"El gran mérito de la injusticia consiste en parecer justo sin serlo. Hay que dotar, pues, al hombre perfectamente injusto de la injusticia perfecta sin quitar nada de ella, y que cometiendo los más grandes crímenes sepa crearse una reputación de hombre de bien; que si llega a dar un paso en falso se rehaga inmediatamente; que sea tan elocuente que convenza de su inocenia a los mismos ante quienes sus crímines habrán de acusarle; bastante atrevido y bastante poderoso, ya por sí mismo, ya por sus amigos (...) He aquí el hombre injusto".
(Platón: La República, Libro Segundo, IV)
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