miércoles, 24 de febrero de 2010

FoRmAciÓn cOnTiNuA


Considero que en la vida no se pueden decidir las cosas a tontas y a locas. Aquí donde me ve, tan arreglado y tan sin tacha, le confesaré un defecto: no aguanto a la gente que no es coherente y que hace las cosas sin pensar en las consecuencias, en el futuro vaya. Sí, lo reconozco: con esa gente soy inflexible. Espere, espere, no me malinterprete. Con esto sólo quiero decir que, por ejemplo, en el día de mañana, a mis hijos pienso educarlos en base a estos principios. Rectitud. Responsabilidad. Ya me entiende. No, no, es una manera de hablar: no tengo hijos. Pero fíjese, a esto mismo me refería antes cuando le decía que había que pensar en el futuro. Hay quien se cree que comprar un hijo, quiero decir, tener un hijo (o una hija, vaya), es como comprarse una tortuga o un canario. Déjeme que le cite una frase de Michael Levine, sí, sí, da igual que no lo conozca, verá como le gusta. Dice así: Tener hijos no lo convierte a uno en padre, del mismo modo en que tener un piano no lo vuelve pianista. Pero en fin, a lo que íbamos, me estaba preguntando usted por ese puesto de auxiliar administrativo. ¿En dónde es? ¿En un banco? ¿En un despacho? No es que me muera de ganas por conocer todos los detalles. Pero es que ya me imagino a mis padres al volver a casa, pidiéndome un resumen exhaustivo de todo. Cada día a la hora del almuerzo me toca dar parte de las novedades, aunque haya pasado toda la mañana en mi habitación, estudiando. Porque no se crea que me dedico a perder el tiempo, no. Recuerde lo que le dije hace un momento: responsabilidad y rectitud ante todo. Es verdad que siempre hay tiempo para la literatura fantástica, los puzzles y el ajedrez online, mi verdadera pasión. Sí, ahí está, en efecto. Lo he puesto al final del currículo, en la última página, pero en realidad nada me impediría dedicarme a ello profesionalmente. Pero volvemos al principio: a tontas y a locas no se pueden hacer las cosas. Y a mis futuros hijos quiero darles todas las oportunidades. Así que lo primero es lo primero y ya puede usted leer y comprobar que no he perdido el tiempo en todos estos años de formación. ¿Que el apartado de experiencia laboral está en blanco? Mírelo por el lado bueno: cuando me consigan ustedes un trabajo acorde con mis capacidades e intereses lo asumiré libre de vicios y de malas costumbres. Tabula rasa, no sé si me entiende. Fíjese en cambio en el otro apartado: el de estudios y formación académica. Ya ve, ya ve que cursos no me faltan. Con 39 años no soy ningún yogurín pero mire, déjeme que le enseñe mi tarjeta. ¿A que suena bien? Nicanor Contreras, JASP. Me la mandó a hacer un antiguo compañero de Facultad. Lo de JASP viene de “Joven Aunque Sobradamente Preparado”. No sé donde está la gracia del asunto, la verdad. Me lo encontré hace unos años y el pobre estaba más que avejentado. Me preguntó que en qué curraba y yo le dije que en nada. Le hablé de mis nuevos estudios y proyectos de futuro. De lo importante que resultaba la preparación. De lo competitivo que se había vuelto el mercado. Al final nos intercambiamos los teléfonos y unos días más tarde me llamó y cuando quedamos me hizo entrega de un tarjetero que él mismo había encargado para mí con mil ejemplares como ésta. Nicanor Contreras, JASP. Suena realmente bien. Y sin embargo él se estuvo riendo toda la tarde… ¿Cómo dice? Sí, claro que veo que hay más gente esperando. Descuide, que me hago cargo. Pero ya sabe lo que se suele decir: las prisas son malas consejeras. Eso es lo que le respondo a mi madre siempre que (como cada mañana) me pregunta: ¿Ya fuiste hoy a la oficina de empleo? A veces pienso que viven un poco obsesionados, siempre dándole vueltas a lo mismo. ¿Y tus nietos, madre? –le argumento yo, desde mi cama- ¿no te sabe mal que tus futuros nietos carezcan de un padre con formación? Un hijo analfabeto ¿es eso lo que quieres? Entonces apago el portátil y me pongo a estudiar algo. Y ya ve, por mi currículo debo de ser algo así como el sueño y el anhelo de cualquier suegra. Y de cualquier empresario o jefecillo. Que tal y como están las cosas lo que falta en cualquier negocio es eso: cerebros, ideas, pensamiento. Hoy en día en la empresa privada hay un déficit de inteligencia y a los filósofos se los rifan. Así que, mire usted, no se lo tome a mal pero me da la impresión de que esa vacante de auxiliar administrativo de la que me habla me va un poco estrecha. Además, necesito mi tiempo para pensármelo. Ya le dije que en la vida no se pueden decidir las cosas a tontas y a locas.



6 comentarios:

Gaby dijo...

En referencia a aquellos que se pasan la vida estudiando y estudiando y estudiando y en estudiar se les va la vida en nada. Nunca dejan la casa de sus padres, nunca sueltan el libro y nunca consiguen un trabajao pretextando que "todo les queda chico". Y sé que ese tipo de gente abunda, especialmente en ciertas facultades.
Lo de aquí me parece el monólogo del incomprendido estudiante eterno.

Saludos

jane dijo...

¿Realmente este tipo de gente abunda, como dice Gaby? Sé que siempre, al final de la carrera, te entra el miedo a la responsabilidad y muchos piensan hacer otra carrera para seguir siendo eso, estudiantes. Pero pensaba que casi nadie lo hace y que, si pueden, la mayoría busca independizarse, trabajar, conocer otra forma de vida...

Gaby dijo...

Jane, sí que conocí a varias personas así mientras hacía el master en Canadá aunque, debo admitir, que la política del país lo permite porque a los estudiantes les dan facilidades para continuar con ese estilo de vida aunque pasen de los 35 y no se hayan graduado en nada. Yo, como tú, prefiero la independencia y conocer otra forma de vida.

Por cierto, no estoy de buena para nada pero mis estudiantes están tomando examen.

Andriu dijo...

El personaje es una parodia, una representación exagerada de una tendencia a la formación continua, la cual me parece magnífica, siempre y cuando uno se la finance a sí mismo (al menos a partir de cierta edad). Como tal exageración literaria, no creo que abunde en la realidad este tipo de gente. Gaby, si estuviste rodeada de gente así en Canadá debiste de pasártelo pipa. Yo les hubiera encargado a todos ellos un tarjetero de gente JASP.

El texto es otro ejercicio de case: había que escribir un texto con un "narrador poco fiable", al que paulatinamente le fueramos retirando nuestra confianza.

Un abrazo.

Gaby dijo...

Me la pasé muy bien con ellos. El problema vino cuando el gobierno canadiense me dejó de pagar (o sea, se acabó la beca) y el mexicano sutilmente me pidió (mamá y papá jajaja) que sería buena idea buscar trabajo. La gente de Canadá sigue allá. Algunos trabajando y otros siguen atorados "enriqueciéndose" en alguna parte de l'Université d'Ottawa.

Montse dijo...

Jooo, es que si yo pudiera sería toda la vida una estudiante. Es más, me encantaría ahora volver a ser estudiante, ¡madre mía! Ahora que una ya sabe lo que quiere y ha superado ciertos prejuicios y complejos, sería estupendo. Estoy en ello, a ver si lo consigo, pero pagándome que si no no mola.

Saludos, Montse