sábado, 6 de marzo de 2010

eN pRoCeSo 4


El martes decidí empezar a escribir las cosas que están ocurriendo en la casa.

Pensaba no hacerlo. Por ahora no parece que ninguna de ellas constituya un peligro de ninguna clase así que no lo hice movido por la voluntad de que a la postre todo quedara por escrito. Sin embargo, el ejercicio de escribir siempre me ha servido -entre otras cosas- para aclarar mis pensamientos. Cuando uno escribe o cuando uno le cuenta a alguien una historia o algo que le ha sucedido necesariamente llevamos a cabo una labor de síntesis y de puesta en orden de eso que nos ha sucedido o que queremos contar. Por eso creo que del ejercicio de ordenarlo todo por escrito puedo sacar algún provecho y puede servirme para entenderlo.

Dije que antes del episodio de los calcetines ya habían empezado a ocurrir cosas.

Alguna que otra vez he encargado comida al Gingerboy, un restaurante de "Cocina fusión asiática de alta calidad". Hacen unos rollitos de langostinos y unos noodles bastante aceptables. Y los precios no son tan caros como habría uno de suponer por la sofisticación de los nombres de los platos.

Pues bien, la semana pasada quise ver un capítulo de Lost mientras cenaba comida "asiática de alta calidad". Pero al llamar me dijeron que no podían aceptar mi pedido, que lo sentían mucho. Al parecer, en varias ocasiones ya habían recibido pedidos desde mi dirección y al llegar la moto al 19 de la calle del Limón nadie les había abierto la puerta.

Recordé entonces que con trece años habíamos hecho una compra de alimentos en un supermercado por teléfono y que la habíamos mandado a una dirección aleatoria. A mí me había tocado hacer el pedido y mientras mis amigos me iban escribiendo en un papel toda clase de víveres yo me mordía el labio para no soltar una carcajada.

-Pero le aseguro que yo nunca he encargado nada a Gingerboy sin estar en casa -protesté-. Puede haber sido la gamberrada de unos críos.

-Lo siento, señor, pero los pedidos fueron hechos desde el teléfono fijo desde el que usted me llama. No podemos aceptarle más pedidos. Son las normas de la empresa.

Colgué el teléfono y, cabreado, me hice unos spaguetti con atún y limón.

Unos días más tarde era martes día 2 de marzo y yo volvía de hacer la compra en el supermercado. En casa tenemos eneldo en rama y había conseguido un salmón con aspecto muy fresco. Mientras guardaba la compra en la despensa y sacaba los ingredientes para preparar la salsa de eneldo tocaron el timbre. No entendí bien lo que me dijeron desde el otro lado del telefonillo pero abrí de todas formas, pensando que sería el cartero de Correos. A los pocos minutos, el timbre que sonaba no era el de la calle sino el de mi puerta. Abrí y me encontré a un chino joven con un casco de motorista en una mano y una bolsa de plástico humeante en la otra:

-¿Andlés Fajaldo?

-Sí.

-Su comida.

Pensé en aquella tarde hace 19 años en que había hecho un encargo falso con mis amigos. Pensé en que en el Gingerboy ya estaba yo en la lista negra y que me convenía estar a bien con el resto de take-aways del barrio. Así que me cercioré mentalmente de que quedaba espacio en el congelador para el salmón y le dije:

-Muchas gracias ¿cuánto le de debo?

Empecé a engullir la comida china sin reparar en su sabor, dándole vueltas al asunto. En casa no estaban ni Santi, ni Geno, ni Joe. Me harté rápido. Eran las 13:00 horas y aunque no había desayunado no estaba acostumbrado a almorzar tan temprano. Después de comer me dirigí a mi cuarto y fue entonces que vi los calcetines en fuga, o en forma de "C", o en forma de interrogante.

Me dije: "Aquí están sucediendo cosas".

Y empecé a escribirlo todo.



5 comentarios:

jane dijo...

La trama se complica. En todas las novelas policiacas cuando aparece el elemento chino misterioso es que la cosa va a ir a peor y hay que empezar a buscar pistas (o a comer comida china).
Lo del martes 1 de marzo ¿es una licencia o un despiste?

Carse dijo...

He de decir que soy un amamante de LOST (en inglés y gracias a eso puedo verlo una semana antes de que salga en España) y ya voy por el sexto episodio de la sexta temporada!!!

Montse dijo...

No te imagina tan gamberrete cuando eras niño pero cuantas cada cosa que... Me has hecho soltar una carcajada cuando te he imaginado encargando toda la comida que tus amigos te iban diciendo y mordiéndote la boca para no reírte. Yo no hubiera podido, de hecho ya soy grande y sólo con leerlo he soltado la carcajada. Me parto.

Un saludo, Montse

Anónimo dijo...

jajajja...me encantó....espero el próximo post amigo, (el de mi vida también) Muakkk

Andriu dijo...

Jane: Es verdad, 2 de marzo, ya lo he corregido, fue un despiste. Gracias.

Carse: yo soy sólo un neófito, pues he empezado hace unas semanas con la primera temporada y voy por el capítulo 12 todavía. Así que tienes con Lost una relación de "amamantamiento", interesante...

Montse: he de confesarte que en cuanto a gamberradas adolescentes esa llamada telefónica es sólo la punta del iceberg.

Muak: ya me contarás.

Un abrazo.