viernes, 6 de febrero de 2009

ReCuErDo DeSeNfOcAdO


Volveré a Tyler, dentro de unos años:

Aproximadamente quince.

O quizás mejor, doce.

Estábamos mi madre y yo almorzando en el bar mexicano "La cosina", pequeño tugurio en el que se come estupendamente pese a que no sea la ortografía una de sus especialidades.

Estabámos hablando de ellos y le dije:

-¡Cómo me gustaría saber cómo serán de mayores, dentro de 15 o 20 años!

-Lo estaba pensando ayer mismo -me confesó ella-. Antes de irte de Tyler tienes que llevarte todos sus datos, domicilio, números de teléfonos, todo lo que tengas... y volver un día a ver si los encuentras.

Qué buena idea.

Volveré a Tyler, me quedaré en un hotel de carretera (¿y qué es Tyler sino una carretera?) y husmearé como un sabueso, hasta encontrarlos.

Husmearé para saciar esta morbosa curiosidad de averiguar qué habrá hecho con ellos el tiempo...



Kelly ha sido el último en llegar; mi madre ni siquiera lo conoció.

Ya somos veinte, sin contarme a mí.



Nahum habla bajíiiiiiiiiiiiiiiiisimo.

Cuando quiero que su voz sea mínimamente audible, le digo:

-Chíllame, Nahum, chíllame.

Es de los que pasa desapercibido, de los invisibles.

¿Seguirá siendo así dentro de 15 años?

¿Está ya latente nuestra futura personalidad en los niños de 6 años que algún día fuimos o, por contra, la adolescencia lo desbarata todo y es germen de un nuevo yo, de lo que serán los rasgos principales de nuestro carácter e idiosincracia?



Octavio no cupo de gozo al ver el puente terminado.

Es probablemente quien más vaya a echar de menos a mi madre, su maestra particular.

Llegó hace dos meses y los padres no lo habían matriculado en kinder. No sabía nada: ni los colores, ni contar del 1 al 5, ni reconocer las letras (ni distinguir una letra de un número), ni hacer un dibujo. El resto de gansitos ya leían, con mayor o menor fluidez (a excepción de Chris), ya escribían, ya sumaban, restaban, contaban hasta 100 y habían adquirido muchas otras destrezas y habilidades.

Gracias a mi madre, Octavio pudo tener -durante unos días- la atención necesaria para progresar adecuadamente.

Sin ella ahora mismo yo no puedo dársela.

Eso sí, construí su puente, haciéndole creer que lo habíamos hecho entre los dos.

Fue inevitable:

Mientras que el resto apenas había traído de casa una caja de zapatos, un rollo de papel higiénico y unos "popotes" (pajitas, en mexicano), Octavio había venido con dos bolsas llenas de material para construir un puente. Cuando lo vi pasmado frente a tanto material de constucción, mientras los demás se afanaban vertiginosamente en la construcción de su puente, le dije:

-Vente, Octavio, el tuyo lo vamos a construir los dos juntos.



Moisés es lento como los mexicanos de los chistes.

No es cuestión de capacidad: lee y escribe aceptablemente y en matemáticas está dentro de la media.

Pero cuando esperas de él una respuesta a una pregunta que le has formulado se demora como un perezoso. No sé lo que pasa en esos momentos por su cabecita. Pero sea lo que sea parece que ocurre a cámara lenta.

Armándose uno de paciencia, al final, habla.



Christopher Mendoza es de los más inteligentes y de los más "cultos".

Hace unos meses me hubiera parecido inapropiado el adjetivo "culto" para unos niños de seis y siete años.

Ahora me parece de lo más afortunado.

Christopher sabe qué es un girasol, quién es el presidente de USA, cuándo se acerca un día feriado y cómo expresarse en inglés.

Cuando el resto de niños no sabe eso que él si sabe me doy cuenta de que además de inteligente es culto.



Magdalena es la timidez personificada.

Y también la excitabilidad hecha niña.

Con una buena noticia (vámonos al playground, mi mamá les dejó unos regalos) se emociona como una yegua desbocada, la cara se le ilumina y el pulso -adivino- se le acelera como si hubiera desayunado con red-bull.




Israel es diminuto.

Mi madre y yo, entre nosotros, lo llamamos "el enano pimentón".

Apenas lee nada ni escribe.

Habla casi como los indios de las películas, sin conjugar correctamente el lenguaje.

Le cuesta, le cuesta mucho.

Y sin embargo, a su ritmo, algo aprende.

Ya se sabe los días de la semana. Recuerdo que estuve los dos primeros meses repitiéndolos con él todos los días. Cuando me los había recitado bien, le decía:

-Mira, Isreal, por la ventana: ¡un burro volando!

Acto seguido le volvía a preguntar y se había olvidado de todo.

Eso sí, le pone muchas ganas y quiere aprender, hacer las cosas bien.

¡Qué diferentes son todas estas cabecitas!

Isreal es uno de los que más me intriga saber qué será de él en estos años por venir.



Alex es también bajito, aunque listo como una tea.

Me hace mucha gracia ver con qué pintas llega a la escuela, arrastrando ropas cinco tallas mayor que la suya.

Hoy fue viernes (casual day) y a los profes nos dejan venir en vaqueros y a los alumnos prescindir del uniforme. Alex trajo una camisa hawaiana de chulo de discoteca, descomunal.

-¡Wow, Alex! Y esa camisa tan chula que traes ¿de dónde la has sacado? -le pregunté.

-Es de mi hermano -me dijo emocionado.

Son muchos en casa y me consta que los hermanos en muchas ocasiones son los que ejercen de papás.



Aaliyah vive perdida en su mundo, eternamente en la inopia.

Es todo sonrisas, sin embargo.

Se lo debe pasar muy bien allá arriba, dondequiera que esté mientras yo estoy explicando.

¿Cómo será Aaliyah cuando cruce esa frontera en la que termina la niñez?



Salvador es bueeeeeeeeeno.

¿Cómo se puede ser tan ingenuo, tan cándido, tan manso, tan niño?



Su hermano Jorge no se queda atrás.

Los niños de seis años son un laboratorio perfecto para aprender cosas acerca de la inteligencia.

Jorge es el artista de la clase. Nadie hay que dibuje como él y todos le reconocen unánimemente dicha autoridad. Todo lo que sea manipular y crear le apasiona y se le da estupéndamente.

Hoy les dejé a última hora un rato para jugar (pues nos han quitado el playground debido a la construcción de la nueva escuela) y Jorge me dijo que había tenido una idea y que si le dejaba "glue"y purpurina plateada.

Al rato, ya había dibujado un fabuloso dinosaurio azul con la cornamenta plateada.

También es de los mejores en matemáticas.

No obstante, está repitiendo; es un año mayor que Salvador. Y es que en lectura es muy flojito.

Su hermano Salvador, en cambio, lee estupendamente, cada día mejor, pero le cuesta bastante en matemáticas.

Mismos padres, misma educación en casa.

Distintas inteligencias.



Cindy me encanta.

Es la mejor que lee con diferencia.

Devora los libros y los exprime.

Cuando hacemos "Guided Reading" (si un día tengo tiempo y ganas ya hablaré acerca de las diferentes metodologías que utilizamos en clase) me lee absolutamente todo el libro, incluida la letra pequeña relativa a la editorial, el lugar y fecha de impresión o los datos de la portada:

-No, Cindy, eso no me lo tienes que leer.

Pero a ella le da igual:

-Pero sí, maestro -protesta- yo sí quiero leerlo.

Por las mañanas les doy la mano a todos y los buenos días.

Cindy no responde, entra como si la cosa no fuera con ella.

Un día le dije:

-Cindy, cuando te dan los buenos días hay que responder: "Buenos días".

-Ahh, vale maestro, no sabía.

No he querido insistir. Me gusta el modo en que me ignora y no me devuelve los buenos días, como si anduviera abstraída o todavía metida en su último sueño.



Chris...

¿Que será de Chris en 15 años?

No lee, no escribe ni su nombre, apenas se le entiende su lenguaje escasamente articulado.

Su inteligencia es de un niño de ¿de 2 años? ¿de 3?

O simplemente diferente.

Desde hace unos días la mamá le está dando la medicación.

Y al menos está más tranquilo y hasta más centrado.

No obstante, en mi clase siento que lo he perdido.

Me hacen falta dos o tres madres para atenderlo adecuadamente, licenciadas en psicología, psicopedagogía y educación especial.



Mónica es un encanto.

Empezó el curso y a las dos semanas se rompió el fémur. Estuvo dos meses sin venir. Luego la traía su papá en brazos, entraba a la clase y la depositaba dulcemente en su asiento, ayudándola con las muletas.

Pronto recuperó el tiempo perdido, destacando en lectura, escritura y matemáticas.

También en habilidades sociales: no sé cómo puede aguantar a Yessenia como compañera de mesa.

Sólo por esto se merece un monumento.



Timoteo es juguetón, pícaro, despistado, pillo, gamberrete.

Y al mismo tiempo adorable.



Samantha llegó hace tan poco como Kelly.

Tuve que ir al "Family Dollar" a comprar dos libretitas para ellos, idénticas a las que mi madre les había regalado antes de irse.

Es morenísima y tímida.

Va a tener mucho que recuperar, pero creo que tiene ganas y capacidad para aprender.

Hoy le pregunté por la quemadura que tiene en la mano:

-Me la hice planchando -me dijo.



Jacob es todo lo contrario que Nahum: nunca pasa ni creo pasará desapercibido.

Es impulsivo, apasionado con todo lo que hace y dice, siempre con la carcajada en la boca.

Es un desvergonzado: llegó con un mes de retraso y desde el primer día, a la hora del snack, se dedicó a coger en peso a Isreal, a levantarlo del suelo mientras le decía:

-¿Por qué eres tan chiquitito? ¡Mira que fuerte soy!

Es el único de mis alumnos -que yo sepa- que necesita llevar gafas, pero no las trae.

De hecho, ya se trate de tareas o documentos para ser firmados por sus padres, son pocas las cosas que trae de casa.

A veces viene bañado y peinado, con el pelo perfumado con el jugo de limón que las mamás mexicanas utilizan a modo de laca o fijador.

Otras, no, como casi la mitad de ellos.

Mi madre se ha percatado mucho mejor que yo de lo sucios y desaliñados que llegan algunos gansitos a la escuela.



Yessenia es tremenda.

Ella y Jacob son las personalidades más fuertes de la clase.

Siempre quieren intervenir, mandar, organizar, decidir, ayudar al maestro, ser líderes en la fila y en todo lo demás.

Yessenia es la única alumna de la que he tenido que hablar con sus padres por su mal comportamiento.

Es lista como el demonio y además servicial, resabida, cumplidora... siempre y cuando no se le lleve la contraria.

Yessenia no soporta la idea de ser igual que los demás ni por tanto tener que hacer lo mismo que ellos.

Su vocación es mandar, ser la segunda de a bordo, mi ayudante predilecta.

Al principio de curso sólo conocí su lado angelical:

-Maestro, yo sieeeenpre te voy a ayudar. Siempre, maestro, en todo lo que tú quieras. Porque yo en mi casa ayudo muy bien a mis papás y a ti que eres mi maestro te voy ayudar también, porque yo soy muy buena ¿verdad que sí, maestro?

Yo asentía mientras me moría de risa por dentro.

Pero pronto me di cuenta de cómo disfrutaba ejerciendo tiránicamente su poder sobre los otros.

Yessenia los mantenía a todos calladitos y en silencio, concentrados en su trabajo, pero a costa de un trato vejatorio e injusto.

Una vez cogió el palo con el que señalamos los números para contar y le pegó a Chris en la cabeza.

Yessenia era como ese matoncete eficaz pero algo brutote al que se le va la mano al tratar de ejecutar algún encarguito del capo mayor.

Yessenia es muy buena... de buenas.

Y muy mala cuando está de malas.

Rebelde y retorcida.

Un día le llevé la contraria y no le dejé levantarse y trabajar de pie, apoyando su cuaderno en el atril donde leemos los Big books, pues de hacerlo todos los demás hubieran querido hacer lo mismo.

Ese día estuvo de morros conmigo.

A la hora de "Guided Reading" empezó a leerme como una niña chica, como si no supiese leer:

-Es que ya no sé leer, maestro. Mi mamá no me enseñó.

Al hacer el "Texas Lee", un examen estatal de lectura, ocurrió lo mismo y sus resultados fueron catastróficos.

Yessenia tiene más cuento que Calleja.

Ella ha estado en África; la llevaron allí sus papás cuando ella era muy chiquitita, en barco; allí fue donde vio delfines; no en el mar, sino en los lagos.

Todo eso, con tal de hacerse escuchar y de arañar unos minutos de protagonismo.



Edward también aguanta a Yessenia estoicamente, con mucha diplomacia y mano izquierda.

Si ella se excede, siempre está Timoteo, su protector, cerca para defenderlo.

Curiosa simbiosis la de Timoteo y Edward.

Edward deja que Timoteo se asome a su cuaderno y copie lo que hay que hacer, cuando no le ayuda directamente.

A cambio, Timoteo le ofrece simbólicas y periódicas pruebas de amistad:

Cuando se gana el privilegio de ser el primero de la fila, sonríe y tras encontrar con la mirada a Edward lo señala y me dice:

-Mejor que sea él, que también quiere.



Isaura es adorable, simpatiquísima, probablemente la más graciosa de todos.

Mi madre la definió como "una niña feliz".

También es la más santurrona.

-No, ayer no pudo ser domingo -le dije a un alumno, corrigiéndole- pues ayer vinimos al colegio y los domingos no se viene al colegio.

Isaura intervino veloz y, subrayando bien sus palabras, remató:

-Los domingos no vamos al colegio, vamos a la Iglesia. El domingo
-continuó, alzando su dedo índice y agitándolo admonitoriamente- es día de doctrina ¿queda claro? ¡D-e d-o-c-t-r-i-n-a!



De todos me asombra sus ojos enormes y llenos de vida.

Su sonrisa y su risa incondicional.

Su pureza y su ingenuidad.

Sé que no tienen vidas fáciles muchos de ellos.

Sus papás no tienen siempre todo el tiempo para ellos que sería deseable, siendo la mayoría inmigrantes en un país en el que se trabaja demasiado.

Por las mañanas, cuando llegan enlegañados, con la cara sucia o con la misma mancha de mostaza en el polo de la semana pasada, me pregunto dónde están sus mamás (queridas lectoras suspicaces: en la cultura mexicana aún resulta inconcebible que los papás se ocupen de estos menesteres).

A algunos les pegan.

O están expuestos a situaciones familiares indeseables: alcoholismo, droga, malos tratos, pobreza, cárcel.

A uno de ellos lo violó un adulto, con un palo.

La naturaleza está, todavía, de su parte.

Les protege la infancia y su ceguera hacia el mal que la circunda.

Les protege esa dosis de felicidad natural con la que nacemos todos.

Me pregunto qué será de ellos cuando crezcan y se rompa la membrana de ese mundo de dicha del que fueron miembros.

Me pregunto qué, a quién me encontraré cuando regrese a Tyler, después de tanto tiempo, con un recuerdo desenfocado de mi estancia aquí junto a mis queridos gansitos.




20 comentarios:

MARONINI dijo...

Qué impresiones, recuerdos y anécdotas tan lindas has contado.

Me he sentido reflejada en algunas descripciones de ciertos gansitos, creo, por lo que dice mi familia y lo que recuerdo, que yo era una Yessenia, y pese al disloque de la adolescencia, algo queda, a ellos les pasará lo mismo cuando los vuelvas a ver, de alguna manera, aunque sea en una sonrisa despistada o una mirada, encontrarás a los niños que fueron.

Besos de una ex marimandona.

Anónimo dijo...

¡Qué relato, impresionante!, ¡qué suerte han tenido tus gansitos al conocerte! No sé qué será de ellas/os cuando pasen quince años pero estoy segura que todos/as guardarán un gratísimo recuerdo de su maestro Mr. Fajardo. Andriu no te van a olvidar porque cuando alguien te llega al corazón se queda contigo para siempre, pase lo que pase.

Un abrazo para ti y otro para cada uno de ellos y ellas, dáselos de mi parte, por favor. Montse.

PD: Sólo una objeción a esta fantástica historia. Entiendo aunque no comparto que en la cultura de las familias de tus gansitos sea inconcebible que los papás se ocupen de ciertas tareas. Pero ni entiendo ni comparto que tú que no perteneces a esas cultura al describirlo no manifiestes tu queja por tan injusta situación. Creo que aunque has especificado que escribes lo que escribes por la cultura de la que hablas, tú -como no perteneciente a esa cultura- deberías haber puesto "porque sus madres o sus padres...". A pesar de mi queja, un abrazo. Montse

Andriu dijo...

¡Pero bueno, qué horas son éstas! ¡Váyanse a a acostar ya, caramba, que ya es tarde y mañana, ya saben: es domingo de D-O-C-T-R-I-N-A!

Maronini, ya me di cuenta de que te queda algo de marimandonismo cuando nos tomamos el café en el Linde con tu hermana. Si Yessenia termina como tú, no hay nada que temer.

Gracias, Montse, por los piropos, les daré ese abrazo a los gansitos. Mira que eres militante. Pensé incluso excluir ese paréntesis que en mi opinión rompe el ritmo de la narración. Mi aparente neutralidad moral (que me reprochas) es meramente estilística: huyo en general de la diatriba moral y del panfleto político o ideológico, lo que no quita para que -rasgando un poco, sutilmente- aparezcan pesea todo los "valores". En esta ocasión, pensé que con el adverbio "aún" era más que suficiente.

Gemma dijo...

¡Plas plas plas plas!.... (ese para ti)

¡Plas plas plas plas!... (ese para ti y para tu madre)

Me alegro de no tener que esperar quince años para ir viéndote "crecer"... Yo debería de estar en la "doctrina", y mira en dónde paro... ¡Esto seguro que se parece un poquito al paraíso!

Lo siento, compañero, es que soy una incondicional...

Anónimo dijo...

Ahí es donde yo quería llegar Andriu, ni la estética ni nada puede estar por encima de ciertos valores que hacen referencia a la dignidad e igualdad de los seres humanos. Por eso te lo reproché, porque me pareció ver que para seguir el hilo fantástico del relato dejabas como algo baladí el hecho de que esos niños y niñas vivan en un ambiente machista.

Ah!, y no soy militante de nada, no tengo ningún carnet porque como decía Ortega no hay que ser hombre (mujer) de partido, sólo así puedes ser independiente.

Aunque claro, luego está lo que decía Max weber que el político/a es el que está dispuesto a mancharse las manos, porque está muy bien eso de los principios puros pero un político no puede decir hágase justicia y que se hunda el mundo. El político tiene que hacerse cargo del hundimiento del mundo y para ello a veces tiene que traicionar ciertos principios e incluso traicionarse porque es lo menos malo. Un día si quieres hablamos de esto.

Por último, mi militancia es la convicción y mis reproches son siempre desde el aprecio. Sólo reprochas a quien aprecias, a quien no significa nada ni siquiera pierdes el tiempo en reprochar. Un abrazo desde la igualdad de oportunidades para llegar a ser desiguales. Montse.

PD: Anoche venía de la casa de una familia de Uruguayas de comer ricas pizzas y, como todas éramos mudas se me hizo la hora que se me hizo. Y a estas horas estoy con San Agustín y Santo Tomás corrigiendo exámenes, qué rollo!!! Por qué no cambian de una vez los temarios de la PAU?

Un beso, Montse

Anónimo dijo...

Son las 11 de la mañana. Se oyen las campanas de la Concepción, pero hoy vale la pena -Rouco mediante- perderse la Doctrina, para leer y releer tu estupendo post. Lo que tú haces es "educación sentimental", no en el sentido de Flaubert, ni de quienes pretenden educar los sentimientos, sino de quienes educan poniendo en su tarea lo mejor de los suyos. Comparto contigo, además, el interés y el asombro por el tiempo: qué será de las personas, de las cosas y de las ideas con el tiempo (en el tiempo); las distintas velocidades de los distintos tiempos, como en el poema "Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando..", que te gustaba cuando eras más joven... Siendo yo muy pequeño, me entristecía escuchar el villancico ese de "Las Navidades se vienen, las Navidades se van, y nosotros nos iremos y no volveremos más". También a mí se me ocurrió, sin tanta precisión ni determinación, la cuestión de qué sería de esos niños con el tiempo, y si podrías llegar a saber de alguno en el futuro. Claro que el futuro de tus mejicanitos, más que una cuestión de filosofía existencial, será un asunto de cruda sociología.

Anónimo dijo...

A tí si que tendría que hacerte Obama una estatua en Tyler, rodeada de aceras...


...los que levantan el dedo admonitoramente...ummm...

Anónimo dijo...

Por cierto, aparece Tyler en este artículo!


http://www.elpais.com/articulo/panorama/mejor/le/puede/ocurrir/trozo/carne/elpepusocdgm/20090208elpdmgpan_8/Tes

jane dijo...

Andrés, has descubierto el secreto que muchos profesores buscan, cómo hacer para que los alumnos te quieran: quererlos tú a ellos. Enhorabuena. Me ha conmovido todo lo que has dicho.

Ana Glez Duque dijo...

Andriu, me ha encantado y emocionado este post. Seguro que los gansitos no se olvidan de tí.

Carse dijo...

¡Joder, Andrés, qué tierno!

Eso sí lo de "A uno de ellos lo violó un adulto, con un palo" me genera una rabia y una impotencia...



Un saludo

Carse dijo...

Se me olvidaba, Andrés. La peli que me recomendaste me gustó mucho. ¿Has visto "Flyboys"? Esa está bastante bien, para mi gusto claro.


Un saludo.

Anónimo dijo...

Vaya, brother, te marcaste otro post superemotivo.

Un francés llamado François Bégaudeau escribió un libro sobre sus experiencias (que me recordaron a las tuyas) como profesor de secundaria en Francia, en el extrarradio de París. Hace poco se estrenó la adapatación cinematográfica, que ganó la Palma de Oro en Cannes. Supongo que será difícil pillarla en Tyler, pero cuando vuelvas no te la puedes perder.

Un abrazo,

Pafri.

Anónimo dijo...

Un día la ternura moverá el mundo. Lo afirmo rotundamente y que me llame gilipollas y simplón el que quiera. Un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

Perdón el anónimo de antes era yo. Le di a "enter" antes de tiempo. Otro abrazo.

Andriu dijo...

Muchas gracias, Jueves, por tus "plas" y tus palabras.

Montse, escribí:

"Por las mañanas, cuando llegan enlegañados, con la cara sucia o con la misma mancha de mostaza en el polo de la semana pasada, me pregunto dónde están sus mamás (queridas lectoras suspicaces: en la cultura mexicana aún resulta inconcebible que los papás se ocupen de estos menesteres)".

Si hubiera puesto, como me pides, "sus madres o sus padres", me estaría alejando de la realidad que describo. No sólo por lo de madre (en vez de mamá) o padre (en vez de papá), mucho menos frecuentes en el uso del español de los mexicanos. Sino porque estaría ocultando a mis lectores y ocultándome a mí mismo una realidad más o menos constatada: la del machismo imperante en gran parte de la cultura mexicana. Meter aquí a los papás hubiera sido de despistado, ingenuo o meramente falaz.

Otra cosa es lo que (creo) me pides: que me manche las manos, como el político de Weber, que reivindique y proteste, que patalee. Es decir: que haga una digresión en el relato y manifieste mi opinión sobre el machismo en las familias mexicanas. Joder: ¿hace falta? ¿no conoces o puedes imaginar mi opinión al respecto? ¿hace falta aprovechar cualquier ocasión que se presente para remacharlo con el lenguaje? Mi opinión está presente, por si acaso, aunque sutilmente, en el paréntesis que -y tu comentario confirma tales precauciones- me vi obligado a intercalar:

"(queridas lectoras suspicaces: en la cultura mexicana aún resulta inconcebible que los papás se ocupen de estos menesteres)"

El adverbio "aún" señala una dirección de progreso, un ideal no alcanzado aún, que excluye cualquier neutralidad axiológica por parte del narrador. (Joder, Montse, bien de palabrejos me haces utilizar al hacerme hablar de estos temas). Para mí es suficiente como manifestación de mi opinión.

Dejando a un lado la anécdota, debo decirte que este blog responde, en general, a un estado de ánimo bastante poco beligerante y reivindicativo. Soy consciente de que en el tuyo, en general, ocurre todo lo contrario. Las críticas al mundo que aquí encuentres no serán explícitas, sino que habrás de encontrarlas en una pregunta retórica, en una duda, en una ironía, un adverbio o en ninguna parte. A veces para comprender hay que dejar de criticar y jugar a suspender el juicio.

Ese es el éstado de ánimo de NaDa PeRmAnEcE: contemplativo. Fíjate en el tipo de la imagen que he elegido para mi perfil: ¿tiene pinta de estar montando una revolución?

Finalmente, no dejes de hacerme estos reproches y observaciones (u otros); me ayudan a hacer sana autocrítica y entender un poco mejor.

"Anónimo", también hay campanas en ese poema que mencionas: "El viaje definitivo". Me sigue gustando todavía. En tu caso lo del tiempo puede llamarse deformación profesional.

Gracias, Cizañas, me leí el artículo. Enric González es un entendido en carnes y en USA. Me llevé a NYC su "Historias de Nueva York" como libro de cabecera. En el artículo menciona Taylor (no Tyler) como paraíso de la verdadera BBQ en Texas. Está a 4 horas de aquí. Habrá que ir.

Muchas gracias, Jane y Dra. Jomeini.

Albatros, ¿cuál te recomendé? No conozco "Flyboys"; intentaré verla.

Gracias, Pafri. "Entre les murs", acabo de ver unos making of y tiene muy buena pinta. Para primaria: "Ser y tener".

Un abrazo desde casa (tengo neumonía).

Andriu dijo...

Vaya, Ricardo, nos cruzamos.

Y que sea para bien.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Estoy cansada, muchas correcciones y un examen de inglés tienen mi mente agotada. Contestaré cuando haya descansado pero ahora unas cositas: ¿yo soy tan dura contigo como tú lo eres conmigo?, ¿mi blog siempre es de protesta y queja? No sé, o tengo una imagen nada ajustada de mí misma o tú ves sólo una Montse. No sé, no sé.

Un abrazo, que te mejores. Montse

Andriu dijo...

Montse, tienes un blog estupendo y creo no equivocarme si digo (o repito) que es bastante más reivindicativo y beligerante que el mío. Esto no es ni peor ni mejor (aunque si tenemos que decantarnos, probablemente será mejor: los contemplativos son pusilánimes; sus opuestos son idealistas y comprometidos). Al constatar estas diferencias generales entre ambos blogs (no válidas sino a vista de pájaro) no veo porqué estoy siendo "duro". Qué de malentendidos genera la letra impresa: no he hablado en ningún momento de "protesta" y "queja", términos que -en efecto- ya sonarían peor...

Vamos a descansar.

I need it too!!!

Un abrazo.

Anónimo dijo...

¡Aquí tengo otra respuesta pendiente pero no me da tiempo a tanto! De todas formas, creo que tienes razón, sería un malentendido debido a la falta de tonos, gestos y cercanía. O quizá estaba mimosa y sólo quería que me dijeran que a veces soy estupenda. Gracias, Andriu, mejórate pronto, cuídate mucho. Un beso, Montse.