Comenzaré con una confesión y con una pregunta.
La confesión es ésta: me cuesta ser bueno.
Y la pregunta: ¿qué entiendo por "bueno"?
El fin de semana vi en el cine La vida secreta de Pippa Lee. El personaje de Keenu Reeves le preguntaba a la prota qué cosas pedía cuando rezaba, y ella contestaba: "Rezo por mis hijos. Y también por ser buena".
Yo ni tengo hijos ni rezo, pero también -como a Pippa- me cuesta ser bueno.
Para entendernos, digamos que ser bueno significa simplemente hacer lo que uno cree que está bien. A quien le cuesta ser bueno le ocurre lo siguiente: sabe que hay algo que no está bien hacer y, pese a todo, tras una serie más o menos atormentada de dudas, termina haciéndolo.
Algo muy habitual en las personas que terminan haciendo lo que no les parecía bien hacer es fabricarse algún pretexto o excusa para sí mismos, o para quienes le rodean... o para ambos.
A esto se le llama racionalizar lo que han hecho.
Pero vayamos por partes, poco a poco.
Quiero avanzar pasito a pasito.
Al final de mi estancia en Texas me compré un libro fascinante escrito a medias por el filósofo Peter Singer, uno de los tipos más recomendables en cuanto a ética actual se refiere.
La tesis del libro era muy simple: dadas las formas actuales de producción alimentaria, hay importantes razones éticas para dejar de comer animales. Cada capítulo estaba dedicado a un animal. El primero de ellos analizaba los problemas éticos derivados del consumo de pollo. Lo leí fascinado y convencido por los argumentos de Singer y me dije: "Ya está. Se acabó el comer pollo".
Como todavía me quedaban algunas semanas en Texas (paraiso de la carne: ribs, hamburguers, bacon, etc.), decidí posponer la lectura de los siguientes capítulos, dedicados a la carne de vaca y al cerdo. Sin embargo, para mí mismo volví a pensar: "Se acabó. En cuanto termine el libro me hago vegetariano".
El libro lo tengo localizado: está en la casa de mis padres, en La Laguna, sobre la mesa del cuarto de estudios. No me he atrevido a guardarlo en una caja o en una estantería. Pero tampoco me he atrevido a proseguir la lectura más allá del primer capítulo acerca del pollo.
Sin haberme mortificado demasiado por mi fracaso moral por seguir comiendo pollo tras la lectura de aquel primer capítulo, lo cierto es que he ido postergando cada vez más la lectura de ese libro que en su momento juzgué de ineludible.
En el fondo, tenía miedo de enfrentarme al dilema moral de querer hacer algo que ya sabía que no estaba bien hacer.
Durante todo este tiempo he preferido no seguir sabiendo, no seguir leyendo, no introducir en mis rutinas alimenticias la contradicción o el reproche de estar haciendo algo que ya sabía que no estaba bien hacer.
Así que he seguido comiendo todo tipo de carne, como siempre... pues todavía no he terminado de leer el libro de Peter Singer.
Es más, durante mis últimas semanas en Texas comí más hamburguesas y más costillas que nunca; pues ingenuamente pensaba que aquellos días de hartazgo eran mi despedida de la dieta cárnica.
¿Podría decir que con los Nike me ha sucedido lo mismo que con la carne texana?
Éstas son las zapatillas que me compré hace tres o cuatro meses.
Después de más de una década sorteando las tentaciones de comprarme unas Nike, de repente, en unos pocos meses, me compro no uno sino dos pares de zapatillas.
Ya digo: me cuesta ser bueno.
Podría decirme a mí mismo que esto es una buena señal: el síntoma inequívoco de que una despedida definitiva e irrevocable de la marca Nike se está gestando en mi interior. Decirme que estas Nike son el último capricho, el último tanganazo del alcohólico que se encomienda a la abstinencia al ingresar en un centro de recuperación.
Sin embargo, tengo la impresión de que en realidad me he comportado como un bulímico que tras romper su ayuno autoimpuesto no ve más salida que la huida hacia adelante: la primera caída precipita la segunda, un vicio conduce al siguiente y un pecado allana el camino a los que habrán de venir...
Ante mí se presenta la siguiente disyuntiva:
1) Seguir consumiendo hamburguesas y Nikes irreflexivamente.
2) Reflexionar sobre las Nikes y las hamburguesas.
Ya que a partir del 1 de septiembre volveré a ser profesor de Ética, no me queda más remedio que acogerme a la más filosófica de las alternativas.
En los siguientes posts pretendo centrarme en el caso Nike y dejar a Peter Singer y las hamburguesas para más adelante. Tras haber reflexionado sobre el tema adivino una nueva encrucijada, aún por venir:
2.1) Seguir comprando Nikes, pese a saber que hay razones para considerar que no está bien hacerlo.
2.2) Dejar de comprar Nikes; reconciliar conocimiento y voluntad.
Ante mí se presenta la siguiente disyuntiva:
1) Seguir consumiendo hamburguesas y Nikes irreflexivamente.
2) Reflexionar sobre las Nikes y las hamburguesas.
Ya que a partir del 1 de septiembre volveré a ser profesor de Ética, no me queda más remedio que acogerme a la más filosófica de las alternativas.
En los siguientes posts pretendo centrarme en el caso Nike y dejar a Peter Singer y las hamburguesas para más adelante. Tras haber reflexionado sobre el tema adivino una nueva encrucijada, aún por venir:
2.1) Seguir comprando Nikes, pese a saber que hay razones para considerar que no está bien hacerlo.
2.2) Dejar de comprar Nikes; reconciliar conocimiento y voluntad.
Pero tiempo al tiempo: no adelantemos acontecimientos.
(Mientras tanto seguiré disfrutando de mis Nikes... y relamiéndome con las hamburguesas)
8 comentarios:
Yo te regalo unas nike si dejas de comer hamburguesas! ;)
No sé, no sé... ¿están usadas?
Lo siento, Andriu, pero lo que ya no vas a poder hacer es seguir consumiendo hamburguesas irreflexivamente. Eso ya no está al alcance de tu mano.
Para cambiar el mundo nos bastaría con que la gente hiciera lo que hace tras alguna reflexión, por pequeña que fuera. La reflexión es imparable una vez que ha comenzado y cambia tanto a las personas ...
Lo que yo me digo a mi misma es que la "congruencia" total me llevaría a la deseperación así que no me la aplico. Reflexiono, saco conclusiones, actúo con voluntad de transfomración (si puedo) y me llevo bien con mis debilidades, que son más fuertes que yo, como decía Felipe el amigo de Mafalda.
Un abrazo,
Yolanda: muchas gracias por tu comentario. ¡Qué alegría encontrarte por aquí! Lo que pretendo hacer es asomarme a mis incongruencias y "debilidades" a través de Nike. Efectivamente: reflexionar sobre ellas. Sospecho que en incongruencias de este tipo estamos todos metidos hasta los tuétanos (unos más que otros). Nike es aquí sólo un ejemplo paradigmático del modelo económico y de consumo en el que vivimos. Pero para no ir de moralista prefiero hacerme el "psicoanálisis" yo solo. En cuanto a las hamburguesas, tienes razón. De hecho, creo que desde que me fui de Texas no he vuelto a probarlas. (Mentira: hay un sitio en Madrid donde las hacen buenísimas; se llama "Home").
Un abrazo.
No te sientas tan mal...yo me acabo de comer una en Roma y aun sigo con sentimiento de culpabilidad pero tanta pasta ya no me dejaba vivir. Eso si, tire mis Puma!!! (Y este teclado esta en griego y no hallo la forma de hacerlo funcionar en espanol).
No te voy a eximir de esa culpabilidad. Comerse una hamburguesa fuera de Texas no tiene perdón de dios.
Un abrazo.
Como puedes ver, sigo leyendo atrás en el tiempo, vuelvo por aquí a ratitos para ver qué mas hay. No dejaré comentarios en todos los artículos que me gusten, porque sería un desmadre.
Sobre este tema, creo que es muy difícil que seamos buenos y defendamos a seres que ni conocemos, son conceptos demasiado abstractos, por eso nuestra mente se sale con la suya cuando busca justificaciones. No somos tan elevados como para sacrificarnos por los abstractos.
Yo me hice vegetariana hace tres años y medio, sin haber leído ni un libro al respecto y sin haber visto documentales (sigo sin esas lecturas, no puedo llenarme de tanta tristeza). Y no fue un proceso, ni siquiera fue de la noche a la mañana, sino de un momento a otro. Me estaba preparando unas lentejas con chorizo y, mientras se cocinaba en el fuego, me vine a leer en Internet. En ese momento leí: "el animal que te estás comiendo no quería morir, quería vivir". Algo me hizo clac en la cabeza, ya no había una masa anónima, sino ese animal concreto que estaba en mi cacerola. Nunca más he vuelto a comer carne desde entonces. Ni siquiera comí el chorizo de las lentejas que me estaba preparando. Y cada vez que veo un trozo de jamón o una alita de pollo, veo a un animal que quería vivir, así que, por mucho que en su tiempo me gustaran esos sabores, yo no puedo comerme a ese ser en particular, no puedo convertirme en su depredador.
Boicotear una marca es algo abstracto también. No ves con tu propios ojos a la víctima. Por eso cuesta tanto.
Un abrazo
Vaya, es alucinante lo que cuentas: ese "clac" vegetariano y súbito en la cabeza. Supongo que tratándose de Pepito Grillo siempre es más fácil que te pasen esas cosas ;)
Ahora en serio: tienes razón, frente a las causas abstractas siempre inventamos justificaciones para no ponernos a ello. De eso, de justificaciones, sabes tú bastante, que has escrito de ello.
El viernes vi un documenta sobre Juan Marsé. Lo que le había movido a empezar a escribir, y adescubrir su vocación, era una vecina de la que estaba enamorado. Hacía cuentos y ella los pasaba a máquina. Ella era su causa concreta, nada abstracta.
Un abrazo.
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