El 4 de octubre de 2009 llegué a Madrid, a esta casa.
El día antes de coger el vuelo mi primo Nico me pidió un favor:
El día antes de coger el vuelo mi primo Nico me pidió un favor:
-Primo ¿llevas mucho peso en la maleta?
-Bueno, lo normal para alguien que va a pasar un año fuera de su casa.
-Bueno, lo normal para alguien que va a pasar un año fuera de su casa.
Mi primo me miró con esa cara que pone cuando se dispone a pedirte algo disparatado, algo que él percibe no obstante como absolutamente normal, y ante lo cual sabe que tú no vas a poderle decir que no.
-¿Te puedo pedir un favor... enorme?
-Dispara.
-Es una planta de Aloe ¿Podrías llevarla a Madrid?
-¿Para qué coño quireres una planta de Aloe en Madrid?
-No es para mí. Es para el padre de un amigo.
-Ah.
-Está en el hospital, muy grave.
Pensé en las dos hipótesis posibles: a) El padre de su amigo se estaba muriendo y en sus últimas horas había pedido un Aloe Vera de las islas Canarias: esa planta tendría algún significado especial para él, le traería algún recuerdo grato, acaso era un símbolo de algún amor de juventud, algo así como el avioncito de Kate (o de Olivia); b) El padre de su amigo se estaba muriendo y mi primo pensaba que una planta de Aloe le podría salvar la vida.
Mi primo Nico es un idealista, un romántico, un soñador, Bécquer en estado puro. Así que cualquiera de las dos hipótesis eran posibles y encajaban a la perfección con su personalidad.
-De acuerdo. Si es así, trataré de hacerle un hueco en la maleta.
El plan era muy sencillo: yo llevaba el Aloe a Limón y al día siguiente (o al siguiente del siguiente) su amigo vendría a buscarlo para llevárselo a su padre al hospital. Los planes de mi primo siempre gozan de la sencillez de lo perfecto y de lo irrefutable.
Lo malo está en llevarlos a la práctica. Y es que el 5 de octubre no vino nadie a llevarse el Aloe Vera, ni el 6 de noviembre, ni el 7 de diciembre, ni el 8 de enero, ni el 9 de febrero, ni el 10 de marzo, ni... El Aloe sigue en nuestra azotea de Limón y ha soportado el sol de octubre, la lluvia de noviembre y la nieve ocasional de diciembre y enero.
Ayer pensé que había llegado el momento de cobrarme el favor:
-Hola primo ¿Recuerdas aquella planta de Aloe que metí en mi maleta y por la que tuve exceso de equipaje al venirme a Madrid?
Mi plan era también muy sencillo: Nico necesitaba urgentemente la planta de Aloe de vuelta en Tenerife. Nico sabía que mi hermano Pablo volaba hoy por la tarde rumbo Tenerife. Santi y Geno estarían en la escuela y no podrían hacerlo. Su primo Andrés se negaría a tener más contactos con plantas de Aloe y además había salido de Madrid el fin de semana (esto debía dejarlo Nico muy claro). Con Joe no tenía Nico confianza suficiente. Así que sólo quedaba él, Christian, como único posible ejecutor del plan. Debía presentarse en Limón hoy por la tarde, a eso de las 16:00, para recoger el Aloe. Joe le abriría la puerta y se lo daría. Él sólo tendría que llevárselo a mi hermano al aeropuerto. Su vuelo se había retrasado y hasta las 18:30 no tenía previsto que saliera.
El plan no era perfecto pero podía funcionar. Christian conocía a mi primo Nico y por lo tanto sabía que transportar un Aloe Vera desde Madrid hasta Canarias con carácter de urgencia podía tener pleno sentido y no era una idea descabellada o ante la cual fuera conveniente ponerse en guardia.
Christian vendría a Limón a buscar el Aloe. Pero no le abriría Joe sino yo: Al final decidí quedarme en Madrid el fin de semana. Al final mi hermano salió antes de lo previsto, olvida el Aloe. Hay café preparado, entra, por favor. Hay algo que quiero enseñarte.
-¿Te puedo pedir un favor... enorme?
-Dispara.
-Es una planta de Aloe ¿Podrías llevarla a Madrid?
Lo sabía. Sabía que se trataba de ese tipo de extravagancias de mi primo a las que resulta imposible resistirse.
-¿Para qué coño quireres una planta de Aloe en Madrid?
-No es para mí. Es para el padre de un amigo.
-Ah.
-Está en el hospital, muy grave.
Pensé en las dos hipótesis posibles: a) El padre de su amigo se estaba muriendo y en sus últimas horas había pedido un Aloe Vera de las islas Canarias: esa planta tendría algún significado especial para él, le traería algún recuerdo grato, acaso era un símbolo de algún amor de juventud, algo así como el avioncito de Kate (o de Olivia); b) El padre de su amigo se estaba muriendo y mi primo pensaba que una planta de Aloe le podría salvar la vida.
Mi primo Nico es un idealista, un romántico, un soñador, Bécquer en estado puro. Así que cualquiera de las dos hipótesis eran posibles y encajaban a la perfección con su personalidad.
-De acuerdo. Si es así, trataré de hacerle un hueco en la maleta.
El plan era muy sencillo: yo llevaba el Aloe a Limón y al día siguiente (o al siguiente del siguiente) su amigo vendría a buscarlo para llevárselo a su padre al hospital. Los planes de mi primo siempre gozan de la sencillez de lo perfecto y de lo irrefutable.
Lo malo está en llevarlos a la práctica. Y es que el 5 de octubre no vino nadie a llevarse el Aloe Vera, ni el 6 de noviembre, ni el 7 de diciembre, ni el 8 de enero, ni el 9 de febrero, ni el 10 de marzo, ni... El Aloe sigue en nuestra azotea de Limón y ha soportado el sol de octubre, la lluvia de noviembre y la nieve ocasional de diciembre y enero.
Ayer pensé que había llegado el momento de cobrarme el favor:
-Hola primo ¿Recuerdas aquella planta de Aloe que metí en mi maleta y por la que tuve exceso de equipaje al venirme a Madrid?
Mi plan era también muy sencillo: Nico necesitaba urgentemente la planta de Aloe de vuelta en Tenerife. Nico sabía que mi hermano Pablo volaba hoy por la tarde rumbo Tenerife. Santi y Geno estarían en la escuela y no podrían hacerlo. Su primo Andrés se negaría a tener más contactos con plantas de Aloe y además había salido de Madrid el fin de semana (esto debía dejarlo Nico muy claro). Con Joe no tenía Nico confianza suficiente. Así que sólo quedaba él, Christian, como único posible ejecutor del plan. Debía presentarse en Limón hoy por la tarde, a eso de las 16:00, para recoger el Aloe. Joe le abriría la puerta y se lo daría. Él sólo tendría que llevárselo a mi hermano al aeropuerto. Su vuelo se había retrasado y hasta las 18:30 no tenía previsto que saliera.
El plan no era perfecto pero podía funcionar. Christian conocía a mi primo Nico y por lo tanto sabía que transportar un Aloe Vera desde Madrid hasta Canarias con carácter de urgencia podía tener pleno sentido y no era una idea descabellada o ante la cual fuera conveniente ponerse en guardia.
Christian vendría a Limón a buscar el Aloe. Pero no le abriría Joe sino yo: Al final decidí quedarme en Madrid el fin de semana. Al final mi hermano salió antes de lo previsto, olvida el Aloe. Hay café preparado, entra, por favor. Hay algo que quiero enseñarte.
Hoy a las 16:00 horas.
Éste es el plan.
Éste es el plan.
2 comentarios:
No entiendo nada.
Por qué le endosas el marrón a Christian y a Pablo de llevarse el aloe??? La venganza no era contra Nico?
Por lo demás, me he sonreído, porque se parece demasiado a otras historias que he vivido de Nico, curiosamente relacionadas con bodas. Tipo...alquilamos juntos un coche en bruselas para ir a una boda que se celebra a 100 kilómetros pero a mitad de la boda me llevas de vuelta a bruselas para ir al aeropuerto??? O tipo...En diez minutos llego, por favor, que siga esperando la guagua llena de invitados que nos debía llevar a la boda de tu hermano aunque hace ya más de tres cuartos de hora que debía haber salido e igual te pierdes parte de la ceremonia de la boda tu único hermano.
Momentos en los juras matarlo pero de los que acabas recordando con risas, porque no tiene maldad alguna y encima es un gran amigo.
Te queremos Nico!
Yaiza: lo del Aloe era un farol para que Christian viniera a Limón y poder al fin "interrogarlo". El Aloe se queda en casa. Empiezo a cogerle cariño. Y respecto a Nico: es único y especial. Todos lo sabemos.
Un abrazo.
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