jueves, 12 de julio de 2007

EsTaMpAs RoMeRaS

Cada vez que vuelvo a La Laguna, mi ciudad, de vacaciones, de fin de semana, tiemblo. Ante todo, el kit de supervivencia: suéter abrigado, tapacuellos, pastillas para la garganta. De último siempre que vuelvo llueve. Me dicen que no: "Pero si se ha cubierto hoy mismito; llevamos unos días con un tiempo estupendo". Me da por pensar que soy un cenizo, un gafe, que ahuyento los días de sol. O que La Laguna es así y que son mis padres los que me mienten con eso de "hoy mismito", para que mis visitas se vuelvan más frecuentes.

Ahora, no obstante, he descubierto al culpable de la lluvias laguneras. Ocurrió en el año 1532. Los agricultores de la Vega no recordaban una sequía tan asoladora desde hacía tiempo (y ello mucho antes de la era del cambio climático). El fértil campo lagunero estaba yermo, olvidado de las gracias y dones de Dios, o de los elementos. El gremio de agricultores decidieron entonces elegir por sorteo un santo que intercediera y al que encomendarse en sus plegarias. Una vez decidido el santo en cuestión, el milagro se produjo: llovió. Y agradecidos, los agricultores salieron ese año a ofrecer al santo en romería los productos de la reanimada tierra.

Este cartel anuncia la romería en su edición de 1949, año en que se volvió a retomar la festiva tradición tras una época de olvido. Desde entonces, en mi ciudad llueve. Desde entonces, sólo hay un día al año en que festejo con todos mis conciudadanos la ofrenda líquida del cielo: es el segundo domingo de julio, día de San Benito.

Por ahí se acerca el santo en cuestión, San Benito Abad, 475 años después de haber ganado por sorteo el favor de los habitantes de La Laguna.

Y aquí llega al fin el santo, custodiado por un mago canario. El mago es un ser con el que más vale tener cierta mano izquierda. Podrás invitarle a lo que sea e incluso pedírselo: papas, gofio, vino, fruta, huevos duros... Ahora bien, nunca intentes invadir el espacio vital de su carreta ni molestar a sus vacas. Eso es sagrado. Por como escolta este mago al santo, supongo que con San Benito ocurre otro tanto... Ni a Kevin Costner en El guardaespaldas se le veía tan reconcentrado.
Casi tan sagradas como las de la India, las vacas o bueyes son protagonistas absolutos de esta fiesta agrícola y ganadera. Siempre van de dos en dos, en pareja.

Pero no son los únicos...


Hay prometidos...

Hay hermanos...


... y gente que se dedica a ligar.


Las ovejas, como es de todos conocidos, van en cambio en rebaño. No las cuentes, que te quedas dormido y aún queda romería por delante.


En la romería cada cual recorre la ciudad en fiesta montado en su particular carreta, casi siempre tirada por bestias.


Encima de ellas van las bellas.


Hay carretas realmente dignas de ver, como aquellas que simulan ser un barquito de vela. En ellas se hermana el monte y la playa, el medio rural y el marino, como en la pizza mar y monti.

O como esta en la que para subirse hace falta una escalera. No veía una estampa así desde la época en la que devoraba cómics de Asterix y Obelix.


Luego están los que corriendo y a última hora lo organizan todo y sólo les da tiempo de ponerle una manta y unas hojas de palmera a un carrito de supermercado.

Se les ve contentos.


Lo bueno de las fiestas populares es que no hay límite de edad para participar en ellas...


Ni por debajo...


...Ni por arriba.


Cada cual participa a su manera...


tocando isas, folías, malagueñas...


cantando...


bailando...


y hasta tocando las castañuelas


Este es el mago, el otro gran protagonista (junto a las vacas que él gobierna) de esta fiesta popular que es la romería lagunera.

Sobre la idiosincracia del mago podríamos escribir páginas enteras trufadas de cariño e ironía, pero la romería va ágil, con paso raudo, y no podemos detenernos en exceso.


Lo que sí que no conocía yo era la maga y su idiosincracia. Había que verla cómo manejaba el palo y dirigía las vacas. La maestría con la que tomaron la curva de acceso a la calle San Agustín era como para dejar boquiabierto a cualquiera de los que hoy se pierden por el automovismo.

Con esta piloto y esta máquina... ¿a quién le hace falta fichar por Mercedes?

Otra de mis debilidades: los personajes insólitos.

Yo le ofrecí un vaso-vino y él me ofreció una calada de su cachimba. Supe declinar la invitación con bastante diplomacia y savoir faire.

Este otro personaje insólito era una mezcla de freaky del rollito celta y hippie de Woostock.

Y estos dos... ¡Vaya par! Uno lleva puesto el equipaje del San Isidro, que subió de categoría hace un par de semanas. Y el otro no sé si lleva en la muñeca un pañuelo del mismo equipo... o un tapacuellos.

Y aquí están otra vez los del carrito de supermercado. Parece que tienen una barbacoa encima...

Buff, tirar de eso sin la ayuda de una yunta tiene que ser jodido.

Aunque, oiga usted, qué les quiten lo bailado.


Se están poniendo bonitos.

Y más que los bueyes y las carretas... lo que corre es el vino.

Buen tinto. De Tacoronte de Acentejo para más señas.


El canario pide (véase CC respecto a Madrid)...


...y el canario da.


Esta es la viva imagen de la canariedad: una maga comiéndose un plátano de las islas.

Parece un anuncio de yogures Celgán.

Mi niña, no abras la boca. A ver si va a resultar que eres de Burgos y me jodes el invento.

¿Quién dijo que los del carrito eran unos arrastrados y unos muertos de hambre?

Se están poniendo las botas.

Creo que se corrió la voz de que en la esquina de La Carrera con Núñez de la Peña se estaba montando una barbacoa muy chula, porque al olor de la sardina...

...diez mil moscas acudieron.


Y este caballero airado, que te señala con expresión de reproche: ¿qué te dice?

"Que muy mal, que no has venido,
que me siento muy dolido
y aunque no me coma el tarro...
¡te toca empujar el carro!"

Vaso en mano se despiden ellos, también, los del carrito.

Pero no van a acostarse aún, parece. Ya ha terminado la romería y ellos andan buscando una casa a la que ir, un chiringuito, una parranda, algo.

Si es que hay gente que no se conforma con nada.


Estampas romeras.

Imágenes desvaídas por el paso del tiempo, que hoy se repiten, levemente alteradas.

Porque mucho ha cambiado, pero también algo permanece, o es preciso -más bien, pues no es cuestión de refutar a estas alturas el título de este blog- es preciso que algo permanezca.

El timplista canario Benito Cabrera reflexiona en torno a ello con ocasión de la Romería de San Benito del año pasado. Sus palabras son el broche de despedida por hoy:

"Sin embargo, seguimos manteniendo la romería. Ya no existe el gremio de agricultores, ni hubo sequía este año... y nuestros problemas tienen más que ver con la inmigración ilegal, el cemento, las listas de espera sanitarias y los aparcamientos. Pero nos pondremos trajes que se usaban hace dos siglos, cantaremos canciones centenarias, engalanaremos nuestras casas como si sintiéramos de verdad que somos de "campo" y haremos las ofrendas correspondientes al santo patrón, aunque muchos no seamos creyentes".

"Por otra parte
-prosigue el timplista- en cada generación, las personas tendemos a sentir que el devenir del tiempo termina en nosotros mismos, que todos los sucesos pasados y futuros tienen por objeto desembocar en nuesta contemporaneidad. Somos el futuro del pasado, pero no debemos perder la perspectiva de que la palabra "presente" es una quimera lingüística y que, cada segundo que pasa, nos vamos también convirtiendo en el pasado del futuro. Somos un pequeño eslabón de una cadena que dibuja, con el diseño del tiempo, la historia de la humanidad, pero también la de nuestra tierra, la de nuestra ciudad, que se define sobre una esencia, con una identidad diferenciada y singular".

"No perdamos, pues -
concluye- nuestra memoria, nuestra esencia vital, cayendo en un altzeimer colectivo que nos conduzca a no reconocernos ni a nosotros mismos. No olvidemos a nuestros escritores, poetas, pintores, investigadores, intelectuales y creadores, vástagos de una pequeña tierra que ha esparcido su fecunda semilla por tantas latitudes. Pero no olvidemos tampoco a los anónimos personajes que con sus manos labraron la tierra, cantaron la música que no se escribe y la poesía que no se edita, a los que bailaron la danza que no se graba más que en la retina... a todos los que habitaron la vida que en este "ahora" y en esta ciudad nos pertenece por un breve espacio de tiempo. Recordemos, volvamos a pasar por el corazón, lo que hemos sido, para que tenga sentido lo que lleguemos a ser. Y hagámoslo de la mejor manera posible: festejando, bailando, riendo, cantando, disfrutando del rito de la comensalidad comunal y generosa".

1 comentario:

Santi dijo...

OLEEEEEEEEE
OLEEEEEEEEEE
OLEEEEEEEEEEE
Chacho cómo está el mundo que unas breves reseñas sobre intelectuales (hombres de contemplación) generan rios de tintas y en cambio que todo un artículo sobre cómo suceden en realidad los hechos, cómo es la vida en el día a día propio de los hombres de acción no da de sí ni un misero comentario....al final son sus actos los que provocan las reflexiones de los otros...sin historia no habría historiadores.
Me quedo con los últimos...y con ese carrito de supermercado.
OLEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE