"Y hete aquí que vuelvo a esos recuerdos. De este jardín que hay del otro lado de la ventana sólo veo las tapias. Y esas pocas frondas por las que corre la luz. Más arriba aún, el sol. Pero de todo ese júbilo del aire que se nota fuera, de todo ese gozo repartido por el mundo, no diviso sino sombras de ramas que juguetean en mis visillos blancos. Y también cinco rayos de sol que vierten con paciencia en la habitación un aroma a hierbas secas. Si llega una brisa, las sombras se animan en el visillo. Si una nube tapa el sol y lo destapa luego, surge de la sombra el amarillo deslumbradoe de ese jarrón de mimosas. Basta con eso: un único resplandor naciente y heme aquí rebosante de un gozo impreciso que me aturde. Es una tarde de enero lo que me pone así frente al revés del mundo. Pero el frío sigue en la trasera del aire. Por doquier una película de sol que podría quebrarse con la uña, pero que le pone a todo una sonrisa eterna. ¿Quién soy y qué puedo hacer sino entrar en el juego de las frondas y la luz? Ser ese rayo en que se me consume el cigarrillo, esa suavidad y esa pasión discreta que alienta en el aire. Si intento alcanzarme, lo hago en lo más hondo de esa luz. Y si intento entender y paladear ese exquisito sabor que revela el secreto del mundo, a quien encuentro en lo más hondo del universo es a mí mismo. A mí mismo, es decir, esa emoción extrema que me libera del decorado"
(Albert Camus, El revés y el derecho)
2 comentarios:
todo caerá, todo caerá, todo caerá!!!!
je, je... Estaba esperándolo, pero no pensé que fueras tan rápida pistolera.
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