viernes, 2 de julio de 2010

MiS NiKe 5



Hay mucho ruido, creo.

Hay mucha informacíón y contrainformación.

Me pregunto por qué seguimos comprando Nike, o yendo al Starbuck, o comiendo chocolate Nestlé, o llenando el depósito de nuestros coches con gasolina Shell, o cenando en Mac Donald´s, o adquiriendo productos de la tienda Disney...

Se me ocurren 5 motivos que pueden explicar el que sigamos engrasando la maquinaria capitalista en la que se desenvuelven estás y otras marcas. Voy a enunciarlas haciendo mención a Nike exclusivamente. Pero los 5 motivos son válidos también para tantas otras empresas o marcas con las que convivimos a diario:

1)  Las tropelías de Nike son una leyenda urbana, una exageración, no están suficientemente demostradas.

2) También Adidas, Reebok y tantas otras marcas deportivas incurren en las mismas tropelías. Si las otras marcas también incurren en tales tropelías lo mejor es consumir aquellas que más me gustan.

3) Mi boicot personal a Nike no sirve de nada. Es la lucha de David contra Goliat. Para qué molestarme. Nada va a cambiar.

4) No me apetece sacrificarme y dejar de disfrutar de mis Nike por unos niños indonesios o coreanos o paquistaníes que no conozco de nada.

5) Los trabajadores de Nike están malpagados pero al menos gracias a Nike tienen un salario. La empresa Nike genera puestos de trabajo, y por lo tanto riqueza, en los países en los que radica sus fábricas.

Este es el ruido.

Estas son las razones que esgrimimos, más o menos conscientemente (contra los otros o contra nuestras propias contradicciones internas) cuando pensamos que quizá podamos estar siendo cómplices de alguna de esas tropelías tan corrientes en el sistema capitalista en que vivimos.

Seguramente habrá más; éstas son las que a mí se me ocurren.

Supongo que lo que me corresponde ahora es analizar cada una de esas afirmaciones.

Al fin y al cabo, hay unas Air Max grises en juego.


jueves, 1 de julio de 2010

MiS NiKe 4


Cuando llegué al instituto conseguí que mi madre me comprara por fin, con 15 años, estas Nike.

No he olvidado aún mis Air Max naranjas.

Nunca llegué a tener las Jordan ni las Air Flight, pese a que en el colegio por entonces el deporte que todos practicábamos era el baloncesto. Yo jugaba en el equipo del colegio Aneja y los sábados por la mañana nuestro entrenador (un monitor malpagado por el Ayuntamiento) nos llevaba a jugar contra otros colegios de La Laguna o alrededores. Aunque casi siempre perdíamos los partidos, nuestra pasión por el basket seguía intacta. Aunque nuestros ídolos eran Magic Johnson, Larry Bird o Kareem Abdul Jabbar (¡gancho de Kareem!), y aunque nuestro dios indiscutible era Michael Jordan, lo cierto es que no recuerdo que ninguno de nosotros tuviera unas Jordan. Y si casi siempre perdíamos los partidos de basket es muy probable que en nuestro subconsciente estuviera grabada a fuego la certeza de que nuestro fracaso se debía a que ninguno de nosotros poseía unas Nike en condiciones. Únicamente Pachi (cuya madre venía a buscarlo al colegio en un BMW) tenía unas Converse Revolution, una de esas zapatillas con las que nuestros héroes de la NBA fintaban, hacían tapones, asistencias, bandejas, triples y mates, hasta ganar los partidos. Pero Pachi no estaba en el equipo de baloncesto de la Aneja. Eran unas Revolution, pues, muy desaprovechadas. 

Luego estaban los chicos del Nuryana, del Luther King, de la Salle y demás colegios privados de la isla. Ellos sí ganaban los partidos. Ellos jugaban en una liga diferente (superior) a la nuestra. Ellos si llevaban Nikes o cualquiera de las otras marcas que veíamos en la tele, en los partidos de la NBA. Aunque en el fondo los admirábamos y envidiábamos, para nosotros ellos eran los pijos. Y sabíamos que si jugaban mejor que nosotros al baloncesto no era por su propio mérito, sino por las Nikes, con las que podían ganar partidos y, en definitiva, volar. 

Cuando mi madre accedió a comprarme mis primeras Nike yo ya no jugaba a basket. Hacía atletismo y kárate. Ya era demasiado tarde para comprarme unas Jordan o cualquier otras Nike de caña alta. Así que me decidí por las Air Max y por el color naranja. Seguramente quería que todo el mundo supiera que yo también tenía unas Nilke.

Cuando gasté y rompí mis Air Max mi madre me compró otras del mismo modelo y del mismo color. Aquella fue la época en la que más deporte he hecho en toda mi vida. Mi profesora de Educación Física por aquel entonces debía de profesar algún tipo de credo de corte experimentalista en su asignatura, e influido por ella dejé el atletismo y el kárate. De mi profesora se contaba que ponía a jugar al ping pong a sus alumnos sin utilizar la pelota, pues así se conseguía evitar la competitividad entre compañeros. A mí esto siempre me pareció una leyenda urbana o una anécdota sacada fuera de contexto. Pero lo cierto es que en sus clases aprendí a bailar merengue, a saltar a la comba... y a recelar del kárate y del atletismo.

En esa época dejé el atletismo, dejé el kárate... pero conocí el amor. Yo tenía 15 o 16 años. Mi profesora de Ética me preguntó un día en clase que qué me pasaba, que si estaba enamorado o qué,  pues andaba todo el día como perdido y totalmente despistado. Yo enrojecí de inmediato y no supe qué contestarle porque en realidad eso era exactamente lo que me estaba pasando. Mi madre siguió responsabilizando a la profesora de Eduacación Física de haber yo dejado el atletismo y el kártate. Pero la verdad era que quería dedicarle al amor las horas que antes le había dedicado a los entrenamientos.

Y así fue como la fiebre por las zapatillas Nike se me fue pasando. 





Ahora han vuelto las Air Max a ponerse de moda y están en todas las tiendas de deporte. 

Y ahora que lo pienso me parece increíble que nunca haya tenido (hasta hace unos meses) otras Nike que aquellas Air Max naranjas (aunque éstas las tuve dos veces).

Ignoro en qué momento oí por primera vez que Nike fabricaba sus productos en condiciones de explotación laboral e infantil. Tengo la impresión de que fue ya en la Universidad.

Desde entonces empecé yo también (como tanta gente en el mundo) a hacerle boicot a Nike. Entraba a las tiendas de deportes y recorría la sección de la marca en cuestión con anteojeras, como ya he dicho. Pero lo cierto es que las Air Max habían dejado de fabricarse y ello hacía mucho más llevadera mi renuncia autoimpuesta.

Sin embargo, desde hace uno o dos años Nike ha vuelto a apostar por lo "retro" y ha vuelto a popularizar las Air Max y las All Star (en 2003 Converse fue comprada por el gigante Nike) de mi adolescencia. Así que cada vez me resulta más difícil ser bueno en lo que a esta esfera de mi vida se refiere.



Éstas son las nuevas Air Max a las que le tengo echado el ojo.

El desenlace de esta serie de posts va a determinar que acabe comprándomelas o no.


miércoles, 30 de junio de 2010

MiS NiKe 3



"El anuncio televisivo de 1985 de Nike con Michael Jordan introdujo al deporte en el mundo del espectáculo: las secuencias fijas, los primeros planos y los cortes hicieron que Jordan pareciera suspendido en mitad de un salto, y producían la asombrosa sensación de que realmente sabía volar"




"La idea de utilizar la tecnología de las zapatillas deportivas para crear un ser superior, la idea de Michael Jordan volando por el aire con un movimiento suspenso, era la aplicación real de la capacidad de Nike para crear mitos. Estos anuncios fueron los primeros vídeos de rock sobre deportes y crearon algo completamente nuevo. Como dice Michael Jordan: Lo que Phil (Knight) y Nike han hecho conmigo es convertirme en un sueño".

 
(Naomi Klein: No Logo)

martes, 29 de junio de 2010

vErSiOnEs AnTaGóNiCaS


Ayer echaron al Autodidacta de la Biblioteca y le retiraron el carnet durante una semana.

Y es que el guardia de seguridad lo sorprendió por fin subrayando los periódicos.

En esta ocasión, había subrayado con amarillo todo un artículo de opinión de EL PAÍS, de Almudena Grandes. El texto con el que el Autodidacta se sintió absolutamente identificado dice así:

A veces, cuando subo a un taxi con la radio sintonizada en ciertas emisoras que no suelo escuchar, me pregunto dónde vivo. Por encima de mi voluntad, mis oídos procesan noticias, juicios, opiniones que parecen provenir de un país extraño, poblado por extraños. Entonces, mi sentido de la realidad se tambalea. ¿Existiré yo, existirá esto? ¿Será real este taxi, esa tertulia, las voces que estoy oyendo? A menudo, cuando salgo del coche, todavía no me encuentro en condiciones de responder a esas preguntas.

La objetividad solo existe en el terreno de las intenciones. Tras el loable propósito de emitir un juicio objetivo, se agita el bagaje de una vida entera, la suma de experiencias, dulces o amargas, que conforman la memoria de cada ser humano. Escribir es mirar el mundo para contarlo después, y dos personas pueden dar versiones antagónicas del mismo hecho. Las discrepancias radicales, sin embargo, solo sirven para provocar irrealidad.
El martes pasado, Joaquín Sabina volvió a llenar Las Ventas. Yo estuve allí. No pretendo ser objetiva, pero mientras le escuchaba, creí estar asistiendo de verdad a aquel concierto en el que su público se le entregaba con la misma extrema generosidad que recibía de un cantante de 61 años, que permaneció tres horas en el escenario. A la salida, y después, mientras volvía a casa en el metro, creí ver sonrisas, gestos de entusiasmo, y creí escuchar palabras de amor, calientes, jubilosas. Y no dudé en ningún momento de mis sentidos hasta que al día siguiente leí, en este mismo diario, la crítica de un concierto distinto, aburrido, senil, decepcionante. Desde entonces, me pregunto si las 20.000 personas que abarrotamos Las Ventas la otra noche estuvimos de verdad allí. Y, en ese caso, cómo es posible que un solo listo se haya atrevido a llamarnos tontos a todos sin que le tiemble el pulso.



El Autodidacta había leído una semana antes en el mismo periódico la crítica amarga a la que probablemente se refería Almudena Grandes.

Y pensó para sí mismo que qué fácil era dejarse engañar.

MiS NiKe 2

 
Comenzaré con una confesión y con una pregunta.

La confesión es ésta: me cuesta ser bueno.

Y la pregunta: ¿qué entiendo por "bueno"?

El fin de semana vi en el cine La vida secreta de Pippa Lee. El personaje de Keenu Reeves le preguntaba a la prota qué cosas pedía cuando rezaba, y ella contestaba: "Rezo por mis hijos. Y también por ser buena".

Yo ni tengo hijos ni rezo, pero también -como a Pippa- me cuesta ser bueno.

Para entendernos, digamos que ser bueno significa simplemente hacer lo que uno cree que está bien. A quien le cuesta ser bueno le ocurre lo siguiente: sabe que hay algo que no está bien hacer y, pese a todo, tras una serie más o menos atormentada de dudas, termina haciéndolo.

Algo muy habitual en las personas que terminan haciendo lo que no les parecía bien hacer es fabricarse algún pretexto o excusa para sí mismos, o para quienes le rodean... o para ambos.

A esto se le llama racionalizar lo que han hecho.

Pero vayamos por partes, poco a poco.

Quiero avanzar pasito a pasito.



Al final de mi estancia en Texas me compré un libro fascinante escrito a medias por el filósofo Peter Singer, uno de los tipos más recomendables en cuanto a ética actual se refiere.

La tesis del libro era muy simple: dadas las formas actuales de producción alimentaria, hay importantes razones éticas para dejar de comer animales. Cada capítulo estaba dedicado a un animal. El primero de ellos analizaba los problemas éticos derivados del consumo de pollo. Lo leí fascinado y convencido por los argumentos de Singer y me dije: "Ya está. Se acabó el comer pollo".

Como todavía me quedaban algunas semanas en Texas (paraiso de la carne: ribs, hamburguers, bacon, etc.), decidí posponer la lectura de los siguientes capítulos, dedicados a la carne de vaca y al cerdo. Sin embargo, para mí mismo volví a pensar: "Se acabó. En cuanto termine el libro me hago vegetariano".

El libro lo tengo localizado: está en la casa de mis padres, en La Laguna, sobre la mesa del cuarto de estudios. No me he atrevido a guardarlo en una caja o en una estantería. Pero tampoco me he atrevido a proseguir la lectura más allá del primer capítulo acerca del pollo.

Sin haberme mortificado demasiado por mi fracaso moral por seguir comiendo pollo tras la lectura de aquel primer capítulo, lo cierto es que he ido postergando cada vez más la lectura de ese libro que en su momento juzgué de ineludible.

En el fondo, tenía miedo de enfrentarme al dilema moral de querer hacer algo que ya sabía que no estaba bien hacer.

Durante todo este tiempo he preferido no seguir sabiendo, no seguir leyendo, no introducir en mis rutinas alimenticias la contradicción o el reproche de estar haciendo algo que ya sabía que no estaba bien hacer.

Así que he seguido comiendo todo tipo de carne, como siempre... pues todavía no he terminado de leer el libro de Peter Singer.

Es más, durante mis últimas semanas en Texas comí más hamburguesas y más costillas que nunca; pues ingenuamente pensaba que aquellos días de hartazgo eran mi despedida de la dieta cárnica.




¿Podría decir que con los Nike me ha sucedido lo mismo que con la carne texana?

Éstas son las zapatillas que me compré hace tres o cuatro meses.

Después de más de una década sorteando las tentaciones de comprarme unas Nike, de repente, en unos pocos meses, me compro no uno sino dos pares de zapatillas.

Ya digo: me cuesta ser bueno.

Podría decirme a mí mismo que esto es una buena señal: el síntoma inequívoco de que una despedida definitiva e irrevocable de la marca Nike se está gestando en mi interior. Decirme que estas Nike son el último capricho, el último tanganazo del alcohólico que se encomienda a la abstinencia al ingresar en un centro de recuperación.

Sin embargo, tengo la impresión de que en realidad me he comportado como un bulímico que tras romper  su ayuno autoimpuesto no ve más salida que la huida hacia adelante: la primera caída precipita la segunda, un vicio conduce al siguiente y un pecado allana el camino a los que habrán de venir...

Ante mí se presenta la siguiente disyuntiva:

1) Seguir consumiendo hamburguesas y Nikes irreflexivamente.

2) Reflexionar sobre las Nikes y las hamburguesas.

Ya que a partir del 1 de septiembre volveré a ser profesor de Ética, no me queda más remedio que acogerme a la más filosófica de las alternativas.

En los siguientes posts pretendo centrarme en el caso Nike y dejar a Peter Singer y las hamburguesas para más adelante. Tras haber reflexionado sobre el tema adivino una nueva encrucijada, aún por venir:

2.1) Seguir comprando Nikes, pese a saber que hay razones para considerar que no está bien hacerlo.

2.2) Dejar de comprar Nikes; reconciliar conocimiento y voluntad.

Pero tiempo al tiempo: no adelantemos acontecimientos.

(Mientras tanto seguiré disfrutando de mis Nikes... y relamiéndome con las hamburguesas)


lunes, 28 de junio de 2010

MiS NiKe 1


Éstas son mis Nike.

Me las compré hace un par de semanas.

Con ellas no puedo volar, pero son ligeras y cómodas como un guante.

Con ellas da gusto caminar, correr, saltar, fintar... hacer deporte.

Y además me encantan.

En los tiempos en los que fui profesor de Ética les hablaba a mis alumnos de la explotación infantil de Nike.

Les contaba que yo con 15 años también era un apasionado de la Flecha.

Y que cuando me enteré de sus prácticas abusivas dejé de comprarles nada.

Entraba a las tiendas de deporte y atravesaba velozmente la sección de tenis Nike, como un caballo con anteojeras, para no verlas ni desconsolarme.



Éstas son mis nuevas Nike.

Después de más de diez años de calvario, haciéndole boicot a la marca, he vuelto a caer en la tentación de comprarme unas Nike.

Me pregunto qué les voy a contar a mis alumnos de Ética a partir del 1 de septiembre, cuando vuelva a ser profesor.

Y me pregunto qué ha ocurrido conmigo.

Me planteo los próximos posts como una investigación al respecto.


sábado, 26 de junio de 2010

jueves, 24 de junio de 2010

miércoles, 23 de junio de 2010

martes, 22 de junio de 2010

FaKe FaKe


Anoche, después del partido, al Autodidacta se le fueron las horas delante de la tele, haciendo zapping

El mando a distancia se quedó sin pilas a eso de las doce y media, así que el Autodidacta se quedó estancado en la tertulia política de Libertad Digital. El tertuliano 1 aseguraba que Zeta Pe estaba deprimido. El tertuliano 2 argüía que era un peligro que el país estuviera en manos de un enfermo mental. El tertuliano 3 recomendaba la lectura de un reportaje de Abc y se hacía en voz alta la misma pregunta que el psiquiatra que firmaba el artículo: "¿Está Zapatero en condiciones psiquiátricas para gobernar?". El tertuliano 4 tranquilizaba a las tertulianos 1, 2 y 3, aduciendo que el mayor problema de Zapatero no estaba en el interior de su mente (aunque admitía que sí que era algo preocupante), sino que la bestia negra a la que se enfrentaba el presidente y su ejecutivo tenía otro nombre y era éste: "intención de voto". El tertuliano 5 interrumpía al tertuliano 4 y no le dejaba cerrar el argumento: "Zeta Pe alberga todavía una infinita capacidad para sorprendernos -decía- y aunque parezca imposible todavía puede hacerlo muchísimo peor. Pero mucho me temo que al presidente no le afecta tanto como decís que el país se haya ido al garete con la crisis. Y lo que es peor: gracias al Aparato de Manipulación, al Sistema, al Big Brother, esa intención de voto dejará de caer en picado antes del 2012".

El Autodidacta sintió un escalofrío al oír hablar a un tertuliano de Libertad Digital (concretamente al tertuliano 5) del Big Brother, pero el mando a distancia seguía sin responder. Al final, el moderador de la tertulia desvió el tema hacia la victoria de la Selección, y en el análisis del partido los tertulianos pudieron disentir de verdad y escenificar una polémica genuina.

Por todo ello, esta mañana el Autodidacta decidió que el periódico que leería en la Biblioteca sería Público.

Al lado suyo había sentado un joven leyendo EL PAÍS, que le dijo:

-Hoy no viene usted tan cantarín.

El Autodidacta se acordó del waka waka e instintivamente miró hacía la mesa del segurita. El joven tenía un acento del sur y el Autodidacta lo ubicó en alguna de las Islas Canarias.

-No, hoy no -dijo señalando hacía la mesa del fondo- Me tienen advertido.

El Autodidacta abrió el periódico, como siempre, por la sección de Deportes. Quería  recrearse una vez más en los dos goles de Villa.

-También el fútbol tiene sus poetas -dijo a media voz.

Pero el joven que estaba sentado a su lado lo había oído, y se sonrió.

El Autodidacta pensó: "Ojalá no sea de Honduras".



Después de la sección deportiva el Autodidacta se enfrascó en la lectura de un artículo que le llamó poderosamente la atención, titulado: "El arte de mentir en Internet".

Para el Autodidacta, el descubrimiento de internet había sido un arma de doble filo en su Proyecto Ilustrado: 

Por una parte, la información y la miríada de datos había aumentado de un modo colosal, de un modo exponencial en relación al crecimiento de los fondos de la Biblioteca. 

Pero por otra parte, las fuentes eran casi siempre dudosas, poco fiables.

El reportaje del periódico Público profundizaba en los fake: montajes fotográficos, blogs mentirosos, personajes impostados, bulos y leyendas que circulaban por la red y que se difundían a velocidad de vértigo.

Algunas de estas mentiras perseguían el lucro, otras eran experimentos sociológicos, e incluso había quien había recurrido a ellas para hacer más atractivo un personaje imaginario, de ficción, como Mirta Bertotti o Silvio Lombardi.

Al Autodidacta no le gustaba el engaño, el error, la mentira, la impostura, la apariencia, la ficción... ni todo lo que de alguna u otra forma se opusiese al campo semántico de la Verdad.
Así que subrayó en amarillo una frase del artículo:

"¿Es ético jugar con la ficción sin avisar?"

Luego levantó la vista del periódico y al percatarse de que el joven de al lado no le estaba prestando atención subrayó algunos párrafos más:

"Es importante estar formado en la lectura del fake, adoptar un grado de distancia, entrar en el juego con cierto escepticismo, sospechar que puede ser una historia montada por otro. Es importante que se eduque en esa reflexión".
Luego, envalentonado, el Autodidacta se dispuso a tachar furiosamente los siguientes párrafos:
A pesar del abuso por la publicidad y de que los internautas van educándose en la sospecha como forma de manejarse por la Red, los fakes siguen colando. "La gente quiere consumir fábulas, tiene esa necesidad de dejarse llevar por una historia y tomársela en serio".

Pero es la reacción del navegante que se encuentra por casualidad con algo que no sabe si es verdad o mentira lo que más interesa a Domínguez. "El artista quiere hacer sentir algo a los demás. Cuando sabes que la obra es ficción sientes, pero está tamizado", dice. 

Y con un regusto a falsedad en el velo del paladar regresó a la portada del periódico y a las páginas de Economía y de Política Internacional.



Y entonces leyó, asombrado, la noticia, que comenzaba así:

Hay portadas, rumores y declaraciones que bien mezcladas y aderezadas pueden costar 25.600 millones de euros. Esa es la cuantía que se esfumó, entre el 3 de mayo y el 17 de junio, del valor en bolsa de las principales empresas españolas, las que están incluidas en el Ibex 35, el principal índice español. En ese mes y medio, el dinero buscó refugio fuera de España ante la oleada de rumores sobre la necesidad de la economía española de ser rescatada. La sucesión de desmentidos oficiales no sólo del Gobierno español, sino también desde Bruselas o el FMI no sirvieron para impedir la sangría, aunque sí la frenó.
El Autodidacta volvió a desenfundar su rotulador fluorescente:

"rumores"

"declaraciones bien mezcladas y aderezadas"

"desmentidos oficiales"

En suma, que desde Alemania se había elaborado contra España un fake. El Deutsche Bank y otros tantos especuladores habían apostado contra la bolsa española: habían tomado posiciones cortas, en las que se gana más cuanto más cae una acción. Pero para obtener beneficios en sus apuestas contra los valores españoles era necesario difundir el bulo de que la economía española estaba herida de muerte. El Autodidacta subrayaba, furibundo:

El origen exacto de los rumores es imposible de precisar, pero hay razones para pensar que buena parte de ellos procedían de Alemania. El ministro de Finanzas germano insinuaba una posible suspensión de pagos ordenada de varios países el 4 de mayo, justo el día en que se propagaba el primer rumor sobre el inminente rescate de España. La agencia Reuters reconocía esta misma semana que a ellos también les intentaron colar la especulación desde Berlín (bajo condición de anonimato) el 7 de junio, el mismo día que Alemania daba a conocer su ajuste del gasto público. Reuters no logró confirmar la información y optó por no publicarla, pero el rumor no tardó en saltar a otros periódicos. La sensación de que cierta mano negra movía los hilos desde Alemania se disparó el 11 de junio.


El Autodidacta siempre había desconfiado de los movimientos financieros de la economía, y a ello contribuía no poco su complejo de ignorancia. El estudio de la letra "E" de Economía le había llevado tres años y medio.

-La economía está basada en un fake -murmuró.

El joven levantó la cabeza y esbozó una sonrisa.

-Perdona -dijo el Autodidacta.

-Por mí no se preocupe -dijo el joven, señalando al segurita con la cabeza.

El Autodidacta volvió a la página 34 del periódico y releyó la frase que acababa de subrayar:

"¿Es ético jugar con la ficción sin avisar?"

Porque al fin y al cabo, la Bolsa no dejaba de tener algo de juego, y algo de ficción. Pero era un juego peligroso: el bulo de la caída inminente de las acciones españolas terminaba por hacer caer dichas acciones en picado en la realidad. Era un juego peligroso, sí, como algunos de los fakes de la página 34 del periódico.

-Y hablando de jugar -dijo el joven poniéndose de pie y echándose al hombro una mochila que llevaba consigo-. Nos vemos el viernes, supongo, en Casa Alfredo.

El Autodidacta tardó en entender a lo que se refería su compañero de mesa.

-Supongo que irá usted a animar a España -aclaró el joven, con una sonrisa-. Yo estaré animando a los míos.

Al Autodidacta pensó que también él debía marcharse. Se le había hecho tarde ya para hacer una compra y prepararse el almuerzo, así que se incorporó con la idea de revisar el menú del día en Casa Alfredo nada más salir de la Biblioteca.

-Vivimos en un mundo de incertezas -le dijo al joven chileno-. Nada es seguro en esta vida, y el engaño nos acecha por doquier. Pero sí, ahí estaré, animando a la Roja. 

El joven lo acompañó hasta la puerta de la Biblioteca.

-Sólo una cosa es cierta, joven -dijo entonces el Autodidacta-. A vosotros vamos a meteros otros dos.