lunes, 8 de septiembre de 2008

MiS GaNSiToS


Mañana les pediré a mis gansitos que se acuerden de Mónica y que le hagamos entre todos un regalo.

Cada uno podría hacer un dibujo dedicado.

También podríamos hacer una pancarta de bienvenida y colgarla en el aula para cuando vuelva.

No sé, se aceptan sugerencias.

Se ha roto algún huesito de la pierna y todavía le queda una semana y media en casa.

Es lo menos que puede hacer una manada de gansos por una gansita herida.



A Yessenia seguro que le entusiasma la idea si consigo darle, sin que se note mucho, algún puesto de especial responsabilidad, alguna tarea exclusiva para ella.

-Mr. Fajardo, yo puedo ser su ayudante siempre -me dijo el otro día.

Yo le dejo afilar los crayones, o recogerlos, o repartirlos, o limpiar los papeles, o ordenar los libros.

A mis gansitos les encanta ayudar y hacer este tipo de cosas y eso a mí me asombra.

-Mr. Fajardo, yo en casa ayudo mucho a mi mamá -añadió.

Me pregunto con qué tipo de tareas. Una profesora española me contaba el otro día que tenía alumnas de kinder que planchaban la ropa en casa.

Me pregunto si también los niños, los gansitos, ayudarán de esa forma a sus mamás. Y es que me temo que sus papás no lo hacen. Un profesor español, Pepe, me contaba el otro día una anécdota. Se había quemado con aceite en la cocina, al prepararse la cena. Al día siguiente dos alumnas suyas se fijaron en la quemadura y le preguntaron:

-Mr. Fernández, ¿qué le ha pasado en la mano?

-Me he quemado cocinando.

Ellas se han quedado atónitas, con los ojos como platos, y han protestado:

-¡Pero usted cocina! ¿Por qué no está casado, Mr. Fernández?

Sus alumnos sólo están en 2º grado, no tienen más de 8 años.

Texas es machista, Tyler lo es especialmente y también la cultura mexicana, me temo.

Por si acaso, a veces concedo el privilegio de ayudar al maestro a algún chico. Es increíble ver cómo voluntarios no faltan.



Jorge es el alumno ejemplar en cuanto a comportamiento se refiere.

¡Qué fácil sería todo si fueran todos como él!

Con él sólo hace falta decir las cosas una vez, no quince.

Cuando hay que hacer la fila, allí va raudo y en silencio a colocarse en su sitio.

Cuando les digo que se vayan sentando en la alfombra en silencio, llega el primero, se sienta con las piernas cruzadas y espera muy calladito a que yo llegue.

No se le ocurre tirarse en plancha abrazado a algún compañero, ni levantarse corriendo y excitado, ni acercarse a la zona de los manipulativos a trastear, ni andar haciendo bulla, ni ir a beber agua sin permiso...

Da gusto tener a alumnos así.

Seguramente me dirán que son los otros los que dan vidilla a la clase, los que hacen de la experiencia docente un reto y una aventura, los que a la larga son susceptibles de dar mayores y profundas satisfacciones.

Estoy de acuerdo.

Pero a veces uno está cansado, la jornada es larga, las horas de sueño son pocas y mucho el papeleo.

En esas circunstancias, desearíamos que todos fueran como Jorge y preferiríamos dejar el idealismo y el heroismo profesional de lado.



Pero es difícil hacerlo, pues la mayoría de mis gansitos son como Aaliyah y uno siente que no puede fallarles.

En realidad, el problema o el reto no es a nivel de comportamiento, sino de hábitos y sobre todo de nivel y de capacidad.

Aaliyah es una de las alumnas más flojitas, con más problemas de comprensión y de base. Escribe su nombre y nada más pues no sabe leer. Después de practicar y practicar, con juegos y con estrategias distintas, todavía no ha conseguido aprenderse los días de la semana.

Cuando estamos haciendo actividades en gran grupo y éstas tienen cierta complejidad ella desconecta, bate sus alitas, cambia el rumbo y deja de seguirnos.

Cuesta trabajo reengancharla, traerla de regreso.

Así ocurre con otros tantos, no sólo con Aaliyah.

No es culpa suya, no hay nada que reprocharles.

A diferencia de lo que pasa en Secundaria, aquí cuando algo falla a quien hay que mirar es al maestro y a la familia.

A las 3:00 acompaño a mis alumnos afuera. Dejo en la guagua o bus o (como dicen ellos) "camión" a los que no vienen a buscar. Luego me voy a la entrada del cole con los otros, con los que se van en "carro". Allí me espero un rato, hasta las 3:15 más o menos, mientras van viniendo papás y mamás a llevarse a sus retoños llenos de alborozo.

Los de Aaliyah siempre vienen los últimos. Muchos días me voy adentro y la dejo allí con las asistentes, personas contratadas para hacer ese tipo de tarea y similares. Si me paso por allí veinte minutos después o más, allí está Aaliyah, callada y resignada, sola como un polluelo abandonado.

A veces sabemos muchas cosas de las familias de nuestros alumnos precisamente por lo poco que sabemos de ellas.

Ya prácticamente todos mis gansitos me han traído el sobre lleno de papeles firmados por sus padres que estoy obligado a recoger y entregar a la oficina (término que incluye secretaría, dirección y jefatura de estudios).

Aaliyah no.

El otro día volví a darle el sobre, un sobre nuevo con todos los impresos en blanco, pues no me supo aclarar si lo había perdido ella, sus padres o ambos. Le dije que era importante que lo trajera todo firmado al día siguiente, pero fue en vano porque regresó al cole sin el sobre. Cuando pedí un listado con los teléfonos de mis alumnos, el de Aaliyah es uno de los que no está en los ficheros de la escuela.

Así que no es culpa suya nada de lo que a veces nos desespera a los maestros.

Ni es tan urgente, tan importante, tan grave que todavía no sepa decir los días de la semana.

Si miro sus grandes, expresivos e infantiles ojos negros me doy cuenta de que hay muchas otras cosas por aprender y que lo demás ya irá llegando a su debido tiempo.



Timoteo también es muy flojito.

Está repitiendo curso.

Por eso se sabe de memoria algunos de los libros que leemos en grupo.

Mientras los más avanzados leen con gozo y orgullo, aunque a trompicones, con tropiezos e inseguridad, él lee sin mirar las letras, recitando el texto que recuerda acompañaba a esos dibujos. Por eso acierta en el contenido pero yerra en la exactitud de la expresión, sustrayendo, inventando o modificando palabras a su antojo.

Él también se dibujó a sí mismo y a su familia el primer día de clase, en estos folios verdes con los que empapelamos las ventanas.

Mis gansitos suelen tener familias enormes, con muchos hermanitos y hermanitas.

Sus papás y mamás se pasan todo el día laborando.

Algunos no hacen la tarea porque en sus casas no hay un lápiz con que hacerla.

Otra profe española me contaba hoy mismo otra de esas tantas anécdotas que compartimos a diario, asombrados y, como en ésta, conmovidos.

La profesora les estaba leyendo el cuento de Rizitos de oro.

Allí se hablaba de las tres camas: la cama dura, la cama blanda, la cama...

De pronto la interrumpió un alumno:

-Maestra, yo no tengo cama. Yo duermo en una alfombra con mis hermanitos.

Es eso.

Uno siente que no puede fallarles.



Pero luego está Christopher.

Dice su madre que es autista e hiperactivo.

No lee nada.

No sabe escribir ni su nombre.

Apenas se le entiende cuando habla.

Su cuerpo no para.

Es incapaz de estar sentado en su sitio más de cinco minutos.

Es absolutamente dependiente.

Obedece cuando se le dicen las cosas pero hay que decírselas mil y una vez.

No sé por donde empezar con él.

Es una de esas personas singulares.

El otro día vino una terapeuta que lo va a sacar del aula 20 minutos los lunes tres veces al mes para trabajar con él la psicomotricidad.

Sí, lo he dicho bien: una hora al mes en total.

Me dio una especie de cronómetro y una especie de serpiente de peluche.

La especie de cronómetro es para colocarlo en un lugar visible para él y para intentar que permanezca sentado al menos diez minutos.

La especie de serpiente tiene dentro unas bolitas que la hacen relativamente pesada y sirve para que Christopher se la ponga sobre las piernas y eso le ayude a no querer levantarse.

Se la he dado y la ha rechazado a los cinco minutos, esto es, justo en el momento en que ha querido levantarse.

Mañana es lunes y le diré a la terapeuta que lo de la serpiente no ha funcionado y que en la teoría las cosas parecen siempre más sencillas.

No recuerdo su nombre.

En cualquier caso, he decidido llamarla Mrs. 20Minutos.

El caso de Christopher es diferente al de Aaliyah. Sus papás están implicadísimos. Todos los días la madre me manda notas y recados con las tareas y avances que hace con su hijo en casa. Lleva tres años solicitando un colegio o unas clases de educación especial para su hijo, pero sin éxito.

No conozco todavía bien cómo funciona esto por aquí, pero estoy informándome.

Creo que nos merecemos más que 20 minutos.

Christopher, sus papás, mis alumnos y yo.

No sé si es justo o no decirlo, pero a menudo me pregunto si Christopher pertenece o no a este grupo de gansos.

Se hace muy difícil volar con él y sí, puede ser injusto o duro pero es así: está ejerciendo de lastre.

El primer día de clase les conté a mis alumnos algunas cosas que escuché en un training o cursillo acerca de los gansos y que me gustaron.

Ya ven cómo la cosa iba de aves ese día.

Les pregunté que por qué los gansos volaban formando una especie de "V".

Les dije que era para ayudarse y hacer más fácil el vuelo: cada ganso tenía delante suyo otro ganso que le protegía de parte del aire y así no se frenaba tanto y podía volar más rápido.

Les pregunté que si sabían que qué era ese ruido que hacían los gansos al volar en "V".

Les dije que eran los gansos diciéndole al ganso de delante: ¡Venga, ánimo, ánimo, que tú puedes!

Les pregunté que si sabían que qué ocurría cuando un ganso estaba cansado o herido y se caía al suelo.

Les dije que entonces siempre había dos gansos que se separaban del grupo y bajaban a ayudar al ganso herido o cansado y que sólo retomaban el vuelo cuando éste se hubiera restablecido.

Les pregunté, por último, que si sabían por qué les contaba todo esto acerca de los gansos.

Y les dije, finalmente, que es así precisamente como debíamos trabajar todos en clase, como los gansos.

A mis alumnos les pareció bien eso de imitar a los gansos.

Hicimos ese pacto y por eso desde entonces son mis gansitos.

Christopher no vuela.

Me pregunto si habrá forma de bajar a tierra y ayudarle.


10 comentarios:

Gemma dijo...

Si nació con alas, Christopher tiene que volar... ¡porque también es un ganso!

Quiero pensar que quizá el problema es que Mrs. 20Minutos no tenga otro nombre... ¿Mrs. Todoeldía atendiendo contigo a toda la bandada? Claro, porque a lo mejor también una mañana tú necesitas que otro gansito o gansita te eche una mano (entre otras muchísimas tareas...).

Yo también tengo dudas... ¡Pero creo en la estrategia de los gansos!

Por cierto, me encanta el dibujo de Christopher. Si, ese niño debe de volar por algún cielo...

¡Gracias por la crónica!

Anónimo dijo...

Estoy alucinando contigo, tengo mucha, mucha enviada. Creo que esos chicos y chicas han tenido mucha suerte al encontrarse contigo. Y estoy segura de que todas/os volarán lo más alto que puedan porque tú harás todo lo que esté en tu mano para ello.

Un abrazo, Montse

Anónimo dijo...

No puedo dejar de leer tus crónicas, Andriu. ¡Con cuánta emoción escribes sobre tus gansito! Aunque creo que están más cerca de los gansos de Beatrix Potter que del "vuelo de los gansos" ;-)

Lo que cuentas de Aaliyah, Timoteo y Christopher (e incluso el bueno de Jorge, no te lo pierdas de vista) me ha recordado a "El Jardín Secreto" de Francis H. Burnett, y también este artículo de Gustavo Martín Garzo (otra vez) http://www.elpais.com/articulo/opinion/jardin/secreto/elpepuopi/20070513elpepiopi_5/Tes

A Christopher no le valdrán los artilugios de Mrs. 20minutos para controlar su necesidad de moverse y de "volar", pero seguro que Mr. Fajardo puede hacer de él su colaborador, o ayudante de Yessenia, para las tareas sencillas. O permitirle surcar con su aleteo todo el espacio del aula antes de sentarse en la alfombra.

Para las tareas rutinarias es útil inventar pequeñas retahílas o canciones que acompañen a la actividad. Mis hijas cantaban "a guardar, a guardar, cada cosa en su lugar", "el tren del pis, el tren del pis, despacito, despacito hasta el baño llegará" (para formar filas para cada rutina, el tren del patio, el tren de casa, etc.)

Y Aaliyah me ha recordado este post http://ampalalatina.wordpress.com/2008/02/22/mi-nina-tiene-la-cabeza-en-las-nubes/
y algunos cuentos que les conté a mis hijas sobre niños distridos o abstraídos en su mundo interior.

¡Gansitos! ¡¡A volar con Mr. Fajardo!!

Un abrazo

Anónimo dijo...

Encontrarás soluciones para Mónica, Yesenia, Jorge, Aaliyah, Timoteo, Christopher y todos los demás, no me cabe la menor duda. Restablecerás la formación en "lambda" (deformación profesional)o "uve inversa" del grupo. Volarás a la cabeza de los gansitos y les enseñarás el camino de ida y de vuelta a casa. ¡Ánimo!, te estamos apoyando y enviando energías en nuestros comentarios, casi en pleno, todos/as los/as miembros del CIO. Un abrazo muy fuerte y con mucho cariño.

Dracón el filósofo dijo...

Me conmueves, Andriu.

Se nota la gran diferencia que hay entre un grupo de Primaria y uno de Bachillerato. En Primaria se dan de hostias(con perdón)por ayudar al profe, y los de Bachiller huyen como de la peste, porque si no, corren riesgo de perder su reputación. (Seguro que me entiende con esto)

En Primaria se nota más la camaradería que hay, por ejemplo, cuando se trata de una compañera que no puede ir a clase por que está enferma, cuando vuelve todo es alegría... Mientras, que en Bachiller, es como si no hubiera pasado nada.

Parece que cuanto más mayores nos hacemos, más vamos perdiendo ese espíritu de grupo...

El mundo de unos niños tan pequeños es muy simple y complejo a la vez. Se puede aprender muchísimo de ellos. Que me lo digan a mí, que me he pasado todo el verano trabajando con ellos.

Una última cosa, antes de cerrar este post de blog que he escrito:

.¿Son todos tus alumnos hispanos? ¿Entienden español? ¿Das las clases en español? Sería comprensible en grado directamente proporcional a la cercanía de la frontera mexicana.

Y ánimo con ellos, que al final podrás.

Dracón.

MARONINI dijo...

Eres estupendo, no hay más.

Qué suerte tenerte como amigo.

Jeziel dijo...

Al principio, cuando por primera vez me llegó el rumor de que el año que viene el blas debería tener un nuevo jefe de estudios porque Andrés se iba a EEUU pensé: ¿A Estados Unidos? ¿Y por qué? Aparentemente puede parecer una locura... Pero después de leer un poco las crónicas ya lo entiendo, creo que no hay mejor forma de aprender sobre el mundo...Aunque ya no seas nuestro maestro nos sigues enseñando.. Un saludo desde Lanzarote!

P.D.: Que gracioso y curioso la forma de leer del niño Timoteo,jeje

Andriu dijo...

Sí, Jueves, en eso estamos, pues no parece que le vayan a ofrecer a Christopher las clases de educación especial que me habían dicho recibiría a partir de la sexta semana. Esperemos que me eche una mano el resto de gansitos.

Gracias, Montse, se me suben los colores.

Guauuu, Chelucana, estoy aprendendo más contigo en dos posts que en dos semanasdev "trainings". Ya vi que "el vuelo de los gansos" es algo bastante manido. Y yo que pensé que se lo había inventado todo el buen hombre que nos dio el training...

Vaya, Ricardo, prefiero no mentar la "lambda", que bastante cacao tienen mis gansitos con este profe español que en lugar de "ve" dice "uve" y en lugar de "doble u" dice "doble v"... Porque te refieres a eso, supongo. ¿O al "baile prohibido"? ;)

Comparto en general lo que dices, Dracón. En Primaria se pelean por ayudar al profe en lo que sea y de repente estás en la mesa de alguno corrigiendo o comentando un ejercicio y de pronto llega una niña por detrás y te abraza y se te cuelga del cuello. En Secundaria en efecto no hay peor cosa que te encasillen como el alumno pelota. Respecto a la solidaridad, también la he visto en Secundaria. Te contesté en el post anterior: son todos hispanos, su lengua materna es el español y entienden y hablan el inglés, aunque unos más que otros. Ya hablaré con más calma de esto. Por cierto, no dejes de contarme qué tal este año con la filosofía.

Maronini, no te pases que me ruborizo más aún. Tú debes ser un poquito de primaria ¿no?.

Hola, Jeziel, qué alegría leerte por aquí. Bueno, la verdad es que estoy aprendiendo muchas cosas por aquí, pero muy pocas "sobre el mundo". Los americanos son muy ombliguistas, los texanos más aún y los de Tyler tienen más la vista en el cielo que la tierra. Perdona pero no puedo resistirme: Nietzsche los tendría por nihilistas pasivos.

Y hablando de jefes de estudios, Dracón: el nuevo se llama Juan Miguel y aunque parezca un poco serio (y mucho más imponente que yo) es un tío estupendo y muy buena gente. Si tienes ocasión, dale muchos saludos de mi parte.

Les mando un abrazo a todos aunque los supongo a estas horas en el séptimo cielo.

Anónimo dijo...

Gracias por el comentario, Andriu, aunque no estoy de acuerdo, (je,je ¡qué raro!). No he hecho más que poner en forma de citas, o artículos lo que emana de tus post Así, lo publicado por otros parece que otroga autoridad y reafirma lo que intuitivamente haces. Son sólo unas palabras de aliento. Un "¡Ánimo, Andriu, vas genial!"

Como cabe esperar, estás aprendiendo infinitamente más de la experiencia diaria con tus gansitos niños que del training. No lo dudes.

Si consigues que sean felices y se sientan querídos, todo lo demás será más fácil, sí. ¡Dejate llevar, pedazo de pan!

Besos

crisha dijo...

Me he emocionado al leer este post.