jueves, 27 de enero de 2011

SeR pRoFeSoR



Ayer tuvimos Consejo Escolar, así que volví a salir de noche del instituto.

Seguía lloviendo.

Me metí en el coche y puse uno de esos álbumes antiguos de Sabina que aunque envejecen nunca caducan. El limpiaparabrisas marcaba la cadencia de la música, de la lluvia, de mi cansancio y de mi estado de ánimo.

De camino a casa son 22 kilómetros y me gusta aprovechar ese tiempo para escuchar las noticias. Pero ayer era uno de esos días en los que uno no está para escuchar las noticias (los políticos, las pensiones, los mercados, ya saben) sino para ordenar las ideas que se acumulan en la cabeza con mayor rapidez de lo que hace falta para procesarlas o digerirlas.

Dar clase en un instituto (ser profesor) significa que al final del día las ideas se te acumulan en la cabeza con mayor rapidez de lo que hace falta para procesarlas o digerirlas.

Los posts surgen de un estado de ánimo.

Surgen de la lluvia golpeando la luna de un coche.

De la música del parabrisas o de la cadencia que marca una guitarra y las reminiscencias de un estribillo.

Eso es lo que quería hacer: llegar a casa y vomitar este post.

Pensé entonces en los comentarios a los que no había tenido tiempo de responder. Pensé en los enlaces que no había podido aún visitar. Me miré la mano izquierda. Con bolígrafo verde decía en el dorso de la mano: "Policía: botellón" y "Examen Jhony". Pensé entonces en que tenía que dejar preparados para hoy diversos exámenes (del trimestre, de recuperación, de alumnos enfermos) y calculé asimismo cuánto tiempo me iba a llevar preparar las clases de hoy.

Ser profesor significa que al final del día uno siempre tiene que calcular cuánto tiempo le va a llevar preparar las clases del día siguiente.

Al final del día siempre me pregunto: ¿cuánto tiempo hoy para ver algo en la tele? ¿cuánto tiempo para leer? ¿cuánto tiempo para hablar por teléfono?

En definitiva: seguía lloviendo y yo llegué a la conclusión de que no tendría tiempo de escribir ningún post.

 Así que el post que estoy ahora mismo escribiendo es el mismo que tenía ganas de escribir ayer.

Y eso nunca es bueno... pues ahora tengo la extraña sensación de estar haciendo los deberes.

Ayer se me ocurrió pensar que puesto que la mayor parte de las horas del día (de mi vida) transcurren en el instituto o las ocupo en una actividad relacionada con él, lo más normal sería dedicar alguna entrada a mis alumnos, a mis clases, a la asignatura que imparto, al instituto.

No es así.

(Casi ninguno de mis posts tratan de todo eso)

Muy al contrario: entro en el blog como quien entra en la ducha, como quien se va de viaje, como quien se sepulta en la cama bajo edredones, como quien se traviste, como quien se hace el loco, como quien sufre un episodio de amnesia, como quien se emborracha, como quien pone los cuernos, como quien se echa a dormir... como quien pega un frenazo, detiene su coche en medio de la ruta y sale a coger aire y a empaparse con la lluvia, que cae torrencial y oxigenada desde el cielo.

O algo así.

Ayer se me ocurrió la idea de narrar en un post toda mi jornada escolar, desde las 8 de la mañana con 2º A de bachillerato, comentando a Aristóteles, hasta las 19:30 en el Consejo Escolar, hablando de los alumnos que en el recreo se esconden del profesor de guardia, en un rincón del patio, para fumar.

Ayer era ése el post que quería escribir: un post interminable, como el Ulises de Joyce, sobre lo que ocurre en mi instituto en un solo día.  

Hoy me he puesto a escribir, finalmente, no ese post sobre el instituto, pero sí algo parecido.

Hoy me he puesto a escribir también desde el instituto.

(los martes y los jueves tengo clases de mañana y de tarde, así que almediodía no vuelvo a casa)

Hoy he colgado un video con imágenes de mi instituto.

Hoy he escrito un post de profesor...

Y sin embargo, palpo esta silla en la que estoy sentado ahora mismo, frente al ordenador de la Sala de Profesores; palpo la tela recia y está húmeda.

Hoy vuelvo a ser profesor aquí en el blog, de nuevo, o todavía.

Y sin embargo mis vaqueros están mojados, mis zapatos encharcados y mi chaqueta chorrea agua por las costuras.

Todo mi cuerpo huele a lluvia.


 

8 comentarios:

Montse dijo...

¡Tu instituto es precioso!, ¡vaya claustro estupendo que tenéis! Así da gusto.

Abrazos, Montse

Andriu dijo...

Es el instituto más antiguo de Lanzarote y el tercero más antiguo de Canarias. La verdad es que el claustro es estupendo, tupido de vegetación y con esa araucaria gigante en el centro. Mola el Agustín Espinosa. Antes de instituto, fue un cementerio.

Un abrazo.

Ricardo dijo...

El instituto, una maravilla; el post, precioso. ¿Cómo podría hoy meterme contigo? Un fuerte abrazo.

jane dijo...

Me hiciste evocar mi salida de los claustros por la tarde, la vuelta en coche hasta mi casa, lloviendo también muchas veces, la Radio Clásica puesta porque tampoco tenía ganas en esos momentos ni de noticias ni de palabras, los pensamientos inconexos, las tareas por hacer, el ser profesor a tiempo completo... Sólo que tú lo has descrito mucho mejor de lo que yo hubiera podido hacer. Gracias por ello.
PD: He puesto un enlace a tu blog en una respuesta a un comentario en mi último post (qué rollo), porque hablé de tu "obsolescencia programada", término que me provoca repelús.

Andriu dijo...

Ricardo: muchas gracias, "hoy" me toca pues descansar.

Jane: me gusta esa expresión que utilizas, "profesor a tiempo completo", pues describe perfectamente el estado en el que muchas veces vivimos muchos de nosotros la semana durante el curso escolar. Pero espera, que me dicen por el pinganillo que no, que no es así... La cosa es al revés: que vivimos como reyes, que no podemos quejarnos de nada con las pedazo de vacaciones que tenemos, que tenemos un sueldazo, que somos unos funcionarios (no hace falta aclarar que esto ya de por sí constituye un insulto o afrenta), que nadie nos controla, que, que, que...

Un abrazo.

Unknown dijo...

Hacía tiempo q no te leía,lo haces muy bien, q te voy a decir a estas alturas... En ese instituto pasé de los diez a los dieciseis años, es parte de mi vida, ahi abrí los ojos... un poco. No lo echo de menos ni de lejos, ni al instituto ni a la época, pero me ha emocionado tu post. Gracias.

AnDrÉs dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Andriu dijo...

Gracias, José Ramón, supongo que entre profes es mayor la empatía. Mi padre también estudió en el Agustín, y mis tíos. Supongo que tendrás miles de recuerdos dentro de las aulas que rodean el fantástico claustro vegetal. Debe de ser curioso dar clase en el mismo centro en el que has sido alumno: verse de pronto del otro lado de la barra.

Un abrazo.