"La verdad es que todos llevamos una vida bastante ruidosa. La contaminación acústica figura hoy en el ideario ecológico junto a otras clases de contaminación que amenazan nuestra seguridad y nuestro bienestar. Pero, por cada persona que se queja de las prácticas aéreas de la RAF en vuelo rasante, de la inevitable música de fondo en todos los espacios públicos o del ruido intolerable de los vecinos y los borrachos que se pelean en la calle, hay cientos que necesitan un teléfono móvil, que eligen vivir rodeados de un ruido incesante, en sus casas o en sus oídos, y que se sienten incómodas o se asustan cuando se enfrentan al silencio. La "comunicación" (que significa invariablemente conversación) es el sine qua non de las "buenas relaciones". "Solo" y "solitario" han pasado a ser casi sinónimos; peor todavía, puede que "callado" y "aburrido" también empiecen a asimilarse como palabras con el mismo significado. Los niños desaparecen tras una pared de ruido: el de televisores y ordenadores en su propia habitación; los vagones para fumadores en los trenes se han convertido en "zonas tranquilas", pero incluso la gente que viaja en ellos lleva puestos unos auriculares".
(Sara Maitland: Viaje al silencio)
4 comentarios:
Interesante reflexión.
Cizañas: la foto la saqué contigo en Barna. Por cierto, ya nos contarás si Gerona resulta ser más silenciosa que Barcelona.
Un abrazo.
Espero que sí. Por cierto, en esto la cultura oriental nos pega mil vueltas.
Por no hablar del nuestro propio ruido mental.
Sin duda, la cultura occidental es cultura del ruido. El racionalismo de la cultura occidental degenera fácilmente en ruido.
Un abrazo.
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