miércoles, 7 de mayo de 2008

cArTa aL FuTuRo 8


Diversos menesteres me han mantenido un tanto apartado del blog últimamente y hasta esta CaRta aL FuTuRo, que ahora reanudo, se ha visto interrumpida:

"Este verano Quin me ha invitado a (Calzada de Calatrava) en Ciudad Real. Mido 1,47 m. y peso 54 kg. Aunque la gente diga que no yo creo que estoy un poco gordo. Aunque... ¿Quién sabe? Alomejor dentro de unos años está de moda estar rellenito"

Recuerdo nítidamente aquel verano en Calzada de hace casi 20 años.

Recuerdo el calor abrasador, que obligaba a todos a practicar al mediodía una siesta por decreto y a cerrar a cal y canto puertas y ventanas hasta bien entrada la tarde. Yo no conseguía dormirme, daba vueltas sin cesar en mi cama, ansioso porque pasaran los minutos y las horas veloces para poder salir a la calle y asistir a aquella vespertina resurrección colectiva.

Recuerdo las granizadas de limón y las berenjenas en vinagre como los protagonistas culinarios de aquel verano. Hay comidas que uno prueba en algún momento de su vida y que se le quedan grabadas a fuego en la memoria del paladar; platos que uno sabe que jamás volverá a saborear del mismo modo, pues son deudoras de un contexto y de un momento; manjares irreales y fabulosos que nuestra imaginación y nuestro recuerdo han idealizado hasta el extremo de volverlos irrepetibles.

Así, las albóndigas que un día probé en la casa de mi amigo Isidro, allá por mis 12 años (de nuevo), cuya receta pidió mi madre a la de Isidro, pero que no pudo emular.

O las napolitanas de chocolate de la panadería de Caleta de Sebo, en La Graciosa. Qué decepción cuando me enteré de que eran congeladas: bollería industrial congelada de la que tanto abunda en las islas.

O el cochinillo de "Casa Cándido" en Segovia, pura mantequilla, aquel invierno en que mi tío Nando nos llevó a mi prima María, a mi hermano y a mí de excursión desde el Madrid en el que estrenábamos vida fuera del calor del hogar.

Las granizadas de limón, sorbidas con pajita a todas horas, pertenecen, junto a las berenjenas en vinagre que vendían en la calle y que comíamos enzartadas en un palito, a esa colección de joyas alimenticias que -como la magdalena de Proust- despiertan en mí toda una serie de evocaciones y remembranzas colindantes.

Recuerdo las excursiones en bici, en esas bicicletas antiguas, grandes y rápidas. Recuerdo recorrer el pueblo a toda velocidad. O salir de él y embarcarnos en esas carreteras eternas, solitarias, monótonas y abrasadoras.

Íbamos a Almagro, o a algún castillo abandonado por los alrededores.

Aprendí allí a amar ese paisaje llano, seco y sin fin.

Un paisaje que aparecería más tarde en parte de la poesía que estudiaríamos en 2º de BUP.

Un preludio, en cierto modo, de mis años en Lanzarote, con sus pueblos aislados entre sí, con sus áridas llanuras y sus noches negras y estrelladas.

Como era el pueblo de Almodóvar, en el cine de verano que había detrás de la casa las pelis del cineasta manchego las pasaban gratis o a un precio simbólico. Creo que sólo fuimos a ver una e ignoro si era o no de Almodóvar. Detrás nuestro se nos sentó un grupito de chicos que se dedicaron a incordiarnos durante toda la película. No recuerdo qué nos decían, ni si nos insultaron. Puede que a mí me susurraran:

¡Gordito!

Recuerdo lo mal que me sentí esa noche al volver a casa: humillado y cobarde por no haberme dado la vuelta y haberles dado un par de puñetazos a cada uno de ellos.

Guardo en mi memoria alguna escena parecida a esta, en la que opté por escabullirme con el rabo entre las piernas. La humillación y el desprecio por mí mismo que pude sentir en tales ocasiones me hace comprender a mis alumnos, cuando responden con golpes a los golpes o insultos, para dejar indemne su amor propio.

Aunque también recuerdo haberme visto implicado en peleas y agresiones, algo que retrospectivamente me sorprende, de tan pacífico que soy.

Recuerdo un día en el que me peleé con un caletero en la orilla de la playa y, luego, apenas unas horas más tarde, lo hice con mi amigo Santi. Recuerdo que mi padre me echó una gran bronca y hasta creo que me dio una bofetada. Me preguntó muy enfadado y retóricamente que si me creía un "gallito de pelea".

Otra vez -en el colegio- me acerqué corriendo a mi amigo Quin y le di un puñetazo en la cara. Creo recordar que el motivo fue tan sólo que me había quitado la mochila de clase y la había tirado por los aires...

Recuerdo que me sentí tan despreciable como cuando me quedé sin responder a los provocativos manchegos de Calzada de Calatrava. Aún a día de hoy me causa sonrojo recordarlo y saber que en su momento fui capaz de cosas como éstas, de las que tanto me arrepiento.

Nunca podré compartir esa idea tan extendida de negarse a sentir arrepentimiento por lo que en algún momento de nuestras vidas pensamos o hicimos.

Al amigo que me llevó a ver murciélagos en castillos en ruinas.

Al amigo con el que compartí en casa de Adela Castillo el colchón más blando de La Mancha.

Al amigo con el que nadé en Las Lagunas de Ruidera.

A ése, pues al de hoy que vive en Barcelona no hace falta.

A ése, al de la gorra fucsia calada hacia atrás y el rostro acalorado.

Al Quin de mis 12 años le pido perdón, después de tantos años, por aquel puñetazo miserable.


13 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Vaya, Andriu! ¡Tu amigo es "El Bola"! :-)

Doce años,... Dos amigos descubriendo el mundo en pleno solsticio de verano,... Días interminables con sus noches mágicas... Sala de cine de verano con techo estrellado y... ¿olor a jazmín? ¡Demasiada intensidad!

¿Por qué será que la nostalgia que destilan tus relatos me evoca escenas cinematográficas?

Un abrazo

Anónimo dijo...

12 años, 1,47 cms y 54 kg. ¡Claro que estabas rellenito! Yo a esa edad mediría lo mismo que tú pero pesaba 10 kg. menos. Recuerdos, nostalgias...Ultimamente estoy demasiado concentrado en el futuro, sólo en el futuro. Un abrazo, Andriu.

Andriu dijo...

Chelucana, es verdad que Quin tenía la misma cara de pillo que Juan José Ballesta de crío... ¿En qué peli estás pensando? ¿Cinema Paradiso?

Ricardo, no seas cruel que esos complejos de niño son difíciles de erradicar. Que Chelucana diga que mi amigo se parece al Bola... vale. Pero que tú me llames "bola" por mis 54 kilitos... ¡Eran todo hueso y músculo!

Yo también pienso mucho en el futuro... Siempre lo he hecho, aunque por este blog pueda dar la impresión de lo contrario.

Eso sí, a veces me formulo esta pregunta:

"¿Llegará algún día en el que sienta de pronto que ya no tengo toda la vida por delante?"

Un abrazo, claustrales.

Anónimo dijo...

:-)
No pensaba en ninguna película en concreto, Andriu. Más bien evocaba la escena que describes y la visualizaba en planos cinematográficos. Podría ser cualquiera... Pero sí, Cinema Paradiso le va requetebien.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Ricardo no te pases joooo!!! Además, eso del peso es una cifra subjetiva, una cosa es lo que se pesa y otra lo que se aparenta. Así que, Andriu, no estabas rellenito, eras de naturaleza fuerte.

¡Ay, dios! L@s que siempre han sido delgaditos no saben el trauma que no serlo implica. Además, ahora estás como un queso así ¿complejos, qué es eso? jajajaja.

Un saludo a las tres (Chelu, Ricardo y Andriu; uso el femenino como genérico, ¿vale?), Montse.

Anónimo dijo...

Perdón, perdón, perdón. He sido malo. Un abrazo.

Andriu dijo...

Bueno, creo que se hace necesario recurrir a la ciencia para zanjar esta desagradable polémica ;)):

"El Indice de Masa Corporal (IMC) es, según los expertos, la medida más fácilmente computable y mejor correlacionada con la grasa corporal de una persona. Se calcula dividiendo el peso, en kilogramos, entre el cuadrado de la altura, medida en metros. De esta forma, se considera sobrepeso cuando el valor del IMC es igual o superior a 25, y obesidad cuando es igual o superior a 30".

De modo tal que mi IMC a lo 12 años era:

IMC = 54/(1,47x1,47) = 24,98958767

Es decir, ¡que NO ERA GORDITO... por los pelos!

Aún no he calculado mi actual IMC pero creo que el diagnóstico de Montse -"ahora estás como un queso así"- está muy bien encaminado, jajaja.

Montse, ¡vaya ojo clínico que tienes!

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Recuerdo haber hablado con Quin tras lo del puñetazo. Tu le pediste perdon enseguida, y él te perdonó. Me dijo que no le habia dolido el golpe, sino mas bien algo dentro de si mismo... No me lo supo explicar muy bien. Quizà, ese puñetazo le marcó el paso de la infancia a la adolescencia, una adolescencia a la que tu ya habias entrado... y que compartisteis, como habiais compartido la infancia.

Anónimo dijo...

Bueno, he calculado mi IMC según la fórmula que me das. No me lo dice su resultado, sino otra cosa: ¡Yo si que estoy como un queso! (y además tengo más años que tú, Andriu). Jajajajaja. Un abrazo.

Anónimo dijo...

¡Uy Ricardo está envidioso! Venga, estáis los dos como un queso, para que no haya envidias. Es por si alguien se enfada al decirte yo eso, sé que Andriu está libre, pero vos...

Por otra parte, el IMC es una pasada, es casi para anorexicos/as. De hecho en la en mundo de la moda ponen el límite en 18 y no me digáis que con 18 una persona está bien. En fin, voy a dejar el tema porque este tema no me gusta nada y, además, yo no voy a decir mi IMC, jeje. Pero, por lo que sé, (mi hermana Elena es de Biología y he visto que hace estas actividades con sus alumnas/os de 3º ESO) la mayoría de la gente tiene un IMC alto, y no creo que sean personas ni siquiera gorditas. A ver cuándo se acaba ya el mundo de la alabanza de la anorexia. Es verdad que la obesidad también es un extremo inadecuado, pero de ahí a la anorexia...

Finalmente, para estar como un queso sólo tienes que gustarle a quien percibe y hemos de transmitir a las/os alumnos/as que no necesitan ser perfectos/as ni mucho menos para ser queridos/as. Hay demasiados complejos por el IMC que impiden a la gente ser feliz.

Un saludos, quesitos, porque yo soy mayor que los dos. Montse

Anónimo dijo...

Osea, que al final era queso de "Bola" :-))
Y el mundo, circular.
Besos a todas ;-)

Andriu dijo...

Jajaja...

¡Me he divertido mucho con tanto desvarío en torno al fromage!

El cizaña: puede que Quin me perdonara en su momento, pero yo tardé algo más en hacerlo.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Andriu, tu IMC aumentará sin duda en EEUU a no ser que comas "mediterráneamente". Esperamos que no sucumbas a la traición de la "fast-food", y que hagas, como Ferrán Adriá, más bien la comida "fast-good" (por tu salud, sobre todo). Jajajajajaja. Un abrazo.