domingo, 30 de enero de 2011

BuEnOs pRoPóSiToS


Enero es el mes de los buenos propósitos.

La noche del 31 es fácil hacerse a uno mismo algún juramento, en virtud del achispamiento que otorga el champagne y el simbolismo de la fecha, que invita a la regeneración.

Pero sólo algunos de estos buenos propósitos sobreviven a la cuesta de enero.

Yo me hice unos cuantos.

Quienes me conocen saben que soy un gran aficionado (casi un experto en la materia): grandes proclamaciones, declaraciones de intenciones, propósitos de enmienda, buenos propósitos...

Y también saben que con el tiempo todo se me pasa...

Uno de esos propósitos lo proclamé en el blog: profundizar en la filosofía del caracol y empezar a adaptar mi forma de vida a dicha filosofía.

Lo hice público por dos motivos:

a) para hacer más difícil (o humillante) echarme atrás.

b) porque la filosofia del caracol sólo tiene sentido si se asume colectivamente: aparte de predicar con el ejemplo, se hacía preciso predicar sin más.

La cuesta de enero llega a su fin y he de decir que no me he "empapado" de la doctrina del Decrecimiento, como había previsto. En parte debido a la falta de tiempo y en parte debido a mi natural tendencia a la dispersión.

Por eso hoy me he propuesto (los domingos también son días de grandes promesas y juramentos) dedicar todos los días un poco de tiempo (mejor son cinco minutos que nada) a la filosofía del caracol: leer algo, tomar alguna nota, ver algún video, charlar con alguien sobre el tema o publicar un post sobre el asunto.

Hoy he hecho algo muy simple. He empezado a leer la voz "Decrecimiento" en la Wikipedia, y a resumirla en un folio reciclado. Apenas le he dedicado al asunto veinte minutos. Es lo suficiente para coger impulso para mañana.

Voy lento pero seguro.

A paso de caracol.

¿Quién me quiere seguir... o acompañar?


8 comentarios:

alejandra dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
alejandra dijo...

Creo que hace ya algún tiempo que sigo, en cierta manera, la filosofía del caracol. No por convencimiento, que no estoy muy convencida, sino por necesidad. Ya sólo me queda empezar a zurcir los calcetines. ;)
Bueno, ahora vamos a ver si me aclaro, entonces nos planteas que seamos algo parecido a los AMISH…. Sin connotaciones religiosas.
Plantear ahora a cualquier persona, con una vida estructurada, hipoteca, coche, familia, reducir los ingresos y los gastos… Teniendo en cuenta, que dicha estructura económica se crea a través de la previsión de ingresos, crees que es realmente factible?
Te pongo el ejemplo de una familia monoparental, con un sueldo medio, una hipoteca media, y que para llegar a fin de mes acaba por hacer malabares. Cómo puede reducir esa persona su consumo, o su jornada laboral y con ella sus ingresos. Pero es que si nos vamos a otra familia, de cualquier tipo, con un sueldo que sobrepase al “ mil-eurista” , seguramente su endeudamiento será superior, al igual que su ritmo y nivel de vida, por lo que acabe también jugando con los ingresos para llegar a fin de mes… ya lo decía Esperanza Aguirre, en su biografía ;)
La teoría, como teoría, está bien, pero me genera ciertas dudas sobre su praxis.

Andriu dijo...

Hola Alejandra, perdona que no te haya respondido antes, llevo una semanita de no parar.

Te intento responder, a ver si entre todos podemos solucionar las objeciones que planteas.

El decrecimiento no defiende vivir como los Amish, pero sí defiende la "sobriedad" (en el consumo). Es partidario del consumo (o lo ve como inevitable), pero rechaza el consumismo en que vivimos, pues: a) supone el expolio de unos recursos del planeta que son limitados; y b)nos obliga a trabajar más horas para obtener más ingresos y así poder consumir más; c) implica un modelo de vida en que los bienes relacionales (afecto, ocio creativo, meditación) son sustituidos por bienes materiales, muchos de ellos superfluos.

Hablas de "endeudamiento" de las familias y de "ritmo y nivel" de vida superior de unas y otras familias. El problema que planteas es de desajuste entre ingresos y gastos, es decir: familias que gastan más de lo que ingresan, o que se ven obligadas a gastar más (hipóteca, crédito, deudas) que lo que tienen y perciben. Esto está a la orden del día, como sabemos.

¿Afecta esto al decrecimiento? Yo creo que no. Y te daría 2 razones:

a) El endeudamiento de muchas familias se ha generado en parte por dejarnos llevar por la lógica consumista de nuestra sociedad desarrollista (la publicidad nos convence de que consumamos; los bancos hacen negocio prestándonos el dinero). El decrecimiento dice: ¿para qué tantos gastos? ¿es necesario ese piso, ese coche, ese móvil de última generación, renovar el armario cada primavera?

b) Creo que el decrecimiento es un movimiento de reparto más igualitario de la riqueza y del trabajo. El capitalismo aumenta las desigualdades económicas. A unos los vuelve millonarios, a otros los deja en el paro. El decrecimiento defiende el reparto del trabajo que hoy hace una persona, para que lo hagan dos. Por eso pienso que el escenario que planteas, de familias pasando apuros económicos, es más propia del sistema desarrollista en el que vivimos que del modelo decrecionista.

Bueno, no sé, creo que simplifico mucho, pero esta ventanita no da para más. No sé si me he explicado.

Un abrazo y gracias por tus objeciones. Lo mejor que se puede hacer a favor de una teoría es ponerla a prueba. Y en eso estamos ¿no?

pd: ¿por qué siempre se te cuelan 2 comentarios?

Gaby dijo...

Filosofía del caracol es la que vivo esta semana. Tormenta invernal en Dallas y las escuelas llevan 4 días cerradas y yo también. Hielo, nieve, vuelos cancelados, gente cayéndose (moretón que traigo en un codo)...y los texanos viven la primer semana de febrero como los caracoles. No he hecho lesson plans ni me he acordado de nada del trabajo pero el tiempo de calidad que le he dedicado a otras cosas....¡Qué viva el caracol! (y que muera el hielo que ya me tiene cansada eso de patinar)
Saludos árticos.

Andriu dijo...

¡Qué bueno, Gaby, disfruta de esas benditas inclemencias meteorológicas!

Un abrazo.

Anca Balaj dijo...

¿Y cómo sigue este buen propósito a fecha de hoy?

Hace poco que sé que esta filosofía es la del caracol y hace poco que sé del decrecimiento y la simplicidad voluntaria, pero hace muchísimos años que lo practico. Siempre he querido vivir así porque no podía de ningún modo ser feliz corriendo y corriendo para obtener cosas.

Respecto a lo que pregunta Alejandra: se puede vivir con menos siempre y cuando no consideremos esenciales las cosas que no lo son. Por otro lado, al ganar tiempo, podemos hacer las cosas sin prisa, cosa que siempre supone un ahorro. Cocinar y comer en casa, pintar las paredes una misma en vez de contratar, hacer vistas o escribir mails en vez de llamar por teléfono, deshacer viejos jerséis y hacer con la lana otros nuevos y un largo etcétera.
También está el recurso de los bancos del tiempo (que se están implantando en muchos lugares ahora que hay crisis) como herramienta de esta misma filosofía del decrecimiento.

Adriu, veo que no se apuntan muchos, pero yo te acompaño sin dudarlo.

Un abrazo

Andriu dijo...

Aminuscula, muchas gracias por tu compañía y tus observaciones.

A día de hoy mis buenos propósitos van... a ritmo de caracol. Básicamente trato de leer algo en la red sobre el tema casi cada día. Lo siento pero he de decirlo: siento que "no tengo tiempo", aunque te suene a excusa. El problema es quizás que son demasiadas las cosas que quiero meter en las 24 horas del día.

Pero el convencimiento respecto a las bondades y necesidad del decrecimiento sigue en mí vigente como el primer día. Será cuestión de ir dando poco a poco pequeños pasos... y de no retroceder demasiados.

Un abrazo.

Andriu dijo...

Hola Cheli,

¡Vaya, muy interesante el experimento! También las personas a las que se están "llevando a la cama" a lo largo de todos estos días. Supongo que no suena muy bien decir que en vez de mesas redondas están haciendo camas redondas. Pero parece estimulante.

En cuanto a Carl Honoré: ¿me recomiendas "Elogio de la lentitud"?

Un abrazo.