miércoles, 15 de abril de 2009

PuLsO TeMbLoRoSo


Me quedo.



En serio:

Me quedo.



Ahora sí que es en serio:

¡¡¡No tengo ni puñetera idea!!!



Siento que ando -y pienso- perdido, como a oscuras.

Creo que nunca me ha costado tanto tomar una decisión.

Desde hace un par de meses se había afianzado en mí la idea de irme, de no repetir otro año aquí en Tyler. Era una especie de corazonada, de sentimiento vago pero con cierta firmeza y cierta promesa de -con el tiempo- terminar consolidándose y cuajar.

Las razones: las excesivas horas de trabajo y puede que también una neumonía que me ensombreció un tanto el humor durante un tiempo (o para ser más precisos: que me dejó asomarme -hipocondríacamente- a esa nada que a todos nos está destinada tarde o temprano; mas quizás temprano, razón por la cual no me pareció razonable pasar otro año tantas horas encerrado en un aula de una Elementary School).

Junto a esa inclinación creciente a irme había en mí un sentimiento contradictorio: no quería irme todavía, ni que pasaran volando estos meses en los que el año crece: despierta, florece y finalmente, con los calores del verano, madura.

No, al contrario: quería que el tiempo transcurriera lentamenmte ahora que -casi- sabía que me iría y que dejaría atrás, quizás definitivamente atrás, todo este mundo de Tyler y alrededores.

Quería verlo ralentizarse y dilatarse; que en su repentino ensanchamiento -como de cadera gringa- cupieran partidos de tenis, paseos por los bosques ya cálidos y en flor, más viajes todavía, cine en inglés, amigos americanos, una compenetración mayor con los españoles.

Ahí estaba yo, casi yéndome ya, mas sintiendo que quedaba todavía algo de jugo que exprimirle a Tyler o, por extensión, a la aventura americana.

Aún así, la cosa estaba más o menos clara.

Hasta me atreví a medirla:

Había un 90% de probabilidades de irme y un 10% de quedarme.

Qué ingenuo fui al tratar de mezclar las matemáticas con las decisiones que uno toma acerca de su propia vida:

Las primeras se fundan en la certeza y la verdad, sus teoremas son demostrables y en su lenguaje cabe hablar de soluciones, resultados, pruebas.

Cuando una vida se bifurca, en cambio, no cabe demostración alguna de que se optó por lo mejor y enfilamos tal o cual camino completamente a ciegas, ignorantes de lo que el futuro nos deparará más allá de dicha encrucijada.

Por cada puerta que abrimos se cierran miles.

O como dice un personaje de una estupenda novela que estoy leyendo:

"Las alternativas son excluyentes y por cada tiene que haber un no"



La semana pasada, creo, aquel equilibrio 90/10 se hizo trizas.

Por una parte, rechazaron mi solicitud para hacer un lectorado en Francia, por haber mandado parte del papeleo fuera de plazo y no del todo en forma.

No tengo intenciones de volver a mi plaza el curso que viene; creo que eso, a estas alturas, sí lo tengo claro.

Lo del lectorado suponía una fuente de ingresos parca pero era compatible con mi idea de regalarme un año para , después de varios de no parar.

Ahora el futuro volvía a ser un lienzo en blanco.

Un lienzo en el que, por lo tanto, todo tenía aún cabida, sí, pero también al mismo tiempo un lienzo en el que nada estaba ahora siquiera bosquejado.

Las dudas anteriores se acrecentaron y la atracción magnética de Tyler comenzó a hacer mella en mi inicial resolución:

-Al fin y al cabo -me decía- quizás estoy siendo injusto con ella.

Tyler era como esa esposa fiel a la que se desdeña por la novedad y el exotismo de las amantes potenciales. Llevaba ya mucho tiempo poniéndole cada fin de semana los cuernos con Dallas, Austin, New Orleans y más recientemente Jefferson y Houston.

¿Acaso le estaba dejado la posibilidad de enamorarme y quererla?

El roce hace el cariño pero cada fin de semana salía escopetado de aquí.

Por otra parte, todos esos destinos -y tantos otros que quedaban aún vírgenes en el mapa de Texas y "alrededores"- también formaban parte de la aventura americana.

¿Había llegado ya la hora de renunciar a todos ellos?

Comencé a dudar como nunca lo he hecho.

Comencé a hacerme estas preguntas y a responder casi a un tiempo con un y un no.

Para cada pro había un contra y para cada argumento un contrargumento.

Supongo que también para cada anhelo y sentimiento había una amalgama de afectos de signo contrario.

Para cada corazonada encontré, también, una contracorazonada.



Ayer lunes llamé por teléfono a mis padres para hablarles y pensar en voz alta.

Terminé la conversación con la sensación de haber ganado algo de perspectiva, que es lo que se gana desde la distancia, a salvo de esos detalles que a veces enturbian y monopolizan el todo.

Terminé la conversación diciéndome:

Me quedo

Y con cierto sosiego, cierta tranquilidad, cierta paz de espíritu, por fin recobrada.

Hablando pude ordenar mis ideas.

Les dije algo así como:

-Tengo estos motivos para quedarme: a) no he aprendido inglés lo suficiente, o no al menos para haber estado un año en USA viviendo y trabajando (en gran medida debido a factores objetivos -el tipo de vida aquí- pero también en parte por no habérmelo propuesto como un objetivo serio desde el principio); b) Tyler es una plataforma idonéa para hacer viajes que desde España salen un riñón y medio (Estados Unidos y toda Latinoamérica); c) siento que no he terminado de integrarme y de conocer desde dentro la sociedad americana (aunque soy consciente de que otro año tampoco me asegura el conseguirlo). Estos tres motivos se resumen en la idea de que no he terminado de culminar la experiencia y que de irme ésta se quedará inconclusa, a medias, lo cual es posible que me produzca en el futuro cierto arrepentimento por una marcha prematura. Aparte, hay otros dos motivos de carácter diferente, que tienen que ver con la comodidad: d) si me marcho debo empezar ya a desmontar el chiringuito que tanto me ha costado montar: vender el coche, los muebles, darme de baja del banco, aseguradora y mil gestiones burocráticas que me horrorizan; e) el curso que viene todo será más sencillo y tendré que currar menos horas, pues el primer año se invierte mucho tiempo y esfuerzo en cursos, gestiones iniciales y preparación de materiales que para el segundo año ya están elaborados. Puedo, pues, montármelo de otro modo, y sacar más tiempo libre para hacer más y quejarme menos.

Tras haber desglosado los motivos para quedarme, y tras haberlos repetido para no olvidarlos, pasé la palabra a mi otro "yo"; pues si por algo se han caracterizado estas dos semanas ha sido por eso, por el incesante pugilato interior entre dos Andrius irreconciliables y alternantes:

-Tengo estos motivos para irme: quiero leer, quiero escribir, quiero vivir; y por lo tanto no quiero pasarme 9 horas al día en un aula, ni siquiera con gansitos. Quiero llevar a la práctica lo que desde hace años me apetece hacer. La enseñanza -sea en el nivel que sea- es una profesión muy absorbente (o quizás cualquier profesión lo es, je je) y quiero probar por un año a hacer otra cosa. No sé si este es un sólo motivo o muchos entrelazados. Pero en todo caso se trata de un motivo de mayor peso que los anteriores. Por eso me cuesta tanto decidirme, supongo.

Mis padres nunca han querido imponer su criterio. Siempre le han tenido un pánico atroz a decidir por nosotros, por mi hermano y por mí. Si ya cuesta elegir por uno mismo, menuda responsabilidad es ésa de elegir por otros. Así que se limitaron a asentir y a hacer algunas observaciones no del todo tendenciosas.

Sin embargo, algunas de estas observaciones me hicieron ganar -como ya dije- cierta perspectiva.

Mi padre me parafraseó de un modo singular:

-Así que en definitiva, el dilema se traduce en elegir entre: a) Año "sabático" ya, el curso que viene; o b) Año "sabático" dentro de dos años, tras haber culminado tu aventura americana en Tyler y tras haber perfilado y concretado un poco más qué vas a hacer en ese año "sabático".

Es decir, la segunda opción no significaba cerrar ninguna puerta, no implicaba un "no" ni una renuncia, sino tan sólo un aplazamiento, una demora, una prórroga.

Esta nueva perspectiva (al fin y al cabo las mismas piezas del puzzle, las mismas manchas de color, los mismos motivos, pero en otra disposición) me inclinaron por primera vez hacia esta nueva idea con la que comencé a escribir el post:

Me quedo.



Hoy ha vuelto todo a nublarse o a cegarme con nuevos estímulos: un madrugón doloroso, unas páginas sobre el pensamiento de Schopenhauer, un mail chantajista de Santi, un mirar continuo a las horas del reloj dentro de clase, una visión desencantada de Tyler.



Hoy otro futuro válido se me antojó y comenzó a perfilarse.

Quizás lo más prudente, lo más razonable, sea lo que acordé conmigo mismo ayer lunes:

Quedarme otro año en Tyler para no irme con esa espinita de insatisfacción, sino habiendo redondeado la experiencia y -si es preciso- odiando esta ciudad y sus habitantes, pero llevándome por lo menos esta certeza... Quedarme en Tyler y desde aquí perfilar mejor el plan para el año siguiente: adónde ir, qué hacer, qué estudiar, en qué trabajar. Para muchas de estas cosas hay plazos y hace falta cierta previsión para conseguirlo.

Quizás sea lo más prudente, sí.

O quizás no.



Quizás ya tienes 32 años, casi.

Quizás no estás como para seguir postergando planes.

Quizás el futuro a dos años vista es demasiado futuro.

Quizás lo razonable de tan cicatero se vuelve irrazonable en algún punto.

Schopenhauer escribió:

"Podemos comparar la vida con una tela bordada cuyo lado derecho vemos durante la primera mitad de la existencia, y el revés, en la segunda. El revés no es tan hermoso, pero sí mucho más instructivo porque nos permite advertir cómo se entrelazan los hilos en la trama"

Quizás ya estoy de pleno en esa segunda mitad de la existencia.

O quizás no, quizás me encuentro en ese punto crucial y decisivo en el que los hilos de la trama se disponen a formar uno u otro paisaje o escenario.

Quizás es ahora, y no dentro de un año, cuando los nudos de la trama han de amarrarse para conformar ese cariz determinado que uno quiere que tenga esa tela bordada que es la vida de uno.



Así que sigo igual, en tierra de nadie, sin tener ni puñetera idea de qué hacer, alternando la cara y la cruz, el haz y el envés de esta difícil decisión.

En navidades escribí un relato autobiográfico sobre mi experiencia en Tyler: al protagonista la directora de su escuela lo encerraba en un cuartucho y le daba 30 minutos para firmar o no la renovación por un curso escolar más. El relato es un agobiante monólogo interior de un sólo párrafo en el que el protagonista baraja pros y contras sin poder decantarse por una u otra opción. Al final firma, sin saber muy bien qué firma, atosigado por tantas dudas e incertidumbre, incapaz de hacerlo -por agotamiento- de un modo cabal y racional, pues para cada razón encuentra una contrarazón... y el tiempo apremia.

El viernes 24 de abril tengo que firmar ese papel y no pensé en su momento que aquel relato tendría un carácter profético.

Queda una semana y creo que no firmaré nada hasta el final, hasta el último día.

No lo echaré a cara o cruz.

Tendré algo pensado.

Me arriesgaré y me atreveré a ser yo quien elija, no la gravedad.

Pero firme lo que firme, de algo estoy seguro:

Lo haré con pulso tembloroso.



12 comentarios:

Anónimo dijo...

y con trazo firme.
Rbc (ahora mismito voy a enfrentarme a un dilema más básico: ¿solo o con leche?)
Por cierto, al loro, no vaya a ser q si te quedas un curso más tu apariencia acabe cual reproducción fidedigna de prota de Bonanza...
Un abrazo

Montse dijo...

¡Qué difícil Andriu! En cualquier caso, decidas lo que decidas, tendrá sus pros y sus contras. Por otra parte, creo que no se puede tener todo atada, que no se puede meditar todo tanto, a veces hay que lanzarse a la piscina y decir esto o lo otro y pa'latante. Yo que siempre decía que si fuera yo lo tendría claro (me vendría), desde que leo tus reflexiones estoy empezando a dudar hasta yo. Así que hoy voy a hacer hincapié en la ventaja de quedarse: es cierto que el año que viene todo te resultará más fácil y tendrás que dedicar menos tiempo al trabajo porque hay mucho trabajo que ya has hecho este año, así que tendrás más tiempo para ti que, en el fondo, es lo que deseas.

Ah!, se me olvidaba, si quieres liarte más todavía recuerda que yo estoy dispuesta a irme a Lanzarote, así que la permuta por un año sigue en pie y mi instituto ha cambiado a mejor, así que...

Finalmente, creo que la cita que has puesto del libro que estás leyendo "Las alternativas son excluyentes y por cada sí tiene que haber un no", define muy bien que la vida es una constante elección y que las decisiones tomadas proyectan nuestro porvenir abriendo unas posibilidades y excluyendo para el futuro. Y, como la vida humana no es cuadriculada, ya decía Ortega que "la vida humana se escapa de la razón físico-matemática como el agua de una canastilla", hay que asumir el riesgo que entraña toda elección porque, en el fondo, eso es la vida. Así que VIVE, es decir, decide y asume el riesgo de lo decidido con alegría.

Un abrazo, Montse.

Santi dijo...

loco...evidentemente no he terminado toda la disertación...demasiado larga...me quede en los bosquejos del "si pero no"...intuí que el resto era mas de los mismo.
Hablando en serio...me da que lo que buscas quizás no lo encuentres quedandote un año más (muy posiblemente te quedes)...¿cuando tendrás tiempo de viajar por esos alrededores?, ¿los fines de semana?..los destinos cercanos a los que un fin de semana dan acceso ya los debes tener medio acabados, ¿no?...
también creo que evidentemente te faltan cosas por descubrir...miles...amigos americanos que hacer...inglés que mejorar...pero tienes razón que toda decisión supone una renuncia...y loco...es más sencillo, no te vuelvas loco...no tiembles carajo...no te dejes confundir por la primavera..el invierno siempre vuelve.
Ya sabes que lo que yo quiero es que te acerques...egoistamente, pero si hago balance de todas las percepciones tuyas que he podido leer a lo largo del año...ha estado bien,pero porque pelear porque sea mejor...a veces no hay que pelear....decidas lo que decidas estara bien....porque solo se trata de un año (nada más o nada menos) pero de quedarte en Tyler te puedes arrepentir y de irte me da que no...te inundarás de otra vivencia diferente y te olvidaras de Texas.
Egoistamente quiero que te vuelvas
Un beso
¿mejico?

Ricardo dijo...

Muchas gracias por hacernos partícipes de tus dudas. "Es mejor una buena duda que un mal axioma".

Pase lo que pase, decidas lo que decidas, no te vas a librar de la voz de tu conciencia gastronómica, jajajajajajaja. Salta a la vista que, aunque no lo hayas mencionado, uno de los motivos por los no quieres irte es para seguir zampándote esas cosas grasientas que tanto te gustan.

Un abrazo, amigo.

Santi dijo...

Oye nene...han pasado un par de horas desde que escribí el anterior comentario...y creo que escribi un poco desde la rabía de pensar en tenerte otro año tan lejos (que a saber donde estoy yo)...no lo retiro porque...es verdad, me da rabia, y porque así pues pongo un granito de arena en la balanza del "Yes we can-traerte al otro aldo del Atlántico"...pero lo que tu decidas será lo mas adecuado..y desde luego lo mas sopesado, razonado....desde luego será en lo que yo te respalde.
Un beso

Aureliano Buendía Malanoche dijo...

Casi nunca se completa un viaje. Pocas veces dejas un lugar con la sensación de haberlo absorvido y vivido plenamente, con profundidad, con madurez. Ya sea como estudiante o como trabajador, los lugares a los que vas te marcan pero en ellos sólo dejas una tenue huella... los amigos que te recuerdan cuando te has ido, la materia orgánica que tu cuerpo esparce por el subsuelo.
¿Cómo saber el momento en que irse? No dejes que la burocracia decida por ti, tampoco los amigos.
Let love guide you my friend, and do not think twice.

Santi dijo...

este Aureliano es un ser curioso...tiene mucha razón...pero según las experiencias vitales de cada uno, la suerte que a cada uno le toque...hay veces que uno SÍ tiene cosas que sin que uno quiera deciden...y los amigos son una de ellas....ellos no deciden por ti...pero cuando son de los de verdad la distancia te duele. No todo el mundo tiene de estos y no sabe a que me refiero..pero es tal como lo cuento. Suerte que tienen algunos...suerte que le deseo a todos.

Anónimo dijo...

Con retraso post vacacional acabo de leer tus inquietantes dudas.
A pesar de que ha llegado a mí cierto rumor adicional y actual, reconozco que me temblaría el pulso. Ese relato del que hablas tiene pinta de ser digno de Edgan Allan Poe.

Se vé que no tocaba Francia.

Decidas lo que decidas será lo correcto, pero me revuelve que consideres un motivo para quedarte el motivo d), el del horror a las gestiones burocráticas. Espero que no sea ese al menos el que te haga decantarte. Creo que no es sino "pereza" ante la cómoda inercia de las cosas.

besos

Anónimo dijo...

Me encanta la primera foto, jejeje...

Yaiza dijo...

Querido nene,

En estos últimos meses he aprendido una nueva lección de la vida; aunque tratemos de racionalizar las decisiones a veces debemos tomarlas con el estómago. Olvídate de pros y de contras y pregúntate qué es lo que realmente te apetece hacer. ¿Qué te pide el cuerpo?

En ocasiones, cuando tomamos decisiones haciendo sólo caso a la razón, hay algo en el alma que se muere o que, al menos, se resiente.

En cualquier caso, buena suerte con lo que decidas.

Un beso

Y.

Ricardo dijo...

A mí, al revés que a Cizaña, no me gusta la primera foto: pareces un cura pajillero. Un abrazo.

Andriu dijo...

Muchas gracias a todos por el apoyo, los consejos y esos sabios comentarios.

Empiezo por el final:

Ricardo: lo de pajillero te lo perdono, pero eso de que parezco un cura... me ha dolido.

Yaiza, como me conoces sabes que uno de mis defectos (aparte de lo de las uñas) es ése: demasiado racionalismo. Pero no le des más argumentos a Ricardo: eso de tomar "las decisiones con el estómago" y hacer lo que me pida el cuerpo puede ser utilizado (por él) en mi contra.

Cizañas: ¿dónde te fuiste de viaje? Ya sabes, voy siguiendo tus pasos: mira el próximo post.

Aureliano, es verdad -carajo- que nunca se termina de conocer un lugar; probablemente ni siquiera el "nuestro", allí donde nacimos y nos criamos. Sé que hay otras Lagunas que ignoro, pese a todo. Pero claro, no hay que ser demasiado exigente y pretender un conocimiento suprahumano de las ciudades (ni de cualquier otra cosa).

Santi, que seas de mis amigos el más posesivo me conmueve, como estoy seguro les sucede al resto de nenes. Gracias por tu egoismo fraternal y también por tu rectificación contranatura.

Chelucana, no sé qué edad es la mía ni si tengo o no cubiertos, pero apetito me sobra (y haces bien amordazando a Ricardo en este punto). Lo de los ¿siete? sombreros lo leí por encima preparando las opos. Ya que me lo recomiendas lo anoto en mi lista de tareas pendientes. Creo que me hace falta ese tipo de lecturas: aprender a cambiarme de sombrero.

Montse, qué bonito comentario. Tú si que sabes cambiar de sombrero, o perspectiva. Me asombra que, después de lo dicho, apuestes por Texas, aunque sólo sea un poquito. Yo me lo quito: el sombrero.

Rbc, gracias por el título del siguiente post. Espero que te hayas decidido con lo del cafelito.

Un abrazo muy grande.

Y de nuevo, muchas zenkius.