viernes, 21 de marzo de 2008

SiN RoLeS


Poco a poco la frontera entre los alumnos a los que ya conocía y los que sólo conocía de vista (o por haber estado en jefatura de estudios) se fue difuminando.

Poco a poco se fue acortando y cancelando la distancia entre ellos y nosotros, profesores y alumnos.

Poco a poco me convertí menos en "profe" y más en Andrés.

Comimos juntos.

Viajamos juntos.

Pasamos sueño, hambre y frío juntos.

Nos emocionamos y acojonamos juntos en las atracciones rompemarcapasos de Port Aventura.

Subido junto a Guzmán en lo alto del Huracán Cóndor, con los pies al aire, a una altura desde la que las personas allá abajo parecían hormigas liliputienses, resignados a caer en picado a velocidad de vértigo, el alumno se confesó:

- Profe, ahora que vamos a morir, tengo que decirte que no me gusta la asignatura de ética.

No dejamos de poner normas, de contarlos una y mil veces, de fijar horarios, de corregir comportamientos, de echar alguna que otra bronca y hasta de llamar a algunas madres.

Pero creo que supimos arreglárnoslas para dejar en un segundo plano este marco normativo y poner siempre por delante la diversión, la dicha y el sentido del humor.

El instituto instituye roles, funciones, atribuciones y límites.

Tú: alumno; tú: profesor; tú: jefe de estudios.

¡Qué experiencia la de ver cómo poco a poco cada cual se iba despojando de su impostura!

¡Qué modo de disolverse estas diferencias!

Me encantó poder enseñarles a los alumnos y a las profesoras quién soy más allá del cargo.

Me encantó convivir y conocer mejor a esas personas que en el instituto desempeñan el rol de alumnos y profesoras.

Al final, los alumnos nos acabaron pidiendo que les firmáramos y dedicáramos la camiseta.

No es que el oficio de profesor hubiese alcanzado a sus ojos el prestigio del de futbolista, cantante o actor...

Es que habíamos dejado de ejercer a sus ojos, por un tiempo, dicho oficio.

Para un reportaje fotográfico más amplio, les dejo con otro resumen sui generis del viaje.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Algunos jefes de estudio somos gente tierna, amable, cariñosa y queremos a los/as alumnos/as como a hijos/as. Tú, además, eres un crack. Un abrazo muy fuerte y felicidades por ese viaje. Ricardo.

Andriu dijo...

Muchas gracias por tu amable piropo, Ricardo. Un abrazo.

pd: me he pasado por el CIO pero no tengo tiempo de leer e intervenir. Tras una semana de gripe y otra de viaje se me ha acumulado mucho trabajo de clase y de jefatura. Qué pena, porque el tema me interesa mucho. Ahora, además, con la sentencia condenatoria en Andalucía a la madre del niño rompemandíbulas, el tema se ha puesto de actualidad allende nuestro CIO.

Anónimo dijo...

Yo no creo que no tuviérais roles, es que mostráteis que tenemos muchos roles. Que una persona es profesor y jefe de estudios y eso no significa que no pueda ser divertida, simpática, atractiva, interesante, amable, humana...

Del mismo modo, los alumnos y las alumnas no sólo son estudiantes, también desempeñan otros roles y por eso también pueden ser agradables, divertidos, intereantes, valios en otros ámbitos, atentos, colaboradores...

Lo bueno es poder descubrirse mutuamente en lo cotidiano, en el día a día, y que no hagan falta estos viajes (que son buenísimos, por otra parte) para descubrir nuestra humanidad mutua.

Un saludo y a seguir así profe-jefe-buena gente. Montse

Andriu dijo...

Sí, tienes razón en que debemos tratar de enriquecer e incorporar todos esos otros roles al de profe, al de jefe de estudio y al de alumno.

Pero eso que el propio viaje propicia de un modo natural, en el instituto se convierte en una meta que hay que proponerse de modo consciente, a contracorriente de inercias, costumbres y demás obstáculos.

Gracias por lo de buena gente.

Anónimo dijo...

Pues en mi caso se da también de forma natural en el día a día. Es más, para mí lo antinatural es instalarse en un rol y olvidarse de que somos humanos. Como decía Hume, se filósofo pero en medio de toda tu filosofía continúa siendo un hombre. Trasladado esto a nuestro gremio, se profesor o profesora, pero en medio de tu docencia continúa siendo un hombre o una mujer.

Más saludos, Montse

Andriu dijo...

Es posible que en el caso de un cargo (jefe de estudios) esa disociación esté más acentuada y sea más difícil contrarrestarla que como profesor.

En primer lugar, están las "cuestiones de protocolo". Te cuento. En los claustros presidimos la gran mesa de la sala de profesores la directora, la secretaria y yo. De resto está vacía. El resto de noventa y pico profes se sientan alrededor, pegados a las paredes, en sillas, butacas y hasta sofás. Da un poco de "yuyu" sentarnos allí los tres, solos, prestos a ser observados y examinados por el resto de compañeros. Pues bien, yo bebo agua compulsivamente, debido a mi garganta, que es mi talón de Aquiles (en el post titulado "pLaNeTa tOnSiOtRéN", archivado en la etiqueta "extravíos" encontrarás una explicación a esto). Voy con una botellita de Lanjarón a todas partes, incluida el aula. Pues bien, en los primeros claustros hacía lo mismo y cuando notaba reseca la garganta bebía... a morro. Así lo he hecho siempre: en el aula, en los pasillos, en la más absoluta soledad. Un día la directora y la vicedirectora me propusieron cariñosamente que utilizara en los claustros un vasito para el agua. Yo me lo tomé a broma, no dándole importancia. Pero me di cuenta de que hablaban en serio. Al parecer, algunos profes habían cuchicheado que no les parecía decoroso ver al jefe de estudios bebiendo a morro durante un claustro. Muchos otros profes se llevan su botellita y beben a morro durante el claustro, como yo, pero no están tan expuestos como yo en esa mesa, o no son jefe de estudios. El caso es que tras discutirlo amoistosamente con mis compañeras me di cuenta que a ellas tampoco les parecía adecuado. Así que no iba a hacer un castillo de ese grano de arena y ahora en los claustros me llevo siempre mi botelita de agua Lanjarón y mi vasito de plástico para beberla decorosamente y como dios manda.

En este caso, el cargo o el rol se impuso a la persona, a lo que a Andrés le hubiera salido de dentro hacer.

En segundo lugar, a veces no puedes defraudar las expectativas que el resto ponen en ti (no como Andrés sino) en tanto que jefe de estudios.

Por ejemplo, te llama el profe de guardia para que vayas a la 317 porque "allí no se puede dar clase". Al llegar, eso mismo te dice el profesor y mil y un reproches más hacia sus alumnos. Ha agotado la vía del diálogo, de las llamadas reiteradas al orden. Pero ellos no le hacen caso y lo que agotan es su paciencia. El profesor está muy enojado, se le ve rojo y se le marcan las cuerdas vocales. Me ha llamado como quien saca ante los alumnos su último as de la manga: "¡Llamen al jefe de estudios!" -grita contundente.

Cuando esto ocurre, el profesor no quiere que venga Andrés a la 317, con su buen rollito y con su sentido del humor. No, a Andrés lo prefiere para una charla distendida en la cafetería. O para una charla con esos mismos alumnos en otras circunstancias.

Quien quiere el profesor que acuda es el jefe de estudios y a ser posible un jefe de estuios con muy mala leche, capaz de amenazar a los alumnos con algo muy grave si no cambian de actitud y djan dar la clase.

Cuando algo similar a esto ocurre yo subo las escaleras y me voy transformando... Me meto a camisa por dentro o miro a ver si la camiseta que llevo es demasiado juvenil y, sobre todo, me voy metiendo en el papel: pongo mi mejor cara de malas pulgas y pienso rápidamente en qué es lo que más le duele a ese grupo de alumnos en particular.

Sí, las cosas son así. Debo dejar atrás, en la jefatura, al Andrés que lleva una sonrisa en la boca, que dialoga, que da oportunidades... porque si ese es el Andrés que llevo a la 317, el del buen rollito, a ese profe lo voy a desautorizar delante de sus 30 alumnos, pues va a quedar como un histérico y desquiciado, como un gritón y, sobre todo, como un mal jugador de cartas, que deja para el final un supuesto triunfo, que acaba siendo un tipo muy simpático que nos ha largado un discursito bienpensante pero muy naïve, que nos ha entrado por un oído y nos ha salido por el otro, pues ahora que se a ido seguimos armándola y tirándonos bolas de pap... ¡ahh! cabrón de mierda, me ha dado en el ojo, esa bola se la vas a tirar a tu put...

En fin, perdona por el desvarío final. Espero que entre tanto atrezzo hayas podido captar lo que intentaba decirte.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Andriu, creo que sí, que he captado lo que intentabas decirme. No obstante, hay algunas cosas que me gustaría comentar, tengan o no tengan que ver con el asunto que estamos tratando, ¿me lo permites? Allá voy:

1) Sois noventa y pico profesores y sólo hay un jefe de estudios. En mi instituto somos unos 65 y está la jefe de estudios, y dos jefes de estudios adjuntos. Además, del secretario y el director. (Y en el género que los nombro, ¡eh!, una mujer y cuatro hombres, ¡viva la paridad!).

2)Los profes pecamos justo de lo mismo que criticamos a los alumnos. En cualquier reunión cuanto más lejos me siente, más pueda desconectar y menos me implique mejor. Eso hacen los alumnos y nos molesta muchísimo.

3) ¿Por qué te sientes examinado por el resto de los profes? No creo que en un claustro se tenga que examinar a los que forman el equipo directivo, más bien se tendrán que examinar propuestas, actuaciones concretas, criterios tomados o por tomar, decisiones, pero no personas. Quizá, por eso luego los profes se sienten tan inseguros en un aula y acaban asumiendo un rol que es ficticio, porque se piensan que los alumnos hacen lo que ellos hacen en los claustros examinar con lupa al que habla y como casi sólo hablan los del equipo directivo, pues los examinan a ellos.

4) Lo de quejarse por beber a morro me parece una tremanda estupidez. Sinceramente, si fuera una botella de la que beben varias personas tendría sentido quejarse pero siendo tu botella de la que bebes tú solo pues... Muchas formas y poco fondo tienesn algunos. Es más, si tuviéramos que justificar el beber a morro o en vaso de tu propia botella habría más argumentos éticos para beber a morro que en vaso (no malgastar recursos innecesariamente), claro que quizá estéticamente esté mejor lo del vaso y como estamos en un mundo que pone la estética por encima de la ética pues... ahí está Andriu bebiendo en vaso. Y si ya nos ponemos en lo estético y decoroso, peor que beber a morro es llegar sistemáticamente tarde a clase, abusar de tu poder, no reciclarse, etc., etc. Como me dijo una alumna mía un día para animarme, "Montse, no te preocupes si siempre va a hablar un lisiado".

5)Salvo casos excepcionales (como el de algunos alumnos que han metido este año en diversificación, en mi opinión, para fastidiar a mis hermanas), el profesor que llama a jefatura de estudios para que ponga orden en su clase se ha quedado sin autoridad ninguna. Así que, haga el jefe de estudios lo que haga, hable como hable, sonría o dé bufidos... los alumnos estarán subidos a la chepa de ese "profesor" de ahí en adelante.

6)Y, lo más importante, creo que se puede ser Andrés, simpático, dialogante, serio, recto, jefe de estudios y no tener que hacer ningún teatro. A los alumnos hay que hablarles clarito pero bien. Tener pocas reglas pero que se cumplan. A veces, y conste que no lo digo por ti, no te conozco en tu faceta de jefe de estudios; a veces -decía- los jefes de estudios hacen de doberman o de colegas y yo creo que no es ni lo uno ni lo otro. Hay cosas que no se pueden permitir y aunque seas cercano con los alumnos tienes que hacerles ver que eso no se puede permitir y tomar la medida que previamente estuviera establecida. El problema es que muchos jefes de estudios, profesores... van "a salto de mata" y las cosas así no funcionan.

7) No sé si ahora la que se ha ido del tema he sido yo. Será que me apetece debatir, jajaja.

He leído tu post post titulado "pLaNeTa tOnSiOtRéN" y me encantaría leerlo contigo para preguntarte muchas cosas y para decirte muchas otras que me surgen. Soy así, no me preguntan y yo hablo, eso me mata.

Gracias por este rato de diálogo en diferido pero agradable. Un abrazo, Montse

Andriu dijo...

Montse, tengo un ratito e intento responderte:

1) Somos 3 jefes de estudio. Uno de noche, un adjunto de mañana y yo. Aún así, no doy abasto.

2)En nuestros Claustros apenas interviene nadie. No sé si va todo bien, si en efecto pasan de todo y sólo les importa que acabe cuanto antes... Lo cierto es que el pasar por la directiva me ha hecho cambiar la mirada al respecto. Antes recuerdo que iba a los Claustros y había temas que me la "reflanflinflaban". O no entendía de qué iba aquello o simplemente no iba conmigo. Era de los que hacía dibujitos. Ahora todos los temas me parecen cruciales y me gustaría que todo el profesorado de pronunciara y se implicara en ellos. Cuando vuelva a ser profe "de a pie" (en unos meses) supongo que lograré alcanzar un razonable equilibrio entre ambas posturas.

3) Uno siempre se siente examinado cuando hay más de 180 ojos posados en ti, aunque se suponga que lo importante es lo que dices y no lo que haces (o bebes).

4) "Es" una tremenda estupidez. Pero más estúpido sería enrocarme por esa chorrada y no ceder cuando 2 personas del equipo directivo pensaban que esas cuestiones "de protocolo" o forma no dejan de tener su importancia. No es el tipo de cosas por las que valga la pena enfadarse con nadie.

5) En esto estoy totalmente de acuerdo contigo. Y también (de eso me doy cuenta algunas de las veces que acudo a ese SOS del profe) que no cualquier persona sirve para esta profesión y que a veces el voluntarismo no es suficient.

6) En eso estamos. Ni doberman ni colega. Sí, hay que moverse entre esos dos extremos, evitar esas dos tentaciones.

7) Bueno, no creo que te hayas salido del tema...

pd: aquél post ha sido en parte refutado por la tozuda realidad:he vuelto al tonsiotrén.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

¿No me digas que has vuelto al Tonsiotrén? Entonces has caído otra vez en la dependencia psicológica de él. ¿Y eso? ¿Alguna causa que justifique ese debilidad? Cuenta, cuenta, tú ya sabes que a mí lo de preguntar me encanta.

Saludos, Montse

Andriu dijo...

Es una historia muy larga la de mi relación con Tonsiotrén.

Los grandes amores no rompen nunca a la primera. Lo dejan, vuelven, lo dejan, vuelven, lo dejan...

Lo mío con Tonsiotrén es algo así.

Mi decisión de romper de modo súbito y radical, sin concesiones, fue hermosa, dramática, absolutamente romántica.

Pero estaba destinada a caer en el mayor de los fracasos.

Qué ingenuos somos a veces...

Anónimo dijo...

A ver si es que has vuelto con el Tonsiotrén porque ha habido rupturas o acercamientos con antiguos o nuevoos amores... Cuenta, cuenta, jeje.

Saludos, Montse

Andriu dijo...

No, es tan sólo una gripe que lleva casi un mes dando sus últimos coletazos pero por fin parece que la he logrado domeñar.

Tonsiotrén ha sido mi escudero y valet.