Está bien que se mida con la dura
Sombra que una columna en el estío
Arroja o con el agua de aquel río
En que Heráclito vio nuestra locura
El tiempo, ya que al tiempo y al destino
Se parecen los dos: la imponderable
Sombra diurna y el curso irrevocable
Del agua que prosigue su camino.
Está bien, pero el tiempo en los desiertos
Otra substancia halló, suave y pesada,
Que parece haber sido imaginada
Para medir el tiempo de los muertos.
Surge así el alegórico instrumento
De los grabados de los diccionarios,
La pieza que los grises anticuarios
Relegarán al mundo ceniciento
Del alfil desparejo, de la espada
Inerme, del borroso telescopio,
Del sándalo mordido por el opio
Del polvo, del azar y de la nada.
¿Quién no se ha demorado ante el severo
Y tétrico instrumento que acompaña
En la diestra del dios a la guadaña
Y cuyas líneas repitió Durero?
Por el ápice abierto el cono inverso
Deja caer la cautelosa arena,
Oro gradual que se desprende y llena
El cóncavo cristal de su universo.
Hay un agrado en observar la arcana
Arena que resbala y que declina
Y, a punto de caer, se arremolina
Con una prisa que es del todo humana.
La arena de los ciclos es la misma
E infinita es la historia de la arena;
Así, bajo tus dichas o tu pena,
La invulnerable eternidad se abisma.
No se detiene nunca la caída
Yo me desangro, no el cristal. El rito
De decantar la arena es infinito
Y con la arena se nos va la vida.
En los minutos de la arena creo
Sentir el tiempo cósmico: la historia
Que encierra en sus espejos la memoria
O que ha disuelto el mágico Leteo.
El pilar de humo y el pilar de fuego,
Cartago y Roma y su apretada guerra,
Simón Mago, los siete pies de tierra
Que el rey sajón ofrece al rey noruego,
Hilo sutil de arena numerosa.
No he de salvarme yo, fortuita cosa
De tiempo, que es materia deleznable.
(Jorge Luis Borges: "El reloj de arena")
Foto: Seamus
5 comentarios:
La vida es un regalo, así que no le busques imperfecciones y deja de lamentarte por su escaso tamaño. Otros muchos Andreses quieren pasar por el escenario después de tí.
Simplemente agradece el presente que se te ha hecho y acéptalo con todos sus defectos.
Con gratitud todo es más ligero y liviano, y también más hermoso
Zaratustra
Zaratustra: eso de que la vida es un regalo y de que debo sentir gratitud me resulta demasiado religioso para mi gusto o educación. También eso de que no le busque imperfecciones y de que acepte sus defectos. Yo no le busco más defectos que el de su efímera evanescencia. En lo demás me siento muy afortunado y si me quejo es sólo porque quiero ¡más, más, más! Mi actitud vital no es la amargura ni la queja, si acaso el desconsuelo y la estupefacción. ¿A quién no deja estupefacto nuestra condición finita y mortal? En cualquier caso, no sufras: mi dosis diaria de autofustigación filosófica es casi imperceptible, pese a lo que pueda parecer por este blog.
Un abrazo.
Mis palabras te parecen ¡Oh! demasiado religiosas.
Mas las palabras también son algo que debe ser superado. Porque la gratitud y el perdón proceden de lo más profundo del hombre y no de los manuscritos de algunas religiones.
No insistiré. Mas a los que suspiran junto al reloj de arena les envuelve el espíritu de la pesadez. Todo es vano para ellos. "Todo es inútil" gritan mientras dan la espalda a la alegría de la vida.
Un abrazo
Zaratustra
Zaratustra: insiste, quiero saber más: ¿Me recomiendas algún capítulo en concreto de la obra de Nietzsche que recoge tus enseñanzas?
Un abrazo.
¡Zaratustra! ¿Estás ahí?
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