué hallé?… oscuridad tan solo…
Regresé a mi aposento maldiciendo mi suerte y retomando el sueño de inmediato.

LUNES 1 DE DICIEMBRE

Aún con las legañas en los ojos y la marca de la almohada en el lado izquierdo de mi rostro, me encontraba desayunando con mi socio Daniel cuando pude percibir un cambio en la tonalidad de su rostro, del rosáceo habitual al blanco pasando por un rojo intenso. Seguidamente emanaron tímidamente de su boca las palabras que esperé nunca oír al llegar a Texas: HOSTIA TIO!! UN BALAZO!!
Y efectivamente… en la ventana se podían observar dos agujeros perfectamente alineados percutidos en el doble cristal de la cocina y en la prolongación de los mismos un agujero en la pared que sin duda aun esconde una bala de un calibre bastante razonable (definitivamente no coincide con las escopetas de perdigones que usaba mi abuelo para cazar conejos).

Lo más insólito del asunto es que ayer mismo por la tarde nos dirigimos a contar lo sucedido a la recepción del complejo y la tranquilizadora respuesta que recibimos fue:
- PROBABLY A KID PLAYING… I DON’T THINK IT’S GONNA HAPPEN TO YOU AGAIN.

Moraleja: Hay que tomárselo al estilo consumista americano y no dar más importancia a estas “nimiedades”, por lo que:

ENTRADA AL MUSEO DEL BALAZO,
PINCHO DE TORTILLA Y REFRESCO: 5 DÓLARES
1520 N Beckley ave. Dallas

(ADJUNTO FOTO COMO MUESTRA DEL SUCESO)

Fin de cita.


miércoles, 10 de diciembre de 2008

pRoFeSoReS ViSiTaNtEs


Acaba de publicarse la Orden por la que se convocan plazas para Profesores Visitantes en centros escolares de los Estados Unidos de América y Canadá para el curso académico 2009-10.

Quien esté interesado en el programa encontrará información adicional, actualizada y de primera mano, en este enlace.

En la foto estamos los 59 profes seleccionados para Texas durante el presente curso escolar.

Nuestra convivencia en Austin, capital del estado, durante la primera semana aquí sembró las bases para una buena y confío duradera amistad con muchos de ellos.

Pese a las distancias físicas que nos separan en este gran territorio texano, casi dos veces más grande que España, seguimos todos en contacto a través de una lista de distribución.

En las últimas semanas el tema estrella de debate ha sido:

"¿Un año más?"

Hay detractores,

Defensores

Y algunos idecisos...

Supongo que adivinarán dónde me sitúo yo.

En cualquier caso, unos y otros coinciden en lo mismo:

La aventura americana tiene como saldo positivo la amistad que se ha creado entre nosotros.

Somos, es decir, nos hacemos llamar "Los Conquerors"

En mi lista de entradas pendientes les debo desde hace tiempo una con ese título.

Para Texas, por cierto, han sacado este año 50 plazas.

¿Quién se anima?



martes, 9 de diciembre de 2008

bRiDgE MaNíA


Al principio pensé que no sería sino un amasijo de hierros célebre y cinematográfico.



Pese a su ubicuidad y su adivinada presencia en la sombra, no nos acercamos a él hasta el penúltimo día en San Francisco.

Es cierto que el objetivo de la cámara siempre se las arreglaba para apuntar allí, como al norte lo hace la aguja de una brújula.

Pero el instinto repudiaba inconscientemente toda cercanía y trato.

Quizás debido al prejuicio no explícito de que había algo de vulgar y borreguil en ir desde el primer día a embelesarse y postrarse ante él.

Quizás, al contrario, algo me decía que el encuentro no habría de dejarme indiferente...

Cierta prudencia, cierto recato y una lenta aproximación me parecieron obligatorios.



Había que cortejarlo lentamente y con sutileza, como a una mujer.

Lo miraría de soslayo.

Lo amaría desde la distancia, de refilón.

No era cuestión de venir, vencer y romper hímenes.

Muy al contrario, me demoraría en los preliminares.

Hasta que su inexorable magnetismo me llevase a él.



Fue entonces que me postré ante lo que la cámara era incapaz de captar.

Recordé el risco de Famara, esas peñas con alma y lenguaje.

Él ahora también me hablaba, desde su entraña inoxidable.

Pero el idioma y los megapixeles eran demasiado torpes y escasos como para expresar su belleza.



Lo recorrimos en bici, cruzando el estrecho, esa segunda puerta dorada; muchos años después de haber cruzado en Estambul la primera, con mis amigos.



Con los miles de coches que lo recorrían diariamente había acumulado desde hacía más de siete décadas la sabiduría de una montaña, de un templo, de una prostituta.



Aunque por su en-verga-dura y robutez se me antojó, pese a todo, macho.



Sólidos e infatigables músculos sujetaban su pesada arquitectura sobre la bahía.



Jugué, de nuevo, a imaginar -asustado y fascinado- pasos irrevocables.



¿Cuántos habrían dado ya ese último paso como para que le hubieran conectado al pecho un teléfono de asesoramiento vital?



Desde la otra orilla, su silueta se dulcificó y volvió a ser, de nuevo, hembra.



Seguí mi camino y lo dejé coqueteando con el agua del océano.



Al día siguiente volví a alquilar la bici y me vine, solo, a verlo.

La bruma se había despejado, hacía calor, el cielo exhibió su azul.

Era otro y el mismo a un tiempo.

¡Cómo se transformaba con sus cambios de humor!

Siempre elegante y majestuoso, presumía no obstante de cierta jovialidad e indiferencia veraniega.

Irradiaba alegría.

Y sin embargo...

Su presencia contradictoriamente frágil e incorruptible me hablaba del cambio constante e incorregible de las cosas.

Su volumen y su duración me devolvieron, tras el éxtasis amatorio, a la condición de hormiga.



Me alejé lentamente, con el ánimo ajustado en ese punto preciso e imposible entre la exaltación dichosa y la melancolía.

Me alejé de ese centro magnético sin saber muy bien hasta cuándo.

-No cruzarás dos veces el mismo puente -me dije.

Y un instante después yo tampoco era el mismo.