domingo, 14 de marzo de 2010

eN pRoCeSo 12



El trastero estaba lleno, casi hasta reventar, tal y como me había advertido mi primo Nico.

Fundamentalmente había libros de Derecho, revistas sobre el mundo islámico, documentos en árabe, piezas de ordenadores destripados, álbumes de fotos, mantas y cachivaches varios. Pude reconocer en cada uno de ellos a alguno de mis cuatro primos, cada uno de los cuales ha vivido en esta casa en diferentes épocas de su vida: Luis, Isa, Blanqui y, finalmente, Nico.

Sin embargo, junto a todo este grupo de objetos reconocibles y hasta cierto punto familiares, había también una caja de zapatos con lo que parecían ser las pertenencias de alguien llamado Olivia Droslim. Había un estuche con lápices de colores e innumerables dibujos; había un avioncito de juguete; había apuntes, anotaciones, papeles con mensajes; y muchos libros.

En cada uno de los libros Olivia Droslim había escrito su nombre, una fecha y un lugar. Me fijé en que el lugar era siempre Madrid y que las fechas iban desde marzo del 2009 hasta junio del mismo año.

¿Quién era Olivia Droslim?

Lo primero que pensé fue en alguna amiga de alguno de mis primos. Pero luego descubrí un sobre amplio entre tanto papel y en su interior una especie de plano de la casa de Limón. Se trataba de una aproximación algo imperfecta y desproporcionada a la planta del piso de Limón, pero eran perfectamente reconocibles los tres dormitorios, el salón, la cocina, el baño y la terraza. Lo más sorprendente eran los tres nombres que había escritos dentro de cada uno de los tres dormitorios: Christian, Carlos y Olivia. Y lo más inquietante: la palabra "dead" bajo el nombre de Olivia.

¿Qué broma era todo esto y quién era Oivia Droslim? ¿Habían compartido piso Christian y Carlos con una tercera persona? ¿Por qué la convivencia en la casa de Limón entre Christian y Carlos se había malogrado? ¿Por qué se había Christian sumido en un extraño silencio tras preguntarle yo por este asunto? Eran demasiadas preguntas. Decidí telefonear a mi primo Nico.

-Supongo -me dijo- que son de la novia de Christian. Llámalo para que venga a buscarlas si les hace falta espacio en el trastero.

-Ok, primo -le dije-. Por cierto ¿cómo se llama?

-¿La novia?

-Sí. ¿Te sabes su nombre?

Mi pregunta era estúpida y yo era absolutamente consciente de ello. Sabía que la novia de Christian solía pasar muchos días y muchas noches en la casa de Limón. Y sabía que Nico la conocía perfectamente y que los tres habían salido de cañas juntos a menudo. Pero necesitaba confirmar mis sospechas.

-Claro -me dijo-: Se llama Sara.


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