Voy a intentar seguir las directrices estéticas propias del blog de Andriu.
Voy a separar las frases con puntos y aparte, voy a centrar la foto y a imitar su estilo.
Por puro divertimento no más.
Y a contar lo que me ocurrió hace un par de semanas:
Estaba esperando el Metro, parada Tirso de Molina.
Al lado mío había una mina leyendo un libro.
Entonces se le cayó al suelo un papel del libro, un marcador supongo.
Ella no se movió así que me agaché y se lo recogí.
Ella me miró y me sonrió pero no me dijo nada.
Llegó el vagón y nos sentamos de nuevo juntos: en realidad no quedaban más que esos dos asientos libres.
Empecé a mirarla a través de los cristales de enfrente. Cuando llegábamos a una estación la iluminación exterior borraba su reflejo. Al arrancar el metro, en la oscuridad de los túneles, aparecía de nuevo reflejada en el cristal también su silueta y su cara, que me miraban.
De repente sentí una presión en el muslo.
Era su rodilla apretando ligeramente mi pierna.
Dudé si era normal ese contacto.
Miré a mi alrededor y vi que ningún otro viajero rozaba sus rodillas con la persona de al lado.
Volví a mirar al cristal de enfrente y entonces creí percibir en su reflejo una sonrisa de gato.
Entonces apreté yo también mi pierna derecha contra su izquierda.
Mi erección era mayúscula.
Entonces se detuvo el tren en Tribunal y ella se puso en pie para bajarse.
Yo hice lo mismo y comencé a seguirla.
Sus nalgas se desbordaban para atrás como en oferta.
Se metió en un bar y se pidió una copa de algo.
Yo me senté dos mesas más allá y me pedí una birra que bebí a tragos largos.
Me levanté y me acerqué a su mesa pero cuando estaba a tan solo unos metros de ella seguí de largo hasta el baño, rozándo con mi costado su hombro al pasar por su lado.
En el baño me lavé las manos y al incorporarme la vi reflejada en el espejito del lavabo, entrando al baño.
Entonces me volteé y me corrí a un lado para qe ella pasase.
Pero ella se corrió también del mismo lado y nos quedamos de frente el uno al otro.
Entonces la agarré por la cintura y empezamos a manosearnos y a besarnos.
Nos fuimos al baño de mujeres y allí nos volvimos locos.
Le bajé hasta los tobillos un tanga rojo como la foto de hoy.
Tenía una cola soberbia, con dos grandes nalgas firmes y lustrosas.
Cogimos en silencio, mordiéndonos el ruido.
Luego salió del baño y yo esperé unos minutos allí sentado en la tapa antes de seguirla, para evitar sospechas.
Pero cuando estaba fuera ella había desaparecido, tras haber pagado mi birra.
......
No sé por qué conté todo esto.
Quizás porque nunca lo escribí en el cuaderno negro.
Voy a separar las frases con puntos y aparte, voy a centrar la foto y a imitar su estilo.
Por puro divertimento no más.
Y a contar lo que me ocurrió hace un par de semanas:
Estaba esperando el Metro, parada Tirso de Molina.
Al lado mío había una mina leyendo un libro.
Entonces se le cayó al suelo un papel del libro, un marcador supongo.
Ella no se movió así que me agaché y se lo recogí.
Ella me miró y me sonrió pero no me dijo nada.
Llegó el vagón y nos sentamos de nuevo juntos: en realidad no quedaban más que esos dos asientos libres.
Empecé a mirarla a través de los cristales de enfrente. Cuando llegábamos a una estación la iluminación exterior borraba su reflejo. Al arrancar el metro, en la oscuridad de los túneles, aparecía de nuevo reflejada en el cristal también su silueta y su cara, que me miraban.
De repente sentí una presión en el muslo.
Era su rodilla apretando ligeramente mi pierna.
Dudé si era normal ese contacto.
Miré a mi alrededor y vi que ningún otro viajero rozaba sus rodillas con la persona de al lado.
Volví a mirar al cristal de enfrente y entonces creí percibir en su reflejo una sonrisa de gato.
Entonces apreté yo también mi pierna derecha contra su izquierda.
Mi erección era mayúscula.
Entonces se detuvo el tren en Tribunal y ella se puso en pie para bajarse.
Yo hice lo mismo y comencé a seguirla.
Sus nalgas se desbordaban para atrás como en oferta.
Se metió en un bar y se pidió una copa de algo.
Yo me senté dos mesas más allá y me pedí una birra que bebí a tragos largos.
Me levanté y me acerqué a su mesa pero cuando estaba a tan solo unos metros de ella seguí de largo hasta el baño, rozándo con mi costado su hombro al pasar por su lado.
En el baño me lavé las manos y al incorporarme la vi reflejada en el espejito del lavabo, entrando al baño.
Entonces me volteé y me corrí a un lado para qe ella pasase.
Pero ella se corrió también del mismo lado y nos quedamos de frente el uno al otro.
Entonces la agarré por la cintura y empezamos a manosearnos y a besarnos.
Nos fuimos al baño de mujeres y allí nos volvimos locos.
Le bajé hasta los tobillos un tanga rojo como la foto de hoy.
Tenía una cola soberbia, con dos grandes nalgas firmes y lustrosas.
Cogimos en silencio, mordiéndonos el ruido.
Luego salió del baño y yo esperé unos minutos allí sentado en la tapa antes de seguirla, para evitar sospechas.
Pero cuando estaba fuera ella había desaparecido, tras haber pagado mi birra.
......
No sé por qué conté todo esto.
Quizás porque nunca lo escribí en el cuaderno negro.
10 comentarios:
¿Estamos siendo cómplices de una infidelidad? Entre esto y lo de que no hagas caso a tu psicólogo me siento mal y todo...
No obstante ¡muy buen relato!
Esto que es un desdoble de personalidad para los relatos fuertes?
¡Vaya, Silvio! Por algo no sabías si contarle a Valeria que seguías escribiendo, ¡ya lo entiendo!
Mira qué majo el devuelve-móviles y encima se regocija en su "hazaña".
Saludos, Montse
Bienvenido compañero tendriamos que tomarnos unas chelas por el barrio.
Silvio: estaba de paseo en el Retiro y me llamaron para contarme que habías escrito un post un poco subidito de tono... He llegado hace poco de la calle y he saltado directo al ordenador a leerlo.
Dejando aparte el hecho de que me vas a dejar a mí como un verdadero mojigato... no tengo ningún incoveniente en que cuentes aquí tus experiencias dignas del divino maarqués. Ya somos todos mayorcitos.
Y en cuanto a la forma: bravo. No hace falta que te tomes tan a pecho mis sugerencias, de verdad. (Aunque intuyo que es más una amistosa parodia que un afán de emulación).
El relato, por cierto, me ha parecido entretenido y asombroso. Pero ¿es verdadero o te estás lanzando al terreno de la ficción?
Un abrazo.
pd: veo que no contstas mis correos, así que opto por comunicarme contigo a través del blog.
Ummm... la típica presión con la rodilla...
Por cierto, Valeria es tu pareja?
Un saludo
¿la típica presión con la rodilla? ¿típica??, ¿te refieres a frecuente? pero entonces qué coño!, a mí sólo me rozan las obesas XXL en el bus, y me temo q opr razones más evidentes y menos sutiles. O soy muy callo malayo (no, no voy a someterlo a referendum) o necesito viaja´r más en metro.
Olé tus huevos!
rbc
y yo q tú a Valeria chitón, no vaya a ser q le de por ser pelín susceptible :)
Rbc
Pero....esas cosas pasan en la vida real??? Me he quedado sin palabras.
Es esto un relato veridico o un invento? esta escrito con la intencion de que los lectores de este blog nos lo creamos?
La verdad entro desde hace tiempo en este blog por sus reflexiones, sus historias, la relacion con los comentaristas y el autor Andriu. No se en que se convertira el blog con las entradas de silvio.
Ya lo dije, no encaja. Otra vez mi humilde opinion.
Octubre.
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