jueves, 17 de diciembre de 2009

CiUdAd dEvAsTaDa


Recordarás la ciudad, supongo. Desde lo alto del torreón de Orduz se la puede abarcar y resumir visualmente: el río, el casco antiguo, la Catedral, la Rambla de los Comendadores, el mercado, la playa, el malecón, el mar. Antes solía subir al castillo a contemplar la ciudad desde arriba y tratar de entenderla. Pero el recuerdo es caprichoso. Ocurre que a veces no es una imagen visual lo que se queda prendido a nosotros sino un olor. O una música. Del torreón de Orduz yo recuerdo principalmente el olor a flores de tu pelo. Para poder asomarnos los dos al mismo tiempo a la ciudad por el exiguo espacio de la misma almena tuve que aproximarme tanto a ti que me dio la impresión de que el invierno había llegado a su fin. Así que es muy posible que lo que recuerdes de la ciudad sea otra cosa: el salitre impregnando tus fosas nasales allí donde fuéramos o el tañido de las campanas o el arrullo de las palomas en la plaza del mercado. Todo eso también me da miedo.


Antes hubiera podido jurar que la ciudad gozaba de una cierta geometría y orden. Así es como se me antojaba desde el torreón de Orduz. El río marcaba una clara delimitación entre el casco antiguo, por una parte, y la zona moderna y comercial por otra. En esta última la Rambla de los Comendadores corría paralela al río y desembocaba también en el mar. Junto a la Rambla, el mercado se erigía en el centro neurálgico de la parte nueva de la ciudad. El casco antiguo también poseía su centro indiscutible: la Catedral, que emergía majestuosa como un gran champiñón de piedra. Desde allí arriba me hubiera resultado sencillo incluso dibujarla.


Ahora que no he vuelto a contemplar la ciudad desde arriba y que escalar la empinada escalera en espiral del torreón me resulta un despropósito, ahora y sólo ahora, veo que todo puede haber cambiado. Y necesito advertírtelo.


¿Recuerdas el paseo de chopos que orillea el río bajo el puente y aquellos bancos desde los que contemplábamos su inagotable caudal y tratábamos de adivinar la velocidad con la que el agua pasaba ante nosotros y se perdía en el mar? Pues bien, no sé si sigue allí.


Supongo que recuerdas si acaso la penumbra laberíntica del casco antiguo por las noches. La primera de ellas te pegaste a mí mientras caminábamos y ahí volví a sentir el olor a flores. En los cinco días que pasaste en la ciudad recorrimos aquellas callejuelas estrechas y empedradas muchas veces, así que me temo que las recordarás todas tal y como eran.


¡Y qué decir de la Catedral! También en la morada de lo eterno pueden verse diferentes las cosas.


No sé si me explico. No sé si lo que quiero es explicarme.


¿Recuerdas nuestros paseos en silencio por las Ramblas o por el malecón desde el que la ciudad nos sonreía con su fachada más limpia y con el castillo y su torre allá en lo alto? Claro que lo recuerdas, no se olvida tan pronto. En estos cuatro meses es posible pensar que todo aquello haya sido devastado.


Porque la ciudad no es la misma.


El río arrastra lentamente materia muerta y desechos como de naufragio que se acumulan tercamente en ese extremo de la playa en el que por primera vez reconociste con las yemas de tus dedos aquel cuerpo mío.


El casco antiguo acaso te lo encuentres atestado de turistas y a la luz del día es posible que tu mirada se detenga horrorizada en las costuras, las cicatrices y las marcas de una restauración imperfectamente acometida.


Cuando vengas, no habrá pasado el tiempo suficiente para que la ciudad vuelva a ser lo que fue. Hazte a la idea: como en aquella biblioteca egipcia consumida en llamas o como las dos torres abatidas desde el aire, hay secuelas que son para siempre.


No creas que no he vuelto a recorrer estas calles. Preparo tu visita con locura. A mi manera puedo todavía dejarme conducir hasta la plaza del mercado y desde una terraza observar los pasos de todos los que me rodean. Siempre he tenido especial predilección por una cierta actitud contemplativa y ahora esa tendencia mía ha encontrado algo así como una ocasión propicia para consolidarse.


Pero me despierto todos los días agitado por tu inminente visita a la ciudad y las mañanas me las paso casi siempre en la cama y buscando las palabras con las que contarte lo que me ha ocurrido e imaginando tu expresión y adivinando tus pensamientos y especialmente tus sentimientos cuando compruebes por ti misma lo que ha quedo de esa ciudad que recordarás, supongo.


9 comentarios:

Carse dijo...

¡¡¡Aprobecho tu blog para desear FELICES FIESTAS a todos los seguidores del Blog y de forma muy especial a Andriu!!!

Anónimo dijo...

Fun, fun, fun...!!!
Deduzco que mucho profe hay por aquí disfrutando de las elásticas vacaciones...eso, o algo todavía mejor: os ha tocado la lotería y habéis optado por la sensata desaparición. Bueno, Andriu, guapetón, pasa una buenas fiestas, y que el próximo DOS MIL te venga con DIEZ.
Y Montse, Carse, Cizañas, Maronini, Gaby, Yaiza, ricardo, y Noviembre (que ha estado inactivo en Diciembre, no?)...lo mismo para vosotros. Un abrazo muy fuerte,
Rbc

Dracón el filósofo dijo...

Felices navidades a todos. Yo en unas horitas me largo a Madrid, yuhuuuuuuuuuu!!!!!!

MARONINI dijo...

Felicidades!!!! que la pasen bien.

Besos

Andriu dijo...

Carse, Rbc, Dracón, Maronini: ¡Muchas gracias y muchas felicidades a ustedes también! Estoy en Las Palmas por unos días de celebraciones familiares. A ver si retomo la actividad bloguera y escribo un post navideño en condiciones.

¡Un abrazo muy fuerte!

Gaby dijo...

Felicidades a todos!!! Un abrazo navideño desde la hermosa Guadalajara, México donde un día invernal es de 19 celcius!!! (Lo siento por los que están en el invierno europeo). Disfruten de estos días de asueto y de todo lo bueno que viene.

Un brindis con un caballito de tequila!

Montse dijo...

Felices fiestas y/o felices vacaciones para todas las personas que permanecemos unidas gracias a NaDa PeRmAnEcE.

Un abrazo para todos/as, Montse.

PD: Rbc gracias por ser tan detallista, un beso.

Andriu dijo...

Gaby, Montse: ¡Muchas felicidades a las dos!

Un abrazo.

Carse dijo...

Fe de errores:

Aprovecho y no aprobecho. No pueden estar tan cerca la V de la B en el teclado del ordenador, jeje.


Gracias W.