viernes, 12 de marzo de 2010

eN pRoCeSo 10



Cuando venga Christian a por la correspondencia pienso ser directo, claro y veloz: pienso noquerlo con mi pregunta.

Continuamente están ocurriendo a nuestro alrededor cosas a las que no les damos importancia ni significado alguno, que pasan desapercibidas ante nuestros propios ojos, los cuales miran sin ver y existen sin comprender.

Eso es lo que explica, según el profesor Gracia Cantero, el que a lo largo de la historia de la humanidad hayan pasado prácticamente inadvertidas las señales e indicios propios del lenguaje del Calcetín. Cito textualmente:

"Su gramática es discreta y sutil, casi vaporosa, por lo que a lo largo del tiempo sólo aquellos espíritus más fácilmente excitables han prestado atención a las casi imperceptibles desviaciones del orden natural en el que por lo general se circunscribe la cotidiana existencia del Calcetín. Sólo en determinadas situaciones muy particulares ha quedado constancia de un comportamiento extravagante y llamativo; situaciones en las que un peligro, una advertencia o un enigma flota en el aire o en el tiempo, latente y todavía oculto. Pero por lo general el Calcetín se manifiesta y expresa de un modo tan discreto que la generalidad de los mortales reaccionan ante estas señales del mismo modo que lo hace un invidente ante un haz de luz. Y por lo tanto, la pérdida de un Calcetín, la repentina sudoración del pie en un día de invierno o las apariciones recurrentes durante el sueño han de ser interpretados como fenómenos lingüísticos o acontecimientos no exentos de un valor semántico"

Habiendo leído esto comencé a llevar dentro de la casa una vida más consciente y, gracias (o por culpa de) eso, he hecho un descubrimiento esta mañana ante el que no he podido por menos que sentir un escalofrío indescriptible.

La lavadora está en el baño y el tendedero en el pequeño salón que comunica con mi cuarto y con el de Geno y Joe. Pues bien, esta mañana estaba tendiendo la ropa y cada vez que la sacaba de la lavadora y la transportaba hacia el tendedero un calcetín diferente se caía al suelo. Intenté evitarlo: concentrarme para que no ocurriera. Pero no hubo forma: en cada viaje al tendedero un calcetín se quedaba en el camino. Entonces pensé en el posible significado de un hecho tan banal y me percaté de una circunstancia algo singular: todos y cada uno de los calcetines se habían caído en un mismo sitio, justo debajo del dintel de la puerta del baño.

Miré hacia arriba y allí estaba el pequeño armarito que todavía nunca habíamos abierto. Recordé las palabras de mi primo Nico, allá en octubre, cuando llegamos al piso:

-Hay un pequeño trastero en lo alto de la puerta del baño, pero es mejor que no lo abran porque está lleno de todo un poco y no les va a caber allí nada.

Miré de nuevo el armarito o trastero. Y sin dudarlo un instante, con la evidencia de que eso era lo que querían los calcetines que hiciera, me subí a una silla y lo abrí.

Ahora que ya he visto lo que hay en su interior sólo me queda esperar a hablar con Christian y hacerle la pregunta antes de darle tiempo a pensar:

-Christian: ¿Quién es Olivia Droslim y de qué murió?


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