"En mi caso, las claras aunque artificiales demarcaciones del paso del tiempo fueron las primeras en desmoronarse bajo la "presión" del silencio. Y cuanto más me adentraba en el silencio, más dificil me resultaba conservar la noción del paso del tiempo. Dejé de tener una percepción "normal" de cuánto tiempo había estado haciendo algo, de por qué continuaba con la tarea o me detenía. No era distracción y es posible que se viera acentuado por la escasa cantidad de horas de luz, pero me hizo darme cuenta de que nos hemos convertido en esclavos del reloj, de que dividimos ritualmente nuestros días y la ansiedad se apodera de nosotros, como le ocurría al Conejo Blanco de Alicia, si "perdemos" el tiempo. Es saludable recordad que se trata de un concepto muy moderno: hasta que la red ferroviaria se extendió por toda Gran Bretaña y los horarios se hicieron imprescindibles, no había una "hora nacional excacta"; el tiempo se medía por la luz diurna y en Oxford, por ejemplo, eran cinco minutos menos que en Londres. Cuando comprendí lo que me estaba ocurriendo sentí una gran liberación; me produjo una sensación de libertad, combinada con una especie de irresponsabilidad o de travesura casi infantil. Cuando llegué a la casa retiré el reloj del cuarto donde pasaba mis días, porque hacía mucho ruido y estropeaba el silencio. Las dos primeras semanas no paré de asomarme al otro cuarto para ver qué hora era, pero poco a poco dejó de interesarme".
(Sara Maitland: Viaje al silencio)
5 comentarios:
Amigo...deberías poner una opción de me gusta/no me gusta para los esclavos del tiempo. Un saludito,...jejejeje...MUAK
Hola Andrés. Acabo de descubrir este blog por casualidad, buscando otras cosas. Te he puesto en los favoritos, lo que ya tiene mérito te advierto, porque me he vuelto selectivo con la edad y me da igual conocerte que no conocerte. Si te he puesto en los favoritos es porque pienso volver. En serio, engancha un poco. Por el Blas te echamos de menos algunos, no voy a dar nombres jejeje... Supongo que te va bien en tu año de estudios, que pronto acaba por cierto, ¿no? Bueno, no me enrollo más, enhorabuena por tu blog. Un abrazo.
Me gusta el texto.
Quizá lo natural seria guiarnos mas con el sol, que tanto influye en nuestro metabolismo. Trabajaríamos un poco más en verano y un poco menos en invierno, de manera que siempre al salir del trabajo sea todavia de día, tomar una caña...
Un abrazo
"Sol y cañas, tus comentaristas siempre pensando en lo mismo. Me encantan tus comentaristas"
Muak: no quiero que me denuncien por plagio en el Facebook. Me gustan más los comentarios de ustedes.
José Ramón: ¡Pensé que te había dado la dirección del blog antes de irme a Texas! Bueno, me alegro que te guste. Estuve navegando por los tuyos. Y veo que estás hecho no sólo un ciclista de primera sino también un viajero y un poeta. Aunque: ¿hay diferencia entre un viajero y un poeta? Mi año de estudios muy bien, aunque ya me encuentro en la recta final sin apenas haberme dado cuenta. Pero sin queja. En breve me tienen por ahí o por Tenerife.
El Cizaña: tienes razón. Así es como era todo en Marquelia, si mal no recuerdo.
Santi: el Cizañas ha sido siempre un hedonista.
Un abrazo.
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