miércoles, 1 de agosto de 2007

SiN CoNeXiÓn

Desde arriba, desde la infinita altura de los cielos, se relativizan los problemas y las penas.

Un esguince, un despido laboral, un desengaño amoroso...

Desde el cielo se diluye, difumina y desvanece todo mal.

Desaparece del mapa.

Por eso es tan difícil la conexión con dios que pretenden algunos.

Dios no ve nada desde arriba.

Nada desde su altura estratosférica.

Y sin embargo ahí están Gran Canaria y Tenerife desangrándose.

Ahí están pidiendo ayuda al cielo desde el suelo.

Hacen señales a dios.

El hombre no puede salvarles.

El hombre trata en vano de enmendar el entuerto, la destrucción, la masacre.

El hombre encendió el fuego.

El hombre incendió el sosiego del verano.

El hombre hizo añicos la confianza en el hombre.


La Gomera fue la primera en arder.

En la foto: el barranco de Chipude.

Hablemos ya de los restos del naufragio: sobrevivió Garajonay.

Sobrevivió el pulmón de la isla, el bosque encantado.

Desde la reserva de laurisilva los elfos y otras criaturas arbóreas conjuraron el fuego.

Luego ardió Gran Canaria.

En la foto: el pinar de Pajonales.

Adoro el queso en general y el canario en particular.

En casa de mis padres SIEMPRE hay queso de Pajonales. A todos nos encanta.

Qué incierto es el adverbio SIEMPRE.

Nunca he estado en Pajonales.

No sé si iré algún día.

Ahora es como asistir a un funeral y a un entierro.



Ayer lunes se extendió.

Se extendió la maledicencia e iniquidad de algunos.

Se extendió la tristeza, el estupor y la rabia de todos.

El fuego no se extendió.

El fuego no atraviesa mares ni salta de una isla a otra.

En la foto: La Guancha, La Matanza, la Victoria... y el Teide al fondo.

El de Gran Canaria fue el peor incendio que se recuerda en las islas.

El de Tenerife va en camino de superarlo.

Ya han sido desalojadas más de 4.000 personas entre ambas islas.

Ya han ardido más de 10.000 hectáreas entre las dos.

Hermanados en la desgracia se abrazan impotentes los canarios.

Ahora más que nunca se presenta ridículo el manido pleito insular de los políticos y sus comparsistas mediáticos.



El hombre hace todo lo que puede.

Una ola de calor y viento infernal azota las islas y aviva el fuego.

Acuden refuerzos de La Palma, de La Gomera, del Hierro y de la Península.

Aquí en Lanzarote, y en Fuerteventura, se entiende que no hay efectivos ni medios especializados en la extinción de incendios forestales.

La ministra de Medio Ambiente y el presidente del gobierno también acuden.


Pero lo poco que se consigue durante el día se hace minúsculo en la noche.

El fuego avanza y crece y arrasa sin piedad.

El tiempo se acelera en la oscuridad.

Por la mañana el monte amanece mil años más viejo.


Y el hombre se lamenta impotente ante tal devastación.

Se lamenta pues no hay señal, no hay respuesta.

No hay conexión con dios.

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